Capítulo 4

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Hace años que no caminaba por largos prados sin oír el ruido del motor de los automóviles circundado en las autopistas o carreteras, solamente era audible el melodioso sonido de la naturaleza, el aire puro y fresco que entraba por su nariz y desvanecía en un largo suspiro de complacencia. Así se sentía observando los árboles, oscilando con la brisa correspondiente de la estación del año. 

— ¿Hace cuántos años no visitabas el campo? —La masculina voz del responsable de que estuviera pisando en ese instante lo que era un lugar sin contaminación interrumpió sus pensamientos, a lo que se arregló el cabello y respondió con algo de duda.

— Creo que... Hace más de diez años.

— Siento que disfrutas el ambiente, en realidad, no esperaba que cambiaras de opinión.

— Sentí que fue de mala educación negarte la propuesta, más teniendo en cuenta lo tanto que has hecho por mí.

Blard rió, como estaba tras el albino tenía que imaginarse su expresión. Geno se volteó alzando una ceja, sin comprender el por qué había reído a su respuesta.

— Perdón, pero haber pedido tu ayuda no era del todo cierto. Pensaba que era la única forma que aceptases liberarte de tus presiones.

— ¿Me engañaste?

— No del todo, lo hice por ambos, mi mamá había pedido que viniera porque mi madre ha ido de compras este día, y ante mi ida a la ciudad, las cosas no han resultado del todo. Necesitaba que vinieras para, por lo menos, hacer ameno este día, y que a la vez disfrutes el lugar. ¿Dos por uno, no?

El mayor pasó su mano por su cabello castaño, mientras observaba la casa que estaba cercano a ambos, habían caminado unos veinte minutos de la estación de trenes para haber llegado allí, algo relativamente cerca para dar a paso el campo. El albino miró donde las pupilas verdes pero claras se dirigían, había aceptado la oferta de acompañar a su compañero de cuarto porque pensaba que podía ayudar y devolverle el favor de todo lo que había hecho en su hogar y a él, pero había caído en un simple engaño entregando al contrario otro punto por cosas buenas y bondad. No había razón para amargarse, y menos recordando su pasado en los prados, el engaño había sido por una buena causa, por lo tanto, terminó por suspirar con una sonrisa, una gentil donde sus comisuras se extendían en una media luna, una expresión que le agradaba a Blard.

— Sí, suena bien, algo injusto, pero cualquier cosa puedo esperar de ti, Blard. —El aludido reprimió su risa, acercándose al contrario para palmear su hombro con cuidado.

— Gracias por entender. Aunque no lo creas, tu compañía me es suficiente, lo que hago es solo para agradecer por compartir tu casa con alguien desconocido, es lo menos que puedo hacer.

— Haces suficiente con pagar lo tuyo, no tienes que hacer tanto por mí, me avergüenzas.

— Lo siento, pero lo seguiré haciendo. —Guiñó un ojo el mayor, Geno sintió cómo subía la sangre a sus mejillas al comprender a qué se refería— Vamos, te presentaré a mi mamá.

Geno asintió pensando en lo dicho por el adverso, seguía palpando la pena al ver que alguien se preocupara tanto por liquidar una estadía, con pagar parte de las cuentas era más que suficiente. Aún así no era el momento de tener ese malestar revoloteando en su cabeza, menos ahora que podía tener un momento de relajación fuera del trabajo después de semanas de presión extrema.

Saludó a la madre de su compañero con una sonrisa y presentaciones normales, aquella mujer aparentaba menos que su edad y le sorprendía que pudiera seguir con las labores de un campo tan amplio, su carisma le hacía recordar bastante a ambos hijos de ella, aunque su mirada parecía titubear a la hora de hablar sobre su pareja, parecía un tema que era mejor no meter narices pero estaba bastante curioso. Pudo preguntar a Blard cuando salieron de la casa a comenzar la rutina.

— Disculpa, aún no me cabe la idea sobre que tengas dos madres. —Se apoyó sobre una cerca mientras que el castaño le daba la espalda comenzando a ver las cosechas, Geno no tuvo permitido ayudar porque Blard quería que solo descansara.

— ¿Crees que es malo? —Preguntó sin rasgo de ser hostil, eso le alivió a Geno pensando que se había ofendido pensando que su comentario había sido homofóbico, de lo contrario, le parecía normal que dos personas del mismo sexo pudieran amarse, hasta algo tierno desde cierto punto de vista.

— No, no, sino, en la complejidad que posee ella en explicarlo.

— Es delicado. A ella le cuesta expresarse y estos temas son muy extraños, créeme que hasta hoy en día, Stave no entiende. Yo sí porque al ser el mayor estuve en carne propia en situaciones.

—...Siento preguntar algo así.

— Tranquilo, este tema han resultado en conversaciones y conflictos que no pasan de la raya, son divertidos cómo nos lo tomamos, solo que a veces contar chistes internos a personas externas es complicado. Algún día te podré explicarlo con mayor libertad.

Blard sacó unas vendas de una caja, mientras se las empezaba a colocar mientras hablaba, sin embargo esto Geno lo vio una oportunidad para acercarse y tomar la gasa junto a su brazo.

— Déjame ayudarte.

— Gracias, aunque no era necesar...io  —Por un momento, se había quedado paralizado por repentinos pensamientos que agolparon en su cabeza, sabía que el albino no estaba muy a gusto por no poder hacer nada, iba a buscar la forma de ayudar, su determinación lo había dejado pasmado.

— Blard, no estoy inválido como para no poder hacer nada, déjame ayudarte, por lo menos en esto.

No tuvo más que opción que aceptar, mientras Geno tironeó un poco para sentare en la banca que estaba a la pared de la casa, ahí continuó con habilidad pero lentitud su obra, sin apretar demasiado para retener la sangre ni tampoco suelto para que se soltase, además de no dejar espacios de piel expuestas. Blard miró sin mucho que decir, lo veía concentrado, pero sonriendo, parecía que estaba satisfecho de poder haber vencido a su terquedad, eso le hizo reír interiormente cerrando sus párpados a gusto del pequeño momento.

— ¿Experiencia? —Preguntó Blard haciendo alusión a lo bien que vendaba.

— Sí. Mi anterior compañero de casa era muy torpe y se hacía muchas heridas por acciones absurdas.

— Podría decirse que comparto esa cualidad. —Ladeó la cabeza— Suelo hacer bastantes destrozos por distracciones. A veces, me quedo pensando y no hay quien me saque de Marte.

— ¿Duermes despierto? Creo que lo noté antes.

— Sí, inclusive, hasta más dormía despierto que durmiendo plenamente. —Geno se levantó para cambiarse de lado y comenzar a vendar la otra mano, aunque miró preocupado al adverso ante lo dicho.

— ¿De verdad tendrás que venir un día a la semana acá? Vas a volver loco tu horario de sueño.

Blard respiró profundamente.

— Me temo que debo hacerlo. —Se encogió de hombros— No debes preocuparte, llevo años haciendo esto y me gusta.

— Pero dormirás tan poco... —Había terminado de vendar, deslizando su mano sobre su brazo una vez antes de separarse un poco del contrario para respetar su espacio.

— Suenas como mamá. —Abrió sus ojos al sentir lo que dedujo como una suave caricia, fue un lindo gesto, se sentía atendido por la preocupación que recibía por parte de su amigo, se levantó— Prometo que después de hacer el trabajo, llegaré a casa para dormir hasta el siguiente día, no será por siempre sino hasta que se presenten trabajadores disponibles para la parte más dura. Y gracias, vendas mejor que yo.

Se dedicaron una suave sonrisa acompañada de una pequeña risa, para entonces el castaño volviera a sus labores mientras Geno se quedaba apreciando todo el trabajo duro que hacía, claro, a veces sentía impotencia por no hacer mucho más, pero por otro lado, le gustaba ver al contrario en su campo favorito, se mofó por su propia broma.

Aunque ninguno de los dos, quizás sí Blard, sabían que la madre de este los estaba vigilando e incluso quizás apostando la relación que llevaban y llevarían en un futuro.


Hogar de Dos | 30 días de OTP [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora