El pecado de la venganza (Meliodas & Tú)

9. ¿OTRA VEZ LAS PESADILLAS?

Desde que decidimos abandonar el hermoso paisaje de estrellas para dormir no he pegado ojo, ya sea por los pequeños ruidos de la noche, o sobre mi pecado, el cual tenia que explicarles en algún momento, no recuerdo cuantas veces he dado vuelvas  en la cama de sabanas blancas.
La nueva hubicacion era BASTE para encontrarnos con el pecado de la codicia o mejor dicho liberar al pecado que se encontraba en aquella prision donde se dice que escapar es imposible, más de mil guardias, además de un laberinto interior los cuales eran vigilados por caballeros sagrados día y noche, incluso estaba la puerta impenetrable que se situaba en el inicio de la construcción, única entrada y salida.
Incluyendo que existía un pequeño detalle en el cual Diane, Meliodas y yo no éramos los más amigables para el reino; definitivamente era una misión prácticamente imposible, pero al menos nos quedaba la esperanza para entrar.

Decidí bajar las escaleras eh ir a la pequeña cocina; para asi tomar un baso enorme de agua mientras observaba a Diane por la ventana la cual dormía placidamente sobre el pasto perfectamente verde.
sin ninguna duda sobre la salud de la giganfe preferí volver a la taberna y sentarme en la silla de roble con otro baso, al parecer mi mente queria divagaba sobre el turbulento pasado y con ello reconocer que no tenia a nadie, estaba completamente sola, aun podia escuchar en mi cabeza la pequeña frase de  "______ prométeme que no te quedaras sola" pero lamentablemente hace mucho que rompí la promesa.

-¿Otra vez las pesadillas? .-sentí la vos del chico, que me había sorprendido nuevamente a hurtadillas en su cocina y con mi compañero de noches en vela, el cual yacía roto en suelo a causa de mi pequeño movimiento por haberme asustado.

- Lo siento es solo que me asustaste, y no, no son las pesadillas- decía mientras me paraba para recoger los trozos de cristal distribuidos por el suelo, movimiento que también realizo Meliodas para ayudarme.

- Siento haberte asustado- su tono tenia un poco  de vergüenza acompañado de su mirada que se escondia en los trozos que recogía lentamente.

- ¿Ahora me sigues por las noches?.-cuestione, lo observe seria y con una pequeña sonrisa de una ganadora por descubrirlo. Este me dirigió la mirada por primera vez, posándose los esmeralda que tenía en mí y luego en mi mano de la cual tenia un pequeño corte mientras de esta salía sangre, ni siquiera me había percatado.

- Deja eso ahí.-me mando, para luego tomar mí extremidad que no presentaba daño y depositarme en la silla otra vez, mientras tanto él iba a buscar un pequeño maletín del cual sacaba algunas cosas medicas,para así retirar los cristales de mi mano helada,podia sentir la temperatura que me transmitía,esta era cálida.

Así mismo, yo solo me perdia compleratamente en lo que observaba y este no era Meliodas que se las daba de medico si no más bien en una mujer, su cabello corto, rosa muy hermosa y con unos ojos despampanante, ni hablar de su cuerpo- Meliodas.-musitaba, estaban en un lugar muy bello, lejos de la ciudad y su ajetreo, se veía feliz el capitán de los pecados incluso se podría deducir que estaba enamorado de la muchacha.

-¿_______?, estas lista, ya te saque los trozos.- llamo hcaiendo que volviera a la tierra donde pude verlo sentado mientras yo le tomaba la mano con firmeza, él me obserbaba extrañado haciendo que yo retirara  rápidamente mi extremidad de la suya.

- Lo siento solo... olvídalo.- no le contaría lo que vi.

- De pronto tu mirada parecía estar en algo más ¿qué era?.-se acerco a mí con banco en mano para poder verme mejor y así evitar que escapara de sus preguntas.- Además sigo sin saber que habilidades posees.- arqueo una ceja.

-Solo te diere que puedo husmear en los recuerdos de la gente-.

Meliodas solo se limito a observarme a los ojos, congeniando con su sonrisa y así , atrapar mi mano con la suya.

- Entonces puedes husmear en mis recuerdos, todo lo que quieras - sonrío anchamente cuando su mano acunaba a la mía con firmeza.