Capítulo 13.

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Por más que aquella confesión fuera tan de la nada, Geno sí la había podido captar y guardar, es más, necesitó tiempo para poder digerir lo que había dicho, y saber que no se había equivocado y solo lo imaginaba. Era complicado porque de Blard podía esperar infinidades de cosas, era tan amable, servicial... Y ahora por tales acciones de hace días, no podía dejar de pensar en lo lindo que era. 

Claramente había pensado eso tiempo atrás, pero no con la misma intensidad, como si tal impulso del baile había sido estímulo suficiente para que su mente se abriera a más, un empujón suficiente para que Blard dijera tales palabras con tal naturalidad, y que sin necesidad de más frases supiera que le estaban dando tiempo a responder. ¿Cuántos meses llevaban conociéndose? Más de ocho, y producir esos sentimientos bajo a su perspectiva debieron ser más, o es que también entraba el factor de que se veían todos los días.

Muchas cosas pasaban por su cabeza, pero del tema no se había vuelto a dar entre los dos; los días pasaron como de costumbre, acercándose a la fiesta de disfraces, Blard seguía como siempre, sin ser presa del pánico por lo que Geno podría decir como respuesta, y es que, sentía que todavía no le conocía para poder penetrar aquel escudo que era su sonrisa, poder saber lo que pensaba, pues de conocerlo, sabía muchas cosas, sus costumbres, sus gustos, hasta sus horarios, todas impresas en una lista que aprendió solo por ser diarios, técnicamente él era parte de su vida al ser compañeros de casa, tenía la ventaja de estar con él más tiempo que el resto, y conocerlo a profundidad.

Ese día era domingo, para la suerte de ambos tenían día libre, Geno pensaba poder terminar sus confusiones por un día, necesitaba ese tiempo de respirar, tranquilizarse y dejar que el ambiente pudiera ayudarle, pues todos esos días por más que Blard estuviera normal, trabajaba más de la cuenta, tomando algunas horas extras llegando más tarde.

No obstante, como si el domingo fuera un día más, al bajar las escaleras con el pijama, vio a un trabajador Blard limpiando efusivamente el salón, acomodando todo y pasando un paño por los muebles, todo por turnos de lapsos cortos, era como si fuera el día de la limpieza de primavera, y exactamente estaban entrando por esa fecha.

— Blard. —Llamó Geno, llamando la atención del susodicho, pero no frenó de barrer.

— Hola, Geno.

— ¿No crees... que estás haciendo mucho a la vez?

No supo cómo, pero se imaginaba a Blard con delantal y un paño en la cabeza haciendo el aseo, parado en la escalera vio cómo por fin el mayor se detenía, afirmándose en el palo del escobillón.

— Si me vieras cuánto hacía en el campo cada vez que llegaba de estudiar. Hubieras denunciado a mis madres por trabajo infantil.

— ¿Y lo era?

— No, claro que no, me gusta trabajar, ha sido parte de mi vida desde muy pequeño, como el de perseguir gallinas o huir de ellas.

Ambos terminaron riendo, señal que el mayor entendió para proseguir en su limpieza, empero todavía no le aliviaba saber que el contrario estuviera tan activo en un día domingo, donde ni siquiera él mismo tenía deseos de hacer más que estar tirado en la cama y descansar de las obligaciones de un adulto, Blard en vez de repeler estas, las tomaba con sumo placer. Geno ya entendía de dónde salió tanta resistencia y músculo.

Terminó por bajar las escaleras, no podía dejar que el más alto estuviera así, al menos no hoy cuando quería conversar y hablar del tema de hace días de forma indirecta, o buscando alguna respuesta porque no creía que Blard fuera quienes huyen de lo que dicen.

Tomó uno de sus brazos, deteniéndolo, Blard le miró pestañeando un poco antes de abrir la boca queriendo hablar, pero el albino tomó la palabra primero.

— Hoy es domingo, ahora vives conmigo, y como es mi casa, vas a descansar. Ya no hay polvo que quitar.

— ¿Quieres hablar sobre lo que dije el otro día, verdad?

Golpe directo para Geno, que tuvo que soltar su brazo, y bajar ligeramente la mirada, con eso pudo saber a la perfección que sus especulaciones sí fueron reales, que Blard se sentía atraído por él, en pocas palabras, le gustaba, lo estaba viendo de otra forma, y es que... Tampoco era el único, la visión que tenía sobre él era distinta de los demás, siempre se sonreía en el trabajo al recordar que podía estar después con él y disfrutar, que no importa el peso de sus hombros, el castaño lo aliviaba con tal facilidad que oír su risa lo hacía suspirar.

Joder, se repitió en la cabeza, sentándose en el sofá, invitación para que el mayor dejara las cosas a un lado y se sentara junto a él, ¿Qué sacaría con hablar del tema? No estaba todavía seguro de lo que tenía que decir.

— No sirve hablar si estás tan tenso. —Dijo en una excusa, aunque verdadera al atinar cierta peculiaridad que tenía el castaño.

— Es complicado, suelo trabajar demás cuando estoy fuera de mi área de confort.

— ¿No estás cómodo...?

— Oh, no, no en ese sentido. —Sonrió— Sino cuando realmente no sé lo que va a pasar respecto a algo.

Geno le miraba de reojo, distinguía en su expresión que mantenía la calma, incluso si no fuera correspondido. Era impresionante, envidiaba esa capacidad de estar apacible en todo momento, suspiró.

— Debes de tener siempre algo que decir.

— Más o menos... Pero con esto no puedo, agradecí que pudieras captar lo que quise decir anteriormente, y te doy tiempo, el que desees, Geno. —Cerró sus orbes— No te presiono, y tampoco obligaré, más que ser honesto conmigo, es serlo contigo mismo. —Respiró profundamente desviando la mirada, una tranquila, hacia la televisión apagada, ahí había un vago reflejo de ambos— Los sentimientos para mí son claros, puede que no lo haya sentido del mismo modo que hacia ti, pero el latido de mi corazón cada vez que logro sacarte una sonrisa es único.

Eso le hizo sentir un leve ardor en sus mejillas, se sentía muy especial por ser el objetivo amoroso de alguien que cualquiera consideraría un personaje de ficción, de alguien que creería que pertenece de una utopía. Geno no supo cómo responder, solo miró el suelo, después su rostro y repitió el ciclo unas cuantas veces antes de, con mucha vergüenza girar el rostro hacia él.

—Si te digo... ¿Estarás más tranquilo? ¿Dejarás de hacer tanto y podremos hablar como cualquier día domingo juntos?

— Eso y mucho más.

Romántico... Dulce, galán, tantas palabras para poder describir al mayor, Geno no sabía, realmente no sabía cómo responder, pero estaba claro que lo quería de una forma distinta, pero probablemente, por orgullo, solo pudo inclinarse a él para ser abrazado y decir.

— No lo sé.

Blard risueño suspiró, correspondiendo el corto abrazo antes de separarse, fue un gesto pequeño pero suficiente para llenarlo de felicidad, le guiñó el ojo y tomó la escoba para dejarla en su lugar, y asomarse desde la cocina para llamar a un absorto amigo-con-derecho.

— Te voy a enseñar cómo hacer una infusión, ¿Te parece?

Geno sonrió, agradecido de que al menos su respuesta no fue negativa, podía seguir con normalidad algún tiempo más, contento al menos de tener más conocimiento de la vida del otro a través de sus historias de cómo hacer sus tés. 

Hogar de Dos | 30 días de OTP [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora