C I N C U E N T A Y N U E V E .

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Blake.

Escucho un lejano ruido de ventiladores junto a grillos, siento un olor a humedad y un frio recorre que mi espalda.

Los ruidos y olor se intensifican al mismo tiempo que un dolor de cabeza se instala, al igual que en el abdomen y piernas, pero un olor ya conocido es el que me hace abrir los ojos. Sangre. Muevo las manos, pero noto que un frio metal las rodea, giro como puedo la cabeza y estoy encadenado a una esquina, miro mis pies y estos están igual. Me siento y veo a Harriet.

Esta hecha casi un ovillo, igual con las muñecas y tobillos encadenados al suelo y pared, de hecho, si me muevo un poco y jalo de las cadenas la puedo alcanzar. Tiene sangre seca en el hombro y un hilo igual de sangre desde su oreja hasta la mitad del cuello y casi la mitad de la mejilla.

Siento el sabor metálico de la sangre en mi boca y cuando trato de moverme otra vez los huesos me crujen. Miro donde estoy y parece ser un sótano de alguna fabrica abandonada, solo estamos nosotros, una gran puerta igualmente de metal, como las paredes, las cadenas que cuelgan sobre nosotros al otro extremo, la mesa que parece tener bisturís y armas arriba. La habitación es reducida y tiene una rejilla en la cual se cola los rayos del sol.

Vuelvo a ver a Harriet y caigo en cuenta que ambos estamos cubiertos por mantas. Yo una color verde con estampados de helicópteros y Harriet con una color turquesa con estampados de rosas.

¿Como cuando éramos niños?...

Un cansancio repentino me empieza a invadir en el mismo instante que una silueta masculina parece entrar a la habitación, trato de hablar, pero no puedo. Y mis ojos se vuelven tan pesados que se cierran casi por si solos.

ººº

Cuando vuelvo a abrir los ojos estoy a lado de Harriet. Esta tiene recostada la cabeza en mi hombro y se que esta despierta por lo acelerada que esta su respiración, pero, no solo eso cambio, ahora una mujer nos esta viendo y ahora estamos cubiertos por una manta beige.

La mujer se levanta y nos sonríe mientras se acerca a nosotros, seguido de que nos quita la manta y se acuclilla frente a nosotros.

—¡Oh!, que dicha— me dice sonriente—. Le decía a tu hermana recientemente que llevan dormidos casi tres días. Espero tu si me recuerdes.

Harriet se incorpora y siento su mirada, pero yo no puedo alejar mi vista de la mujer ahora rubia y lacia, con su vestido ciñendo sus curvas color esmeralda; y ojos azules.

Frunzo el ceño viendo sus ojos y ella hace un ademan de acordarse de algo. Como puedo y me dejan las cadenas me incorporo al igual que Harriet. La rubia acerca sus dedos a los ojos y veo a Harriet, que mira expectante.

Se quita los pupilentes y después de parpadear nos vuelve a ver, dejándonos reconocer los ojos grises mas claros que los míos. Escucho a Harriet tomar aire y yo me tenso por completo. Ella solo nos sonríe al ver nuestras expresiones.

—Me recuerdan...

Mamá...

Ensancha la sonrisa y se levanta, dejándonos atónitos y por la expresión de Harriet sé que no soy el único afectado, con los sentimientos tan atrapados que sus ojos se vuelven vidriosos. ¿De la confusión y miedo?

—Me alegra que a pesar de que eran tan pequeños me recuerden—mira a Harriet y niega. —hija yo vi como tu padre no hacia nada por tus escapadas desde los quince, pero no fue hasta los 18 que decidí castigarte con lo que tanto hacías en esa época—camina y se vuelve a sentar—. Tenías tanto sexo como tu hermano que te tenia que castigar... después de eso no volviste a hacerlo y me sentí orgullosa de ti. Aunque claro, con la llegada Blake volviste a tenerlas.

—Enviaste a Daemon. —susurra y noto como trata de esconder el temblor en su voz.

—Y a tu hermano le envié una pelirroja para que lo siguiera reteniendo en San Petersburgo, pero nada sale como...

—¿Qué mas has hecho?, ¿Qué otras cosas están detrás de tus "castigos"? —la interrumpo ya furioso.

—Solo los castigo porque su padre no tenia ni tiempo de saber si vivían o no.

Nos sonríe tiernamente.

Se acerca a mi y extiende su brazo, hago mi cabeza hacia atrás golpeándome en el proceso, pero aun así lo ignora y peina mi cabello mientras susurra "mi hijo".

—Mi hijo—suspira casi sin aire Harriet.

Muevo la cabeza rápidamente para que se aleje de mi la rubia esta y veo alarmado el vientre de Harriet donde tiene también un hilillo de sangre seca, miro su rostro y noto como su respiración se descontrola, los ojos se vuelven rojos y el dolor se apodera, viendo la sangre.

—Tranquilos, sobrevivió al accidente.

—¿Entonces porque no lo siento?, ¿Por qué mi vientre se siente vacío? —espeta con odio Harriet entre dientes. Noto que retiene las lágrimas, pero aun así le sostiene la mirada a Carmen.

Un dolor insoportable se instala en mi pecho, y es tanto que siento que me falta el aire, miro a la rubia y siento un ardor recorrerme el cuerpo.

—Sobrevivió al accidente, pero no podía permitir que un bastardo como ese siguiera invadiendo el cuerpo de mi hija. —dice tranquilamente mientras nos da la espalda para ir hacia a la puerta.

—¡¿Qué le hiciste?! —grito moviendo las cadenas para intentar desencadenarme e intentando levantarme. Forcejeo como puedo siendo dominado y cegado por la furia. Temiendo por la respuesta. Las cadenas resuenan y me lastiman cada vez más, pero debemos salir de aquí.

Ella se vuelve a nosotros antes de salir. —Lo mate.

Y se va.

Escucho a Harriet tomar grandes bocanadas de aire y me giro a verla.

Está tomando aire rápidamente sin despegar su vista de la puerta, con un sinfín de lágrimas brotando ya de sus ojos como cascadas, empezando a sollozar.

Intento acercarme mas a ella mientras el dolor se vuelve cada vez mas insoportable, lo latidos del corazón son tan lentos que duelen y me dejan en un estado de debilidad; las lagrimas me salen igualmente de descontrolados que apenas puedo ver, el dolor físico que sentía al despertar se vuelve ahora inexistente para solo enfocarse en el pecho, en el dolor y en la debilidad, además de la impotencia de no poder estar tan cerca como quiero de ella.

—Harriet...—susurro intentando que la voz no demuestre lo roto que me siento, pero es inútil ya que la voz se rompe y el nudo que se instala en mi garganta crece cada vez más. La vuelvo a llamar, pero no me hace caso, sigue mirando la puerta. —mi amor, por favor, mírame preciosa por favor...

Después de tres suplicas más me mira, ambos con respiraciones un poco más calmadas, pero cuando me mira a los ojos ella parpadea rápidamente y deja caer su frente en mi hombro. Llorando, gimoteando, sollozando y susurrando palabras como "la odio", "quiero que salgamos de aquí para que la mate como lo hizo con mi hijo", y después besarme la mejilla y pedirme perdón una y mil veces, aunque sé que no es a mí a quien pide perdón. Volviendo a repetir todo para entrar en su estado de shock, y después quedarse callada, tan silenciosa que me quema, que me hace sentir que caigo a un maldito abismo completamente destrozado. Matándome por dentro y desgarrándome la muerte de mi hijo y el no poder abrazarla y solo poder besar su cabello.

Beso nuevamente el cabello de Harriet y se aleja de mi hombro, respira lentamente por la boca al igual que yo y hemos parado de llorar. Pero cuando la veo tan deshecha y con la mente ida nuevas lagrimas se instalan en mis ojos y como podemos recarga su cabeza en mi pecho, ella escuchando de seguro los lentos latidos, en una tortura silenciosa. La peor tortura de las que podría vivir.

Beso otra vez su cabello al sentirla sollozar nuevamente. Y susurro en un hilo de voz, pero con determinación—Te sacare de aquí mi amor, te protegeré con mi vida y vengare la muerte de nuestro hijo. Saldremos de aquí mi vida. Te sacare de aquí preciosa.

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