C I N C U E N T A Y C I N C O .

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Blake.

Veo a Harriet sacar dos armas del compartimento del auto y colocarlas en su regazo, vuelve a girar su cuerpo en el asiento para ver la camioneta que nos sigue y yo imito su acción. Acelero más provocando que Harriet se pegue al respaldo de golpe.

Vuelve a su lugar y tomo una pistola, y, sin dejar de manejar bajo el vidrio de la ventana para empezar a disparar, sacando un poco mi cabeza para ver.

De un momento el auto intenta salirse del camino, pero logro volver.

—¡Los ojos en la carretera Blake! —me grita Harriet arrebatándome el arma.

La veo de reojo y noto como le quita el seguro a la segunda arma para luego sentarse en la ventana después de bajarla también y tener medio cuerpo afuera. Con ambas armas en cada mano.

Piso más fuerte el acelerador al escuchar como los disparos se unen a la persecución en la ahora vieja y desolada carretera. Escucho como resuena un disparo al mismo tiempo que Harriet maldice, se escucha el disparo de parte de ella y veo por el espejo retrovisor. Le ha dado a la primera llanta delantera, le da a la segunda y bajo un poco la velocidad cuando veo un hilo de sangre descender por el abdomen de Harriet, manchando su blusa blanca.

Maldita sea...

El Toyota se vuelca y antes de que nos alcance y nos arrastre con el vuelvo a acelerar, pero ahora lo necesario.

Harriet vuelve a entrar al auto y tira las armas a la parte trasera, se pone el cinturón de seguridad y hace una mueca de dolor cuando termina su vendado. Me detengo abruptamente y de un rápido movimiento ya estoy sin el cinturón de seguridad y mis manos acunando su rostro.

—¿Dónde? —susurro viendo su rostro para luego observar su cuerpo. Me detengo en su hombro izquierdo, viendo la sangre brotar por la bala.

—Vamos a casa, tengo mis instrumentos médicos allá. —murmura viendo también su hombro.

La beso y vuelvo a mi lugar, pisando el acelerador mientras me turno para verla a ella y a la carretera. La veo rasgar un trozo de la tela de la blusa para después amarrársela en el área de la bala, como si fuera una venda.

La escucho tomar una gran bocanada de aire al mismo tiempo que hace una mueca de dolor. Acelero más.

Cuando entramos a trafico golpeo el volante, los rodeo y acelero cada vez más.

Maldita sea mi chica se está desangrando ¿porque estos hijos de puta no dejan de meterse?

Cuando al fin llegamos a casa me estaciono mal y sin apagar el motor me bajo, saco a Harriet con cuidado y la cuelgo en mi hombro.

—¡Que puedo caminar Blake!, —golpea mi espalda — ¡es el hombro no las piernas! —grita furiosa.

Subo rápido las escaleras y entro a su habitación, cerrando con un portazo y sentándola en el escritorio.

—¿Dónde están tus instrumentos? —pregunto.

Ella pone los ojos en blancos y se levanta.

—Eres demasiado dramático, las cosas están en el segundo gabinete del escritorio.

Dice antes de entrar al baño y dejar la puerta abierta.

Abro el gabinete y noto un sinfín de artefactos médicos. Saco unas pinzas, algodón, ungüento, gazas y alcohol. Las tomo bien y entro al baño.

Cuando estoy dentro la veo sentada en el suelo sin blusa y con un tirante del sostén cayendo por el brazo mientras se limpia la sangre con una esponja, mordiéndose el labio inferior y reprimiendo los quejidos. Dejo las cosas frente a ella y me mira con los ojos llorosos.

Mierda... debió haber sido en el hueso.

—Gracias. —dice secándose la herida y tomando las pinzas.

La veo sacarse la bala y cuando lo logra ahoga un grito, apretando los labios y viéndome mientras traga saliva y más sangre sale.

Suspira y espera a que se disperse el dolor, cuando se tranquiliza intenta tomar la esponja nuevamente. —Déjame. —le digo.

Tomo la esponja, tiro el agua sucia del traste a la bañera y lo lleno por una nueva y limpia.

Empiezo a limpiarle el hombro sin quitar mi mirada de sus ojos, negros como su cabello.

La veo morderse el labio nuevamente y sonrió, ella deja de tensarse y cuando veo nuevamente el agua sucia repito el procedimiento anterior.

Cuando veo que el sangrado ya ceso la seco y tomo un trozo de algodón, pero cuando estoy por remojarlo en el alcohol ella me detiene.

—No, el alcohol mata las células. —me rio entre dientes y ella también lo hace, pero luego suelta un quejido.

—Sin alcohol. —aviso dejando el alcohol a un lado.

Tomo el ungüento y se lo coloco con cuidado.

Cuando termino ella me instruye para que coloque bien la gaza, para que no este tan apretada ni suelta. Cuando terminamos ella me sonríe abiertamente y la ayudo la levantarse.

Ahora a penas y puede mover el brazo. La sigo hasta la cama y ella se gira a verme.

—Creo que ahora debemos tener mucho mas cuidado al salir. —bromea.

Asiento y tomo su rostro entre mis manos.

—¿Cómo te sientes?

Le pregunto porque yo la verdad siento que es mi culpa no poder protegerla y que ahora tenga una herida de bala en el brazo.

Harriet me sonríe reconfortante y enreda los dedos en mi cabello, dándome un tierno beso en los labios. La tomo de la cintura lentamente y ella se separa de mí, uniendo nuestras frentes.

—Estoy bien, —dice dulcemente. — esto no es culpa tuya y mucho menos mía.

Asiento y vuelvo a besarla nuevamente.

Joder que bien se siente.

Me jala del cabello con su brazo bueno y ambos caemos al colchón, logro sostenerme con los brazos para no aplastarla con mi peso, pero ella interrumpe el beso con un quejido mezclado con su risa.

—Creo que mañana iré al Hospital para hacerme una radiografía. —dice intentando mover el brazo izquierdo y acariciarme con ambas manos el rostro y cuello.

Cierro los ojos un momento y vuelvo a unir nuestras frentes, dejándole castos besos en los labios.

—Iré contigo.

La siento asentir y profundizo el beso por un momento. Cuando nos separamos beso su frente, el puente de su nariz, sus parpados cerrados, su mandíbula y nuevamente sus labios, con ella suspirando y empezando a jadear. La alzo un poco en el colchón para que ya no estemos tan en la orilla y suelta un quejido.

—Aun me duele. —susurra.

Me disculpo y me pongo a su lado, nos acostamos bien y me quito la playera para dormir. Ella recarga su peso en el brazo derecho y yo la abrazo por la cintura, viéndonos a los ojos.

—Todavía me falta regañar a Erin. —recuerdo en voz alta.

—No seas tan duro con ella...—dice ya cerrando los ojos para dormir.

Pego mas mi nariz a la de ella y beso una ultima vez sus labios.

—No prometo nada. —murmuro cerrando también los ojos y uniendo mas su cuerpo al mío.

JUGADORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora