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BYG

-¿Estás escuchándome?

Su mirada no se encontraba en mí, ni en la distancia. Aunque las acarameladas circunferencias estaban frente a mí, ella, su alma, parecía haber desaparecido. Sostenía su rostro esperando su respuesta pero no había nada, ella no estaba allí.

La pegué a mí, la abracé fervientemente y esperé. La dejé viajar, nadando en esos oscuros pensamientos suyos, pero resguardando su terrenal existencia para cuando decidiera regresar. ¿No sabía acaso ella que siempre estaría ahí? Mirándola entretenido mientras la tarde transcurría y ella descansaba en el negro sillón de la sala, retratando aquel precioso momento en un mísero pedazo de papel, anhelándola y al momento en que sus pestañas descubrieran la dulce mirada. ¿No sabía ella que así quería amarla?

La noche cayó sobre nosotros y poco a poco, sus estáticas extremidades cobraron vida. Suspiré profundamente, aliviado, arropándola con mis brazos todavía más. La tibia respiración colisionaba contra mi piel. No esperaba que hablara, porque usualmente aquella no era su forma de comunicar las cosas. Alena se expresaba con sus acciones, con sus emociones transmitidas en miradas profundas, y por eso me sorprendí al sentir sus pequeñas manos alejándome de su lado.

-Necesito estar sola.

Sin negarme, tomé mi chaqueta y salí de la casa, en busca de aquel cielo que inútilmente promesaba respuestas. Parecía como si eso que había estado queriendo hacer por un tiempo, se me era impuesto contra mi voluntad. El teléfono sonó.

-Bang, necesito ayuda con la canción que estoy escribiendo, ¿tienes un tiempo ahora?

Himchan se asemejaba a aquellas madres poseedoras de un tenebroso sexto sentido. Sus llamadas y mensajes solían aparecer siempre que mi corazón se sentía intranquilo. Quería saber cómo lo hacía.

La oscura habitación me recibió como en los viejos tiempos cuando pasaba los días y las noches encerrado, padeciendo la ausencia de la criatura que ahora había dejado sola en casa. Nuestra historia parecía estar sellada por el sufrimiento de ambos. Comenzaba a odiar el hecho de que creíamos que aquello era amar. Caminé dentro y sobre uno de los sillones, encontré a Himchan sosteniendo una lata de cerveza.

-¿Y los demás?

-Se fueron antes. No hay mucho por hacer.

-Tú tienes que escribir la canción, es tu deber como líder.

Usualmente era yo quien recibía los regaños, pero ese día quise invertir los roles, esperando que así no se diera cuenta del motivo detrás de la extenuada expresión.

-Yo no debería ocupar este lugar, sabes que te corresponde a ti.

-Déjate de tonterías, ¿cómo podría yo...?

Se levantó de su asiento y caminó hacia mí, todavía sosteniendo la lata. La estiró y me la entregó, pidiéndome luego que ocupara el lugar a su lado en el sillón.

-¿Sabes cuál es la peor parte de todo esto? Que no puedo evitar meterme. Ahora dime ¿qué sucedió?

La perforante mirada atravesó mi frente y sentí la necesidad de soltarle las diez mil palabras amontonadas en mi cabeza. Aquel era otro de sus poderes. Tomé un trago del líquido amargo y suspiré, antes de intentar explicarle qué había pasado.

-Las cosas no están bien. Ambos estamos tan llenos de dudas que los momentos que se suponen de felicidad, se tiñen de gris en un instante. No podemos cambiarlo, y somos tan malos mentirosos que hasta resulta gracioso, que pretendamos sonreír y disfrutar pero en realidad estamos temiendo el momento de la separación. Hoy me pidió que le diera un tiempo, y yo me negué. No puedo dejarla, no quiero hacerlo tampoco. La última vez que salí de aquella casa por más de tres días, la encontré en el suelo, llorando. ¿Cómo voy a dejarla entonces?

Himchan no inmutaba su expresión, mientras observada cómo los pesados sentimientos se escapaban por mi boca. Elevé la vista, juntándola con la suya, esperando su respuesta.

-Deberías hacerlo, al fin y al cabo ese es su deseo.

-No estás entendiendo, ella me necesita...no puedo...

-¿Acaso no recuerdas? Fue eso lo que te llevó a aquel agujero la primera vez ¡no puedes volver allí! La necesidad de tu compañía no debería ser la única razón por la que decidas quedarte a su lado. Eso no es amar, Yongguk.

Una simple mujer, como el resto de las que circulan por este mundo, alguien lleno de problemas, alguien complicado de entender. Era alguien a quien yo le había prometido estar siempre, sin importar qué, sin medir el tiempo, sin temer el futuro. Aun cuando ella quisiera alejarme, yo había prometido quedarme. Descansé la cabeza entre mis manos y mantuve silencio, tratando de hacerme a la idea.

-Le dije que le enseñaría a amar...ni siquiera yo sé hacerlo...soy un idiota.

-El problema es que ambos lo son, par de idiotas.

Sentenció a mi lado y luego se dirigió hacia la salida. Regresó después con un cuaderno en sus manos y comenzó a trabajar. 

Loving you [BangYongguk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora