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BYG

¿Era nuestro amor tan peligroso como la gente lo veía? ¿Estaba realmente destinado a la autodestrucción? ¿Dolería tanto si siguiéramos amándonos de esa forma? Me lo había preguntado antes, cuando sus acciones se tornaron peligrosas, cuando mi mente comenzó a preocuparse por ella más de lo normal. La simbiótica relación que no nos permitía mantenernos distanciados, solamente generaba más dudas. Todas mis ideas acerca del amor se balanceaban en un acantilado.

Volví a la casa cuando las luces estaban apagadas y el silencio cubría las paredes. El camino desde la sala hasta la habitación fue descorazonador, porque sabía que ya estaría dormida, su rostro cubierto en lágrimas o las huellas de éstas. Odiaba verla llorar, porque era incapaz de detenerlo, porque incluso cuando fuera de felicidad, no se detendría. Lloraría todo lo que quisiera, tiñendo sus ojos de rojo, quedándose sin aire, cansada.

La cama, más grande que nunca, me recibió vacía. Miré alrededor, y oscura como estaba, me aspiró hacia un agujero negro lleno de angustia y dolor. ¿Realmente se había ido? Corrí hacia el baño, fui hacia el balcón. No estaba allí. No estaba en ninguna parte. Me maldije por ser lo suficientemente tonto como para dejarla sola por unas horas.

No.

La realización de lo que mi menté pensó en ese momento, me azotó. ¿Estaba tratando de mantenerla como una prisionera? ¿Era mi intención encerrar su libre espíritu en el apartamento como si se tratara de una celda? ¿Era esa la razón por la que me sentía tan enojado conmigo mismo? No quería creerlo, pero todo estaba gritándome que sí.

Entonces, como siempre, Himchan tenía razón. Eso no era amor. No había posibilidad de que aquello fuera llamado amor. Entonces ¿qué era? Esos ligeros sentimientos naranja que sentía mientras la miraba dormir, el dulce aroma a flores, la frescura del océano en el sudor que caía sobre mí cada vez que hacíamos el amor, la naturaleza misma atrapándome en sus brazos... ¿Eso no era amor? Entonces fui un idiota todo este tiempo.

Mi teléfono esperando por la reacción de mi cuerpo, descansaba en mi bolsillo. Lo tomé y la llamé, acción sin sentido porque por supuesto que no me respondería. Sus cosas estaban hechas un desastre dentro de la habitación ahora alumbrada por una de las lámparas. No había tomado todo, pero la mayoría había desaparecido. Parecía como si la única cosa que quedaba era su perfume, suave y delicado como toda su existencia cuando no estaba triste.

Me preguntaba cómo había descubierto que era ella quien me preocupaba, cómo se enteró de mi promesa de dejar de fumar cuando se convirtiera en parte de mi vida. ¿Sabía todo aquello pero no sabía que no me iba a permitir perderla otra vez? ¿Creyó que sería tan fácil como la primera vez? Sentado en la cama, miraba a través de la ventana esperando que las estrellas finalmente me dejaran saber algo más que el hecho de que estaba destruido...otra vez.

El amor era complicado, lo sabía. Nunca lo había visto como algo simple, hecho solamente de flores y canciones alegres, de otra forma, no sería asociado con el dolor y los días lluviosos como en realidad sucedía. Pero nunca esperé que fuera tan difícil como lo era para nosotros. Porque todo lucía perfecto, todos envidiaban la forma en la que nos mirábamos, sin querer soltar nuestras almas, deseando que el día durara más de 24 horas. Porque después de rencontrarnos, pensamos que nuestras lágrimas cesarían, pero parecía que todo era una ilusión en la que los dos habíamos caído.

Quería llorar, pero honestamente no podía permitirlo. Si las lágrimas comenzaban a correr, estaría perdido. Mis piernas comenzarían a temblar y mi pecho sentiría emociones mucho más fuertes de las que sentía en aquel momento. Necesitaba salir de aquel lugar y encontrarla.

Mis pasos comenzaron a ir hacia la ciudad, aunque estábamos bastante lejos. De todas formas, caminé a través de la avenida principal y miré hacia todos lados, tratando de atrapar a la frágil criatura escondida en algún rincón. Tenía miedo de que algo le hubiera pasado, pero el temor era más grande cuando mi pesimismo me llevaba a un universo en donde ella se había subido a algún autobús con destino a una alejada ciudad a la que yo no podría llegar. Los latidos parecían detenerse cuando eso pasaba.

No era un hombre de fe, no creía en ningún dios específico, pero recé cada minuto de esa noche para que las misteriosas fuerzas que una vez nos había reunido, no decidieran alejarla de mí. Esperaba haber sido una buena persona, lo suficiente como para recibir alguna de sus bendiciones.

Ni siquiera me di cuenta y las luces comenzaron a cegarme. Caminaba automáticamente, sin un alma que fuera parte de mí, solamente movido por el conocimiento de mi objetivo: encontrarla. La música fuerte, los estruendosos bares, mi figura tambaleándose, encubriéndome como una más de todas esas personas borrachas. Un sorpresivo manto de ira me cubrió. Estaba enojado porque sabía cómo iba a ser todo si ella no aparecía. El enojo era la manera de protegerme del miedo que tenía al pensar en volver a aquel agujero.

¿Por qué era tan difícil para nosotros? ¿Por qué estábamos destinado a vivir así? Otras personas no mirarían los atardeceres como nosotros, no tomarían vino hasta el amanecer mientras escuchan las armoniosas melodías del jazz, no sentirían cómo sus cuerpos parecían desvanecerse cada vez que se abrazaban. Pero otras personas tampoco sufrirían cada mañana cuando la endemoniada rutina los llamara para separarse del embrace que los mantenía unidos, ni tampoco sabrían de lo triste que era pensar en el verano. No sabía quién de nosotros era más desafortunado.

Supongo que era yo, y mi tonta existencia, la que había sido hurtada por una simple mujer, una llena de problemas y grises sentimientos, pero una a la que no le pediría cambiar nada, porque era así que había comenzado a amarla, y era así como quería seguir haciéndolo.

La historia de amor perfecta...no existía, porque no había nadie perfecto, porque de otra manera sería aburrido, porque encontrarme a mí mismo riéndome de sus torpes acciones no sería una de las cosas que más atesoraba. Dios ¿por qué no aparecía?

La ciudad estaba llegando a su fin, los amplios caminos se abrieron ante mí y finalmente comencé a temblar. Era momento de regresar.

-Por favor.

Me arrodillé a un lado de la calle, mirando hacia el cielo, esperando que alguien, quien fuera, me ayudara. De manera incontrolable, las gotas de agua comenzaron a rodar, humedeciendo mi camiseta y dejándome sin aliento. Mordí mis labios tratando de sofocar los dolorosos sollozos pero ya estaba perdido ¿Cómo no estarlo?

Divertidos juegos de la vida, ya ni siquiera era destino ¿qué era aquello de todos modos? La historia se repetía y ahí estaba otra vez, sumergido en la oscuridad, esperando por algo que sabía no sucedería, culpándome sólo a mí mismo. Porque a mis tontos ojos, ella nunca haría algo para lastimarme, porque era solamente yo quien pensaba que sabía cómo amar, el que la asustó, quien la abrumó con esos profundos pensamientos que ella no podía entender. Sí, eso era lo que había pasado. 

Loving you [BangYongguk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora