Capítulo 22.

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Ya era el segundo día después de esa extraña discusión que había tenido con el castaño, y los rastros de su ira se habían convertido en arrepentimiento y vergüenza, no se atrevía a mirarle a la cara. Justo ese día el castaño se quedaba en casa, ahora mismo estaba en el jardín. Le observaba desde la ventana intentando no ser visto, no tenía ni idea cómo hacer las paces, una fuerza invisible le impedía avanzar. 

Se tomó el rostro con las manos, gruñendo de impotencia, se suponía que ya no podía hacer nada más que lamentarse, sintiendo que su relación por solo ese suceso se estaba descomponiendo y pensarlo le estaba aterrando. No creía que entre ellos pese había un gran cariño, ante el primer obstáculo se mostraba la inestabilidad. 

Decaído se levantó, sintiendo escocer sus ojos por la posibilidad que todo se acabe, y caminó hasta el comedor encontrándose con un objeto en particular en medio de la mesa, no recordaba haber comprado alguna vez una pistola de agua, y menos visto el día anterior.

La tomó, notando que estaba llena de agua, haciendo que sus dudas incrementaran. Miró la ventana que conducía el patio, y allí supo de quién procedía, quizás podría iniciar una conversación con esa excusa, y con tal determinación caminó hasta allá. Allí, vio al castaño regando el pasto, tenía puesto un short y una camiseta manga corta que mostraba parte de sus brazos, parecía totalmente ido en sus pensamientos, al menos la manguera tenía un aparato que podía modificar el chorro de agua que caía.

—... ¿Esto es tuyo? —Preguntó con un leve temblor antes de poder hablar, llamando la atención del castaño.

— ¿Umh? Oh, eso. —Pronunció volviendo a la realidad, pero la reacción que tuvo no se lo esperó Geno, pues frunció el ceño ligeramente— ¿Por qué lo tomaste?

— Porque... Estaba en la mesa y yo pensé que... —Blard se había estado acercando con la manguera mientras Geno trataba de explicarse, se sentía intimidado por un extraño aura que cubría la frente del mayor, haciendo que reculara atemorizado.

— Bien, entonces ya que estás acá con la pistola... —Alzó el aparato, sin todavía presionar el pistón que hacía el agua fluir, apuntando hacia el menor a una suficiente distancia para que el agua le llegase y todo rostro frío se reemplazó con una sonrisa traviesa y maliciosa— Veamos si puedes mojarme antes que yo, Geno.

El susodicho pestañeó confundido y apenas logró reaccionar para cuando el castaño mandó un chorro a su dirección, pudo esquivarla tropezándose con sus pies a un lado, y sin poder mediar vio su pistola para también atinarle.

— ¡Idiota!

Blard rió dejándose mojar pero respondiendo rápidamente con la manguera, solo daba intervalos para hacer más justo el juego, pero no esperó que Geno se moviera más rápido para mojarle el rostro directamente, el mayor soltó el aparato, mientras el albino lo tomaba y sin la consideración, le disparó con constancia en todo el cuerpo. Esto le sacó varias risas a Blard, quien tomó la pistola que había tirado al suelo su pareja y también le comenzó a mojar.

El patio se llenó de risas mutuas, divertidas debido al extraño momento que estaban pasando juntos, la guerra de agua había terminado cuando a Blard se le acabó al agua, terminando por completo mojado cuando Geno sin tregua alguna comenzó a mojarlo hasta que le pidieron entre carcajadas piedad. Blard se le acercó a zancadas para abrazarlo con toda la ropa mojada, haciendo que el de bufanda se comenzara a quejar sin aire por las risas, rindiéndose entre los brazos del mayor.

Ambos se abrazaron sin poder hacer más que tratar sus risas, sus ropas estaban goteando del agua que se habían lanzado, solo quedando los jadeos del cansancio por haber estado en movimiento varios minutos, Geno olvidó por esos momentos la presión de su cuerpo, tomando el brazo ajeno sonriendo como idiota mientras Blard le daba besos en su sien, llegando a un silencio que no duró mucho.

— Siento mucho por lo del otro día, cielo. —Dijo Blard, cerrando los ojos al igual que el menor— Hacía turnos extras porque quería ganar algo más de dinero para hacerte una sorpresa.

— ¿Una sorpresa...? Blard, no tienes por qué hacerme sorpresas. —Dijo separándose para poder tomar sus húmedas mejillas, comenzando a tiritar por el frío de la brisa contra todo su cuerpo mojado— Con tu presencia estoy bien.

— Y te la arrebaté... —Lamentó— Debo hacer algo para recompensar el tonto error que cometí al no decirte al menos que iba a hacer algunos turnos extras.

— ¿Me lo dirás ahora?

Blard negó con la cabeza.

— No... Porque ya no haré turnos extras por ahora. No quiero ya separarme de ti, no sabes cuánto te extrañé.

Geno se sonrojó ante lo dicho, sintiendo un gran alivio en su corazón y un rubor por lo amado que se sentía, le miró enternecido y le dio pequeños besos en sus tentadores labios, pese tuviese que ponerse de puntillas para alcanzarle, Blard se inclinó para corresponder.

— Vamos adentro, no quiero que te resfríes.

— Ni tú, debo admitir que esto de la guerra de agua fue un método desesperado. —Rió.

— Me lo imagino.

Rodando los ojos, el menor le tomó la mano para entonces ir juntos al interior de la casa, más calmados se fueron a sus respectivas habitaciones para cambiarse, y así estar juntos aquel día donde ninguno trabajaba, solo recuperando el tiempo perdido.

Hogar de Dos | 30 días de OTP [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora