12. EL RESCATE.

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¿Qué sería para el resto del mundo estar en un aprieto? Podría ser cuando falta el dinero para poder comprar los bienes necesarios que te permiten subsistir o cuando careces de salud, en mi caso esta última es la que estaba peligrando, lo único que podía observar a mi alrededor era un terreno completamente seco y un millar de soldados sobre él para terminar con un paisaje de la prisión justo en el fondo de todo el gentío. Nadie emitía ningún sonido excepto por el poco viento que se levantaba en el sector y el chirrido de las armaduras de los caballeros sagrados que se acercaban a nosotros a paso firme y con una verdadera confianza que no cualquiera tiene si piensas que vas a luchar con el capitán de los siete pecados.

-Diane- musito Melodías con el ceño fruncido por saber que tendrá problemas.- ¿puedes guardar a Elizabeth y Hawk mientras esto lo resolvemos?. Diane sin decir más realizo las acciones, posicionando a los nombrados dentro de su bolso.

-_______ es mejor que te quedes detrás- volvió a musitar el rubio mientras se ubicaba por delante de mí, para evitar que yo saliera mal herida si es que uno de esos tres caballeros desidia atacarnos.

-¿Espera que?- estaba enojada que se creía, no soy una niña indefensa que puede mandarme como quiera porque él lo cree correcto.- Primero no me mandas y segundo crees que no te seré de ayuda- musite indignada, mientras el rubio se giraba para poder mirarme y la guerra de miradas empezó.

Pero toda guerra tiene comenzó y final la de nosotros duro un corto periodo de cinco minutos gracias a que fue interrumpida por una oleada de insectos que venían a nosotros, manipulados por una loca de traje rosa en forma de estos bichos.

-Aahh!!!!! Insectos, me dan asco- musitaba la gigante mientras giraba en círculos de 360 grados, para finalmente aburrirse y de solo una pisotón en la tierra hizo que grandes bloques emergieran de ella extendiendo por todo el lugar matando los insectos. Para luego correr a donde estaba la mujer de armadura y lanzarla con fuerza a la pared de la prisión que estaba a más de cinco kilómetros de distancia, esa era la fuerza de Diane, el pecado de la envidia.

Uno de los hombres se acercó con violencia hacia Meliodas, mientras que al que encontramos primeramente desapareció como un cobarde.
El hombre que quizo enfrentarce a nosotros era gigante, su armadura parecía a la dama de hierro en persona y poseia una gran magia, pero no la suficiente fuerza como para agredir al rubio, al saber que no era oponente hacia el pequeño hombre, dirigió toda su fuerza hacia mí en un solo golpe. Al percatarme de sus intenciones detuve su puñetazo con tan solo una mano mientras musitaba,- ¿Crees que el mejor oponente era yo?- sonreía de manera arrogante mientras Meliodas aprovecho para darle un fuerte golpe en el estómago haciéndolo sangrar además de que la inercia lo boto completamente al suelo.

- Diane llévanos- sonrió Melodias, para tomarnos del suelo y correr hacia la construcción, al parecer luego de que ocurriera absolutamente todo los hechos de la pelea los millares de guardias corrieron despavoridos dejándonos poder entrar a la fortaleza. Al adentrarnos en ella, esta era enorme, los pasillos y su largo daban mucho que decir, los muros de roca solidad se empinaban con infinidad por el pasillo, mientras que al estar recorriendo, pudimos sentir unos pasos que se acercaban a nosotros con lentitud, al encontrarse con la luz el alma, pudimos ver a un hombre alto musculoso además de pálido y un cabello como zafiro de blanco, eso no era lo que más llamaba la atención pues cerca de su cadera se hallaba la marca de un zorro. Meliodas y el hombre se miraban sin expresión alguna pero de un momento a otro se escucho.....

-¡¡¡Ban!!!- Meliodas salto con emoción mientras iba corriendo hacia el chico como damisela enamorada.

-¡¡Capitán!!- alzo sus manos, con una sonrisa y mejillas sonrojadas, para ir a encontrarse con el rubio. Genial dos hombres pareciendo niños o incluso enamorados cosa que le daba un toque de gracia a su relación como amigos.

-¿Siempre han sido así?- pregunte a Diane , la cual miraba sonriente la escena.

-Si- concluyo para luego observar que más que pareja enamorada era pura agresión cuando vi impactando con varias paredes a Meliodas a causa del empujón que le dio Ban, genial estaba con dos masoquistas. Gracias a las jugarretas desmedidas de ambos, la construcción de arquitectura extraña se derrumbó completamente. Luego de salir de los escombros con ayuda de Diane, nos dirigimos a la taberna para "celebrar" o eso había dicho Meliodas, lo cual solo era una excusa para beber con Ban.

Lejos de todo y a unos metros de la taberna, Ban por primera vez puso su vista en mi persona.

-Oye,capitán, quien diablos es ella- me apunto el nuevo integrante.

- Ella es ________ nos está ayudando, para encontrar al resto de los pecados- sonrió.

- Y cuáles son tus intenciones-musito hacia mi persona Ban, estaba dudoso era comprensible, después de todo él no me conocía.

- Creeme, que son las más sinceras-respondí a su pregunta mientras me observaba de arriba hacia abajo, para poder distinguir alguna pisca de maldad en mí, estaba segura que por su mirada seria y sin contorción de ninguno de sus músculos para presentarse correctamente, él dudaba de mí.

- Te estaré observando- concluyo mientras me encogía de hombros, y así regresar a nuestra acción de caminar hacia la taberna.

La gente en este lugar no confiaba, sabía que era por una razón en particular, no daba información de mi pasado en ningún momento, omitía absolutamente todo lo que tenía que ver con la ______ de hace unos años atrás, el único aquí que podría decir que sabe de mi era Meliodas, quizás confiaba más en él que en el resto de almas de este lugar, pero aun así seguía escuchando aquella frases tan ambiguas que me repetían una y otra vez " no confíes en nadie porque hasta las personas más cercanas te traicionan" " aprende a hacer la pieza faltante y te darán lo que sea".  

El pecado de la venganza (Meliodas & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora