Hogar de Dos | 30 días de OTP [Editado]

Capítulo 8

Blard bajaba las escaleras con un paso relajado después de una pequeña siesta, el día anterior había ido a su trabajo en el campo donde su familia y en el mediodía había llegado de vuelta a casa. Por la insistencia del de bufanda se había ido a descansar, y ahora más calmado y con fuerzas recuperadas bajaba a revisar si su compañero había comido algo o si tenía que servirse para sí sólo.

Se sorprendió y a la vez confundió ver al contrario tratando de armar un mueble, habían varios tablones en un lado, en la mesa los tornillos y en el suelo desparramado las instrucciones y demás cosas, era en resumen un caos. Se sorprendía no haberse despertado por el ruido aunque, no veía nada avanzado.

— Hey. —Saludó, mientras se inclinaba hacia el adverso para lograr ver el papel que estaba leyendo arrodillado en el suelo, eran las instrucciones para lograr hacer un estante o eso lograba leer, la letra como era habitual era muy pequeña y por la distancia no podía ver bien.

— ¡Ah! Blard, no te vi bajar. —Geno se sobresaltó, arreglándose las prendas algo más ligeras por el uso de herramientas, aunque veía peligroso que usara la bufanda aún, podía ser gatillante de accidentes y no quería que su amigo se lesionara.

— Recién bajé, ¿Qué mueble haces?

— Un pequeño estante, me he dado cuenta que tengo muchos libros y debo ordenarlos en vez de hacer una pila en mi habitación.

— Harás una biblioteca, ¿Y podré leerlos?

— Claro que sí. No tienen nada del otro mundo. Fantasía y misterio son los que abundan, lastimosamente no podrás leerlos hasta que esté el estante.

— Déjame ayudarte. —Ofreció— Creo que estás algo complicado.

— No es necesario, yo puedo.

— Geno. —Insistió, asegurado de su propuesta la cual no iba a torcer, el albino sabía lo obstinado que era ese hombre. La verdad que con su deficiencia en amueblar, no podría hacerlo por lo que suspiró resignado, era eso o frustrarse consigo mismo.

— ¿No crees que ya hiciste mucho en el campo?

— Por eso tomé la siesta, un poco más de trabajo no me hará mal, además no me gustaría estar viéndote sin poder ayudarte.

— Tendrás que avisarme cada vez que necesites una mano.

— Trato hecho.

Geno se levantó de su puesto para dejarle el trabajo pesado al mayor, este se arrodilló tomando las instrucciones y sin más comenzó a organizarse para construir el pequeño mueble. El de bufanda se quedó cerca pero no tardó en irse a la cocina para preparar un poco de jugo de naranja natural, de ese modo Blard podría mantenerse fresco.

Al volver, no se esperó ver al castaño quitándose el suéter, dejando mostrar su remera sin mangas con un escote suficiente para ver su nuca y sus brazos a la perfección, habían tatuajes que cubrían gran parte del brazo desde el codo hasta su espalda, todo negro y con mosaicos que no le permitían reconocer alguna figura. No era en lo único que se fijó, la forma de su espalda, su anchura y músculos que se tensaban cada vez que hacía algo de fuerza para atornillar los muebles eran llamativos; su cuerpo a pesar de no ser tan macizo era digno de que varias chicas y chicos le echaran un ojo al instante. 

Tragó saliva al darse cuenta que llevaba un largo rato mirándole como un tonto, se había inundado de pensamientos para nada saludables logrando que sus mejillas se calentaran por la pena, no debía indagar más, seguramente sería un tomate si seguía. Tomó de su vaso para contrarrestar el calor.

— ¿Qué significan esos tatuajes? —Preguntó logrando parecer casual, se sentó en una silla para lograr ver más que su espalda en su esplendor, su rostro y su sonrisa que en ese momento también le estaba estremeciendo.

— No muchas cosas, en el pueblo había alguien que se hacía tatuajes y como yo era su amigo, tenía algunos descuentos, más que nada para ser un cuerpo de prueba. —Explicó mientras seguía ajeno a los pensamientos del menor, sus orbes no se despegaban de su trabajo aunque la voz ajena llamó rápidamente sus sospechas de que algo ocurría— Stave antiguamente quería hacerse alguno, pero justo mi amigo se fue a la ciudad para más oportunidades, al menos fue bueno porque esto lo hacíamos sin que nuestras madres supieran y no tardaron en ver mi cuerpo.

— ¿Eso a qué edad fue?

— Hm... Ahí iba a la universidad que quedaba en la ciudad más cercana a la de acá, mi amigo lo conocí allí y fue coincidencia que viniéramos del mismo lugar, creo que veinte tenía. Fue uno de mis primeras travesuras. —Rió.

Aquel tema de conversación hizo que Geno pudiera distraerse, no pudo evitar reír junto a él, no podía creerse aquella historia.

— Me imagino que quedaste castigado o algo así.

— Estuvieron decepcionadas de mí por unas horas, luego se rieron porque hubieran hecho igual, y me halagaron porque dijeron que se me veían bien, eso sí, me dijeron las repercusiones de hacerse tatuajes grandes en mis brazos.

— Igual... no se te ven mal.

Blard alzó la cabeza tras oír eso, y rió otra vez, su risa era grave, pero ni fuerte ni desequilibrada, era una risa perfecta según Geno.

— Gracias, pienso hacerme otro pero esta vez con más significado y no tan grande, pero será cuando llegue el momento indicado.

— ¿Stave al final logró hacerse algo? Podrían compartir algo en signo de hermandad.

— Tristemente, es alérgico, otro punto bueno de que no hubiera logrado tatuarse, antes no lo sabía porque fue unos meses después que le diagnosticaron médicamente lo que padece.

— Ohh...

— Pero no te preocupes. —Se levantó del suelo para arreglar el estante y colocarlo en el espacio que había preparado Geno antes de sacar todo de la caja, se palmeó las manos satisfecho de su trabajo y tomó el vaso que estaba lleno— Ya hallaré una forma y tampoco se verá, a menos que use un traje de baño.

Geno interrumpió la charla parándose, ocultando su rostro en su cabello y bufanda con un rubor fuerte en su rostro, murmuró un gracias y que también se iba a bañar; de ese modo huyó al baño. Eso dejó algo confundido a Blard, dudando de qué había dicho para que huyera, aunque luego de unos largos segundos quieto pensando en ello rió bajo, suponía que era su culpa.