Capitulo 11

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CAPITULO 11

HUYE O BESAME.

No dejo de picar el plato de comida frente a mí. Me remuevo incomoda, con una sensación extraña en todo mi cuerpo, sin duda alguna, no me siento para nada bien, y sé que no es un malestar físico, en lo absoluto, mejor dicho, es un malestar mental, definitivamente es un malestar mental.

Ayden Cross...es mi malestar mental.

Bebo el refresco de cola, claro está que es lo único que he ingerido. Y continuo con ese juego monótono, soso y aburrido de picar la comida.

¡Agh!

—¿Te sientes bien? —Thomas pregunta, y son consiente que he estado tan sumida en mi malestar, que lo he ignorado casi toda la comida.

—En realidad no. —Suelto. —Me siento cansada. —Digo, y claro está que estoy siendo una mentirosa.

¡Eres mala Amber!

—Deberías de ir a descansar. —Su tono dulzón, me hace sentir culpable. Trago saliva, y le doy una ligera sonrisa.

—Debería. —Confirmo. —Lo siento, Tom. Prometo recompensarte, estoy siendo tan mala compañía que...

—Descuida Amber, te entiendo.

Thomas pide la cuenta, y yo siento un nudo en la garganta por ser de esa manera, pero en realidad, juro por dios que las palabras que Ayden me dijo hace unas horas no dejan de rondar mi mente, y es que no puedo aceptar el hecho de que como puede dominar mi estado mental con tan solo unas palabras.

Pienso en que, si yo diera paso a eso, todo lo que se vendría encima, mi trabajo, las miradas reprobatorias, los murmuros.

Ni siquiera sé por qué demonios estoy pensando en una mínima oportunidad.

Estoy mal...

Definitivamente mal.

Regresamos a la Universidad, y ambos tomamos rumbos diferentes. Me siento culpable, me siento mal. Solo quiero llegar a casa y aventarme a la cama.

Y lo hago, me olvido de todo, de todos y dejo que el Morfeo se apodere de mí.

Desconozco cuanto he dormido, pero los golpes en la puerta me despiertan.

¡Demonios!

Perezosamente me levanto, refunfuño por que me han levantado de mi confortable sueño. Me estiro, mis huesos crujen, pero se siente tan bien, abro la puerta.

—¡Amber! —Un grito dulzón me hace despertarme de golpe. El sueño de ha ido.

Unos brazos enormes, confortantes me abrazan fuertemente. El olor a fragancia masculina inunda mis fosas nasales. Trago saliva, y no puedo evitar sonreír ante el imponente hombre que me abraza.

—¡Alejandro! —Chillo.

—Hola. —Damián pasa de largo. Su mal humor es evidente.

—¿Por qué no me hablaron? Hubiera pasado por ustedes.

—No quisimos molestarte cariño. Imaginamos que haz de estar cansada y...

—Patrañas, me hubieran hablado.

Me giro sobre mis talones, para encontrarme a un Damián sentado en el sofá, con una cara de mierda, y como es costumbre, algunos golpes en el rostro.

—No habíamos quedado en que...

—No entiende Amber, ya me cansé de hacerlo entrar en razón. —Alejandro interrumpe. —No se que demonios quiere lograr, no se que demonios quiere demostrar.

Yo te haré olvidar, Amber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora