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-¿Qué es la lluvia para ti?

Tomándonos de las manos, caminábamos por una desolada calle. Las gotas caían persistentemente contra nuestro paraguas y nuestros zapatos estaban completamente mojados. Esperé por su respuesta, pero cuando unos minutos pasaron y no la recibí, pensé que no me había escuchado. La unión de nuestras manos se volvió más fuerte y elevé mis ojos para encontrarme con su rostro. Vi allí, un pequeño ceño y la mueca en sus labios. Sintió mi mirada en él, así que bajó la suya para poder mirarme, haciendo que su curiosa expresión desapareciera.

-¿Por qué me preguntas esto de repente?

Sentía la urgencia de saber en su voz. Sin que nos diéramos cuenta, nos detuvimos frente a una tienda y nos quedamos mirándonos.

-No sé, siento que es algo importante y tú siempre tienes palabras lindas para describir las cosas...quería...

Me sentí algo tonta, pero la pregunta apareció tan rápido en mi cabeza que ni siquiera pude pensarla antes de que se escapara de mi boca. Yongguk asintió y continuamos la marcha, no sin antes sacudir el paraguas para deshacernos del agua en él.

-Bueno, la lluvia...

-¿No crees que siempre está asociada con la tristeza?

Todavía a mi lado, parecía ahora invisible, silencioso. Sus ojos se mantenían enfocados en los caminos resbaladizos frente a nosotros, reflejando las luces. No podía distinguir si estaba pensando o había decidido pretender que lo hacía para poder ignorarme sin culpa.

-¿Acaso no es triste? Las calles vacías, el sol escondido, la gente atrapada en sus casas...

Luego de un tiempo, pude volver a escuchar su voz.

-Para muchas personas, pero quiero saber qué piensas tú.

No nos mirábamos, pero nuestras voces eran suficientes para descubrir la emocionalidad encubierta. Un semáforo nos detuvo otra vez en una esquina.

-Y ¿qué piensas tú?

-Mhm...que la lluvia es más que aquello que la mayoría de la gente piensa...

Mi frase fue interrumpida por una inesperada sonrisa. El hilado de mis pensamientos me había hecho llegar hacia otra cosa con la que podría comparar a Yongguk. Y así, mientras parecía que me concentraba en la luz roja frente a nosotros, me dejé llevar por la asociación de imágenes que me confirmaban cada vez más que no sólo eran los atardeceres los que me traerían a la mente aquel rostro y ese aroma tan distintivo. Era las gotas de agua que resbalaban contra los vidrios, creando patrones que simulaban aquellas maravillosas pinturas en museos. Era las luces titilantes que debían encenderse antes de tiempo porque de repente todo se había vuelto oscuro. Se trataba también de la maravillosa fragancia que se desprendía de la tierra cuando el agua colisionaba en ella. Era fuente de vida y salvación, compañía en los momentos de melancolía. Se trataba de esa sensación de realización, a través de los sonidos, de que algo estaba sucediendo afuera.

La oscura puerta se hizo presente frente a nosotros sin que tuviera la oportunidad de notarlo. Nos adentramos en la sala y dejamos las bolsas sobre la mesa antes de seguir nuestro camino hacia la habitación.

-Aquí tienes.

Me dijo, alcanzándome una toalla.

-¿Vas a decirme eso que estuviste pensando?

Había permitido que mi transcurso entre pensamientos, se volviera más entretenido que la realidad, y así me olvidé que jamás terminé con aquella explicación.

-Sí. Creo que eres como la lluvia.

Aunque se encontraba de camino al baño, decidió detener sus movimientos y regresar al lugar en el que yo estaba, ahora ocupada secando mi cabello.

-Creí que era un atardecer ¿ya no lo soy más?

Colocó la toalla que sus manos sostenían alrededor de su cuello, y tomó asiento en la orilla de la cama, dirigiendo su mirada expectante hacia mí.

-Todavía lo eres, pero ahora también creo que eres como la lluvia.

Asintió. Llevó una de sus manos a su barbilla y se quedó allí, otra vez en silencio. Yo dejé el pedazo de tela blanco en una de las esquinas de la habitación y busqué luego en el armario, una camiseta seca. Afuera, los pequeños golpecitos contra el vidrio, se volvían cada vez más insistentes. Suspiré y continué cambiándome.

-¿Eso es todo? ¿No me vas a decir por qué crees eso?

No había llegado a aquella conclusión sin antes tener razones para hacerlo, pero me sentía demasiado avergonzada como para dejárselo saber. Todo el tiempo lo tenía en la mente y eran las cosas más cotidianas y sin importancia, las que me devolvían su imagen a la mente. Pensé que se haría la idea de que sólo me interesaba por él, y que no había otras cosas que me preocuparan o llamaran la atención.

Lo escuché acercarse a mi lado una vez más, pero esta vez se pegó a mi espalda y rodeó mi cintura. Parecía aquella, ser su forma predilecta para tomarme en brazos, repitiéndola en cada oportunidad que tenía. Su suave respiración comenzó a impactar contra mi cuello y la tranquilidad se hizo sentir inmediatamente. Cerré los ojos.

-¿Lo ves? Sí eres como la lluvia.

Le dije, sin querer hacerlo en realidad. Chistó y con aquello casi podía sentir la sonrisa que se me formó después.

-Quiero saber por qué. Me dijiste que la gente piensa en ella y la asocia con la tristeza ¿Crees que la gente me ve así?

-También dije que yo pensaba que había algo más, que la lluvia era más que días grises.

Era imperceptible, pero así unidos, nos desplazábamos dentro de la habitación, simulando un baile algo desprolijo.

-¿Qué es?

-Calma. Una tibieza que recorre mi cuerpo y se amontona en mi pecho. Sonidos que me hipnotizan y me hacen abandonarme a su ritmo. Mirar por la venta y pensar que es el momento adecuado para detenerme y respirar, enfocarme sólo en las gotas impactando el suelo.

La danza se detuvo y sin esperarlo, Yongguk se paró frente a mí para sostener mis desenfocados ojos con los suyos. Aquellas profundas esferas siempre contenían galaxias cuando me miraba en ellas. Y las caricias que comenzaban usualmente en mis mejillas y luego viajaban hacia mi cabello, podían cada vez, iniciar el florecimiento de las miles de flores que se amontonaban en mi pecho. Sus besos tibios como aquellos días de sol en los que nos encontramos, no una sino dos veces, me mostraban el camino hacia nuevos estados de locura y yo...solamente podía dejar que me dirigiera hacia allí, porque aquel, conocedor de todos los secretos que mi existencia poseía, era para mí más que un hombre. Se trataba de la encarnación de la naturaleza misma, el creador de todas aquellas cosas que amaba.

-Si dices todas esas cosas, voy a considerar decirle a Daniel que me despida y te ponga a ti en mi lugar.

Sentenció, después de corroborar en mi mirada, que había regresado del trance. Sonrió y girándose sobre sí mismo, se encaminó hacia el baño, por fin. 

Loving you [BangYongguk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora