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-No preparemos la cena esta noche, mejor salgamos. Ha pasado un tiempo de todas formas.

Le escuché decir cuando salió de la ducha. El cabello mojado dejaba que las gotas cayeran en su rostro, siguiendo su silueta y terminando en su pecho, detenidos después por su mano sosteniendo una toalla. Qué espectáculo. Todas las piezas de arte cubriendo su piel, haciéndolo parecer rudo, oscureciéndolo. Qué mundo ignorante. No podían verlo, la pureza de su existencia. Qué mundo ciego, perdiéndose de algo como aquello.

-¿Me escuchaste?

Lo hice, sí, pero me había perdido otra vez en él.

-Lo siento.

Me disculpé y dejé de lavar los vegetales. Él apareció por detrás y sostuvo mi cintura, descansando su barbilla en mi hombro. La sensación de su respiración impactando mi cuello, otra memoria inolvidable, otra razón para perder mi sanidad.

Me quedé allí hasta que abrió los ojos y despegó sus manos de mi piel.

-Sobre el otro día...

-Lo olvidemos. Esta noche será sólo para nosotros dos.

Dijo, y se dirigió hacia la habitación para cambiarse. Lo seguí, arrepentida por no haberle explicado, por no poder decirle que estaba bien.

La inmaculada camisa blanca comenzó a cubrir su pecho. Qué pena, porque la vista era maravillosa. Todo él lo era. Me acerqué y lo ayudé a prender los botones. Sonrió y dejó sus manos a los costados para que pudiera seguir con mi trabajo. Sus ojos no dejaban de bendecirme, calmando mi respiración como si en realidad fuera él quien controlara mi cuerpo. Alcancé el último botón. Sostuvo mi barbilla y la elevó, abriéndose camino hacia mis labios, llevándome al cielo con el sabor de su boca.

Lo amaba tanto.

Me puso sobre la cama y comenzó a desvestirme. Sus acciones no coincidían con su mirada. El abismo era puro pero sus manos estaban rebosantes de pecado, trazando líneas en partes en donde mi sensibilidad lograba explotar, volviéndome loca.

-¿Qué eres?

Le gustaba preguntarme, y aunque lo había escuchado varias veces, todavía me sentía renacer después de esas palabras. Era una simple mujer pero cada vez que hacía esa pregunta me transformaba en una de sus obras maestras.

Mi espalda se arqueó y él tomó ventaja de aquello, levantándome, haciendo que mi trasero descansara en su regazo. Todas mis extremidades lo enredaron, fusionándonos. La camisa todavía estaba allí pero tenía que irse. Los botones que había prendido antes, casi los arranco y cuando por fin estuvo libre, su pecho dejó toda su tibieza transportarse a mi cuerpo, dejándome satisfecha. Lo necesitaba, dejar que el frío de mi encarnación desapareciera entre sus brazos.

Me dejó sobre las sábanas otra vez y deshizo la unión en sus pantalones, mientras yo miraba todo aquello con brillantes ojos. Dejé que los sentimientos lujuriosos se esfumaran en ese momento. Estar con él de esa manera era algo que iba más allá. Un viaje, abriendo la puerta para ese universo de dos que compartíamos. Desató mi cabello y lo acariciaba suavemente. Me besó de nuevo y dejé que las sensaciones me llevaran hacia ese lugar, el lugar en donde la belleza era creada. Dos cuerpos juntándose para dejar que toda clase de sonidos vinieran a la vida. 


N/A: la banda de la canción que puse en este capítulo me la recomendó Yongguk (? así que ahora se las recomiendo a ustedes. Los sonidos y las letras me inspiraron demasiado para escribir esta historia, por lo que no va a ser la última canción de ellos que voy a publicar :) Espero que les haya gustado el capítulo. Saludos! 

Loving you [BangYongguk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora