44.ENTRE DEMONIOS Y UNA DIOSA

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El enorme vitral azulado que poseía la sala del rey en Camelot era una de las zonas donde la castaña en reiteradas ocasiones apartaba la vista para apreciar la belleza y la dedicación que los arquitectos pusieron para crear el ventanal, que ahora, era iluminado por la gran luna.

A pesar de la bonita arquitectura de la sala, esta era increíblemente opacada por la pareja que se presentaba ante los ojos irónicos del demonio en traje rojo, el cual se posicionaba en la silla del rey procurando que la mujer castaña no se alejara de su lado, pues este me había recalcado que debía sentarse junto a él, en uno de los brazos de la silla dorado, procurando que una de las manos calientes del chico se posara en uno de sus muslos, por otro lado, Cusack observaba con reproche a la de ojos oscuros por estar tan cerca de Zeldris.

La mirada acusadora del maestro del chico a mi lado no se comparaba con la que me estaba lanzando el rubio al momento de patear la enorme puerta de madera del castillo.

La voz grave del azabache se propago cuando Meliodas, Elizabeth y Chandler estaban a una posición considerable de nosotros – Para ser alguien que nos traiciono, tienes muchas agallas para venir aquí- musito con una pequeña sonrisa irónica.

-No soy el único traidor aquí- contesto tajante el rubio el cual ahora no parecía ser el tabernero que conocí, pues al momento de soltar su frase, ambos hermanos se centraron en mí, provocando que desviara mi mirar, - Iré al grano Zeldris, vine aquí porque quiero convertirme en el próximo rey demonio- volvió a soltar, mientras que la cara de la albina su lado no era una de felicidad por dicha noticia, si no más bien era de preocupación, acompañado de que los maestros de ambos hermanos la despreciaban.

La furia de mi acompañante por dichas palabras de su hermano mayor exploto -¡Yo seré quien me convierta en el rey demonio!- vocifero ganándose una mirada seria del rubio.

La tención proveniente del rubio como del azabache fue cortada por el hombre albino del cual no poseía noticas desde que Escanor barrio el suelo con él –¿Por qué siempre me dejan de lado en estos asuntos? además todos somos hermanos, no hay que pelear, pero si se lo preguntan no me interesa convertirme en el rey- interrumpió con una pisca de gracia en su voz la pelea de los contrarios.

La cara sorpresiva de la diosa cuando dicho invitado apareció comenzaba a intrigarme pues el chico también le dedico aquel mirar.

Luego de una corta conversación entre ambos albinos, mi especulación estaba por las nubes haciendo que el demonio de mi lado me dedicara fugazmente su mirar. Rápidamente mi concentración volvió a los contrarios pues el albino solo ayudaría si le entrega a Elizabeth haciendo que la cara de Meliodas y su ira comenzara a expresarse en todo y gloria, pues Zeldris tampoco había tomado una buena decisión en alearse con el de mayor altura para atacar a un hombre celoso.

El poder que emanaba Meliodas era de temer y aquello sus hermanos lo entendieron por las malas, dejando en claro que sería el quien acapararía el poder de su padre.

-Solo quieres ese poder para deshacerte de esa estúpida maldición- gruño el chico de prendas carmesí, el rubio por su parte explico que esto era cierto, pero aun así la rabia del menor no era saciada, provocando que una pelea se desarrollara en el interior de las paredes.

-Se porque te apegas al poder de nuestro padre- dijo el mayor de los hermanos, mientras que con sus manos aprisionaba al azabache, el cual en un corto instante su mirada cambiaba a estupefacta, pues el rubio le había compartido cierto conocimiento provocándole al menor un sinfín de emociones de las cuales el chico había deshecho hace mucho tiempo pero aun así cabía la posibilidad de que el hombre de mirada intimidante pudiera nuevamente ser feliz , provocando en _____ un sentimiento de alegría, pues esta quería ver al demonio rojo pudiera tener una vida gratificante al lado de su amada.

Luego de que los hermanos se separaran sus miradas volvieron a ser acaparadas por mi persona, pues de mi boca se alzaba una pequeña sonrisa que le pertenecía a Zeldris, pues ambos hermanos entendieron que había sido capaz leer aquella intensa pero privada conversación que tenían entre susurros.

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-Quiero que te quedas en el castillo- me ordeno el azabache, después de todo este debía ir junto a su hermano albino a buscar el resto de los mandamientos para así formar al nuevo rey demonio.

Mi suspiro se propago por la habitación que habíamos estado compartiendo por las noches, aun así, podía idear el porque me quería aquí.

Un suspiro escapo nuevamente de mí, -No me agrada lo que estas pensado- concluí finalmente.

-Si quieres que te crea que eres leal a mí, debes sacarle más información– gruño - Porque supongo que no quieres que vuelva a ocurrir lo del otro día- musito acercado una de sus manos para acariciar la pequeña y diminuta cicatriz que había dejado el pequeño corte de la intimidante ocasión.

Aparte de un manotazo su extremidad, para alejarme y cuestionar-¿Cómo diablos quieres que haga aquello?- dije.

-Usa todos tus medios para que mi hermano mayor lo haga, creo que entiendes a lo que me refiero- podía sentir la felicidad que le provocaba a Zeldris el solo hecho de que me pusiera a jugar con Meliodas solo porque él lo dictaba aun así mi risa irónica se propago, Meliodas no volvería a confiar en mí, aunque le entregara todos los mandamientos en bandeja de plata - Creo que te debo recordarte que no va a caer en mis sucios juegos, pues lo traicione además de que Elizabeth está aquí- le recordé.

Ahora quien reía era él -Algo me dice que se quedaran solos muy pronto y que mi hermano a pesar de su nueva naturaleza no es más que otro simple hombre- musito acomodando mejor la espada a su costado.

Mi ceja se alzó, estaba confundida, antes de retirarse me dio dos palmaditas en mi hombro diciendo que igualmente me vigilaría y debía mantenerlo informado sobre mis avances.

Definitivamente Zeldris estaba loco pensaba la muchacha, pero por la otra parte el chico se sentía demasiado cuerdo y seguro de lo que la castaña le provocaba a su hermano incluso en su forma demoniaca, "debería de darse cuenta de sus sentimientos pronto por ella" pensaba el demonio azabache en su interior antes de salir de la habitación y partir su viaje. 

El pecado de la venganza (Meliodas & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora