S E S E N T A Y T R E S (1º P A R T E ) .

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Blake.

La habitación es solamente iluminada por un pequeño foco colgando en una de las esquinas, pero que si agudizas mejor la vista puedes notar que las paredes están repletas de lo que parecen fotografías. Camino un poco hacia atrás intentando que mis ojos se adapten un poco a la oscuridad, pero mi espalda se topa con la fría pared. Toco torpemente la pared y susurro el nombre de Harriet al encontrar un interruptor. Lo oprimo y el pequeño cuarto se ilumina, dejando ver un sinfín de fotografías, portadas de revistas y periódicos, algunas cosas que creía "perdidas" y en la pequeña silla que se encuentra un rincón hay dos mantas, un oso de felpa y un auto de juguete.

Miro las fotografías y todas son de Harriet, Erin y yo. Prácticamente nuestro crecimiento desde que Carmen se fue de casa. Nosotros fuera de casa, el Colegio, el cine, cafeterías, bibliotecas, librerías, antros, el Instituto, la Universidad, en parques; yo en los Institutos de San Petersburgo, la cafetería y restaurantes que mas frecuentaba, en una carretera, etc.

—Esta vieja sí que está enferma. —escucho decir a Harriet.

Me giro a verla. Sostiene una fotografía de ella, no parece tener mas de 16 años de edad ya que aun no tenia el cabello pintado. Esta en lo que parece un estacionamiento riendo y fumando. Un chico se encuentra a su lado y el esta tomando mientras la mira reír. Ambos arriba del capo del auto negro. Tomo la foto y la miro un rato antes de ver las demás.

En todas parece estar con mas hombres que mujeres, hay una donde se ve muy borracha en la playa, pero al parecer lo suficientemente sobria como para empujar a un chico.

—¿Lo estas empujando? —le pregunto. Ella asiente y volvemos a dejar la fotografía.

Miro un poco mas las fotos hasta que se escucha un leve murmullo. Apago rápidamente la luz y tomo a Harriet del brazo, la meto en una oscura esquina para tomarla entre mis brazos y así protegerla, con la cabeza hundida en su cuello recién limpiado.

Se escucha un taconeo apresurado.

—¡¡ENCUENTRENLOS YA!! —escucho la voz chillona de Carmen, seguido del movimiento de la perilla de la puerta.

Anteriormente en degualquinded...

Termino de enjaguarme el cabello y me sorbo la nariz antes de tomar una toalla. Después de que Harriet hablara con Carmen todo el trato hacia nosotros cambio. Ella regreso con ropa limpia y con su cabello humedeciendo una parte de su blusa rosa, al igual que unos nuevos tenis. Al entrar veía que tenia los ojos algo irritados, no me hablo al entrar, pero me vio de reojo antes de sentarse en el suelo y a mi me sacaran de esa sucia, fría y húmeda habitación. Me trajeron a esta especie de baño, con ropa, toalla, un cepillo dental junto a su pasta, un peine, shampoo, jabón corporal y tenis nuevos; me ordenaron que me arreglara y me encerraron aquí. Odio que me ordenen, pero ese par de imbéciles no me han dejado de otra. Además de que necesitaba la aseada.

Termino de cambiarme y empiezo a buscar algo. Es un cuarto pequeño, solo hay un estante en y en una esquina una simple regadera. Ni siquiera tiene un piso y tiene toda la imagen de los baños de la cárcel. Claro, sin los otros hombres viéndote el pene.

Me subo arriba de una cubeta de metal e intento abrir la rejilla de la ventilación. Lo vuelvo a intentar, pero está muy bien atornillado, además de eso... no hay nada.

Me acerco a la puerta y la golpeo fuertemente con el puño dos veces. Se abre inmediatamente y los dos hombres(rubios) me miran furiosos.

—Ya te llevaremos con la señora. — dice uno de ellos.

Me señala el camino con la punta de su rifle y aprieto la mandíbula, caminando frente a ellos.

Prefiero un año en la cárcel a dejar que esta mujer me toque.

La puerta se abre frente a mi dejando ver una verde habitación grande, casi del mismo tamaño de mi habitación en la casa de Callum. Entro y lo primero que veo son dos plantas de interiores, tres sillones rojos de cuero y el ambientador. Miro detrás mío como cierran la puerta, un hombre se queda adentro. En una parte alta se ven dos pantallas planas: una muestra la habitación en la que esta Harriet, esta se encuentra con la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados y se podría decir que se ve tranquila. Pero yo noto la tensión en su cuerpo, en especial hombros.

La otra pantalla cambia cada diez segundos de imágenes, mostrando pasillos, puertas y partes del exterior.

Estamos cerca del mar.

Sonrió. Conozco este lugar, la fábrica abandonada de juguetes.

—Quisiera saber una cosa hijo. —dice Carmen levantándose de uno de los sillones. Hay una ventana pequeña con una reja de fierro cubriéndola casi por completo.

—Mama, — le sonrió encantadoramente. Caminando hacia ella. —creo que deberíamos hacer las paces, esa es una de mis prioridades, pero por cómo has sacado a Harriet de la habitación se que has visto mi discusión con ella. Quiero disculparme.

Carmen me mira extrañada y me hace un gesto con su mano, indicándome que me siente a su lado. Hago lo que me pide y se sienta a mi lado, cerca mío.

El aroma a frutos rojos me inunda las fosas nasales y casi me dan ganas de dejar todo y lanzármele encima para volver a intentar ahorcarla.

—Siempre he odiado que te pelees con tu hermana. — susurra dulcemente levantando un poco la mano, cuando esta se encuentra a la altura de mi mejilla se detiene. Temerosa. La veo un rato a los ojos grises y los cierro de golpe.

Tengo que sacar a Harriet de aquí.

Tomo la mano de Carmen y la llevo a mi cabello. Se le inundan los ojos de lagrimas y sonríe, empezando a acariciar. Vuelvo a cerrar los ojos fuertemente y lucho para mantener una expresión neutral, una que no delate el odio o el asco.

La siendo acercarse más al mismo tiempo que escucho su susurro. — Te amo hijo mío...

Un poco más, solo un poco para poder matarla y sacar a Harriet de aquí.

—No sabes cuanta falta me has hecho. —le respondo abriendo los ojos. Ella busca en ellos algún indicio de que miento. Solloza después de un rato y sonríe. Abrazándome.


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