C U A R E N T A Y T R E S .

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Blake.

Observo el trasero de Harriet quien camina frente a mi para llegar a una oscura habitación, y es aquí donde caigo en cuenta, alejando mi vista a regañadientes para subir por sus caderas, su cintura y al final su cabeza.

—¿Segura que quieres entrar?, puedo contarte después que pasa.

Ella se detiene y se gira a mí, con una ceja enarcada.

En si no quiero que entre, ya que creo que ver a dos personas idénticas (o al menos parecidas) a nosotros, atados a unas sillas, amordazados y de seguro sucios y algo golpeados puede afectarla o hacerla recortar -como a mí- que ella estuvo en una situación parecida. No quiero que recuerde, no quiero que sufra y no quiero verla mal.

—Si, Blake, deja de insistir tanto. —dice girándose para encaminarse a la puerta de fierro, la empuja con ambas manos y me apresuro a alcanzarla cuando desaparece de mi campo de visión.

Cuanto entro a la habitación el frio aire se mezcla con el calor que emana mi cuerpo y me provoca un escalofrió, veo a Harriet en medio viendo a Jensen y Kenia, inmóvil y con el rostro palideciéndole, camino apresuradamente y me coloco frente a ella.

Cuando me mira fijamente a los ojos sonrió y el color regresa a su rostro. Mira sobre mi hombro con una ceja levemente mas arriba que la otra que la hace tener ese aire mas seductor y carraspea, pasándome a lado.

Le quita la bolsa del rostro a Jensen e inclina el rostro, el recién mencionado la mira con rencor y yo me pongo alerta por si se le ocurre hacer algo, esta amordazado, con un moretón en el ojo, en el pómulo izquierdo y otro en la mandíbula. Con rastros de sangre seca.

—Viendo que intentaste escapar...—dice Harriet estrujándolo con la mirada. —no te dejaron tal mal.

Sonrió y carraspeo, llamando la atención de mi versión barata y puedo ver el asombro en su mirada: asombro y temor. Si, así como Kenia no ha visto a Harriet, Jensen tampoco me había visto a mí. De igual forma que no tienen ni la mínima idea de para que los queremos.

Jensen trata de hablar, pero se detiene al ver a Harriet acercarse a él, ella le quita la cinta adhesiva y el trapo con el que se le callo los gritos que soltaba todo el día. El chico empieza a mover con dificultad su mandíbula y mira a Harriet quien tiene la mirada casi perdida, antes de clavarse en mí.

—¿Quién...—trata de decir, tose y retuerza las muñecas que tiene atadas detrás de él? —quiénes son?, ¿quién es la chica que tengo a lado?, ¿por...

—Parecen que no te enseñaron a estar callado Jensen, pero ahora que le quitemos la bolsa a Kenia les explicaremos todo.

Harriet deja en una mesa el trapo y la cinta adhesiva y se encamina hacia la chica que en vez de tener el cabello plateado como ella lo tiene largo y de todos los colores pastel, los ojos cafés y la piel con algunas marcas. Le quita la bolsa de la cabeza y esta también esta amordazada, pero con un hilo de sangre seca saliendo de su nariz y la comisura de sus labios, decir que no me afecto y que no me trae imágenes de mi chica en esa posición, pero en peor seria una gran mentira, de las peores. Tanto que al verla me tenso. Pero luego veo a mi novia detrás de ella quitándole el amarre de la boca y se posiciona delante de ella, quitándole la cinta y el trapo.

Ella está bien.

Harriet regresa a mi lado y cuando los ve detenidamente su mirada se le oscurece, y puedo jurar que la mía también.

—Debe ser una puta broma. —vocifera Jensen al ver a Kenia. Atónito.

Kenia nos mira a los tres con la boca abierta, pero su asombro se prolonga al ver a mi chica, haciendo que los ojos pareciesen salirse de sus cuencas.

—Los vamos a dejar salir, pero estarán bajo la vigilancia de nuestros JUGADORES. —empiezo a decir.

—Alto, para tu carro, —habla de nuevo Jensen. Ruedo los ojos exasperado y lo veo mientras tenso la mandíbula. —¿JUGADORES?, entonces esto es Crux... ¡¿y ustedes son los lideres de la mafia más temida de Los Ángeles?!

Me cruzo de brazos y la expresión de Jensen pasa de asombrado a emocionado, después a temor y es ahí donde nos mira. Mira a Kenia y esta se encuentra temblando por la nerviosidad que la debe recorrer.

—Si, bien les decía... —prosigo. —harán lo que se les ordene, en las calles y todos los que los rodean deben pensar que ustedes son pareja, que se aman y mientras están juntos algunos se alejaran, cambiaremos identidades y en un día especifico se subirán a un auto y nos los llevaran a un punto de reunión, les enviaremos la dirección por celular y... ah, vivirán juntos.

—Es una locura, ni siquiera lo conozco...—Harriet mira a Kenia y la hace callar.

Jensen sonríe abiertamente y mueve la nariz, notando menos pesor de seguro.

Lo veo con ánimos de hablar nuevamente y me adelanto.

—Ya no tendrás pircings, los tiramos.

—No tengo auto.

—Yo les dare uno.

—Vivo con mi mama aún.

—Yo tengo una compañera de piso. —dice Kenia.

—Eso ya lo sabemos, —habla Harriet. Los dos la miran con el ceño fruncidos por la confusión. —nosotros les pagaremos una buena vivienda, alejado de los barrios donde tienen amigos o familiares. Tendrán una buena vida mientras hagan lo les pedimos.

—¿Por qué?, por lo que veo ustedes necesitan mas de nosotros que nosotros de ustedes. —dice Kenia.

Harriet saca un revolver y la apunta en la frente.

—A menos que quieras a tus hermanos, madre y a Anastasia con vida será mejor que dejes de hablar y hacer lo que se te ordena, Kenia.

Dice resaltando su nombre. Kenia asiente rápidamente y Harriet se guarda el arma.

—¿Sabes cuan ardiente te viste haciendo eso? —dice en voz alta Jensen.

Saco mi arma y disparo cerca de él, haciéndolo sobresaltar al igual que la chica que tiene a su lado.

—Sera mejor que te calles. —gruño. Aunque yo piense lo mismo...

—Mañana se irán, estarán rodeados y todo lo que digan o hagan lo sabremos, harán lo que se les ordene o pagaran con sangre cada error.

—¿Por qué deberíamos? — vuelve a decir Kenia.

—Sinceramente creo que yo ya necesitaba algo de acción en mi vida.

Miro a Harriet y esta se acerca a mí, rodeo su cintura con un brazo, apegándola más a mí.

—Bien, yo no quiero que nadie muera... pero muchos van a sospechar, siempre he sido de familia media, no me faltaba la comida, pero solo alcanzaba para lo necesario, y ¿ahora de un momento a otro tengo un apartamento, un auto y un novio? —dice Kenia viéndome.

—Nos encargaremos de todo, ustedes hagan lo que se les ordena y nadie morirá.

Además de ustedes...

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