17.DUELOS EN VAIZEL.

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¿Quién diablos perderia un martillo gigante? , al menos yo no, pero en mi defensa lo que ocurrió con mis katanas fue que cada vez que peleaba con alguien estas se partían en mil pedazos.
Nota mental: comprar una katana mientras estoy en VAIZEL. Pues este gozaba de tantos distribuidores que encontrar armas para un regimiento era verdaderamente fácil.

-¡¿Por qué no puedo ir?! - refunfuñaba Diane sentada en el suelo con sus brazos cubriendo un poco su rostro.

-Llamarías la atención- dijo Meliodas concentrado, observando a la gigante la cual comenzando llorando.

-¿Llamar la atención? ¿es enserio?, vamos con un cerdo parlante y un exhibicionista y crees que Diane llamaría la atención- acuse levantando una ceja, provocando que Ban me miraba mal por llamarle exhibicionista, aun así, no era mi culpa que se paseara semidesnudo.

- Lo siento, pero hace un tiempo algunos gigantes hicieron escándalos por ello no puedes venir con nosotros- musito levantando sus brazos a su nuca rubios.

-Tranquila Diane-sama me quedara con usted- sonrió la princesa, mientras sus pasos se dirigían a una gigante más alegre por la idea.-¿_______-sama , se quedara con nosotras?-pregunto la albina con tono esperanzador.

-Lo siento chicas tengo que conseguir un elemento sorpresa- dije mientras me disponía a correr al pueblo sola dejando a todos atrás confundidos

La razón: es que comenzaba a extrañar mi soledad.

El lugar era considerablemente mucho más animado que el resto de los pueblos visitados, este se encontraba en medio de colinas que se entrelazaban dando una hermosa vista verdosa, sus casas de rocas gris decoradas por techos de distintos tonos de café. El aire, era embriagador, algo peculiar ya que este estaba compuesto por olores a pan, fruta y cítricos incluso carnes entre otros.
Pero lo que llamaba más mi atención era su enormemente mercado.

Al ir acercándome al área donde se vendían las armas, pude distinguir levemente una hermosa katana negra con toques azules, bajo la sombra de un pequeño puesto, este era atendido por un anciano de baja estatura y su nieto de melena negra lisa algo desordenada. Curiosa y con ganas de comprar con el dinero que me quedaba, fui lentamente acercándome a los vendedores.

-¡¡Hey!! Anciano cuanto pides por la katana-llame su atención mientras observaba embellecida el artículo. El hombre sonriente, se acercó al objeto extendiéndomelo mientras mi cara empezaba a adornar una sonrisa, esta se esfumo en segundos cuando el hombre de una rapidez sobre humana, alejo la katana de mí mientras yo solo quedaba confundida.

-Niña si quieres la katana pelea por ella, con mi nieto y será toda tuya si es que ganas - musito tranquilo el anciano sonriente. Mientras el chico de despampanante ojos azules me miraba con una cara de "lo siento por mi abuelo"
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Mierda, enserio estaba en una pelea y ¡sobria! , el chico tenía una contextura parecida a alguien muy especial; mientras el círculo se agrandaba a nuestro alrededor por la gente curiosa, el chico y yo seguíamos chocando el acero. A pesar de ser demasiado rápido, no lo suficiente para lo que fui entrenada, sin más tiempo que perder mi espada impacto contra su talón, haciendo que su defensa cayera y este realizara la misma acción, para así coger el arma depositada en el suelo y apuntar contra su cuello.

-Chica esos movimientos, hace mucho tiempo no los veía , desde que mi difunta esposa pereció-dijo con tonos melancólicos.-Pero es mejor que esta katana se quede contigo- sonrió para finalmente entregarme mi futura compañera de viaje.

-Buena batalla- me musito el chico de cabellos negros azabache, regalándome con él una sonrisa.

-Lo mismo digo- le sonreí para luego despedirme y salir del lugar.

Cuando por fin me acerque a la multitud un poco dispersa pero a la vez con una aglomeración importante, desidi observar el festival de lucha, encontrandome con la sorpresa de que ninguno de los contrincantes estaba en un pelea, cuestinandome ¿Dónde estaban esos tres metidos? Al ir preguntando a la gente sobre si había visto a un pequeño chico rubio, esta me señalaba una extraña vivienda a unos metros de donde se depositaba el ring, sin más preámbulos me encamine hacia la construcción de roca, para así abrir la puerta  y encontrarme con la escena más extraña del mundo.

-¿Por qué  King está muerto en el suelo?-dije observando al nombrado, rodeado por un charco de sangre.

-Hola, _______ ¡volviste! - musito el rubio, el cual sostenía a una chica en sus brazos, por una extraña razón me era muy familiar. Luego de un corto lapsus de proceso caí en cuenta de que la mujer que reía en los brazos del capitán era Diane.

¿Qué diablos había ocurrido en mi ausensia?

-Alguien me puede explicar ¿Qué está pasando? y ¿Porqué Diane es pequeña? -observe a Meliodas en busca de respuesta mientras Diane lo abrazaba pegándolo a sus pechos y King no reaccionaba por algún motivo. Finalmente nadie me contesto mi interrogatorio porque la gente que me acompañaba se puso a luchar por el gideon de Diane que extrañamente quedo en este lugar, además de que me había perdido casi toda la primera ronda y parte de la segunda.

Miraba a Meliodas y Ban golpeándose, la fuerza y su velocidad de ambos era excepcional, si alguna vez me enfrenta a alguno de los dos, estaría en problemas, pues gracias a sus golpes llegaron a romper el suelo de piedra donde se daban las luchas.

-¡¡Acaba con él !!- bosiferaba Diane la cual se encontraba a mi lado.

La chica solo con verla podía saber que estaba loca por Meliodas, era entendible que se ponga celosa cuando esta junto a Elizabeth, lo decepcionante es que la de ojos lilas no se daba cuenta que su amigo junto a ella, la quería a mas no poder. Mientras unos luchaban y otros charlaban de estrategias de lucha, yo solo me limitaba a hacer una pequeña línea de tiempo interior sobre mi complicada vida, desde la muerte de mi madre hasta mi entrenamiento en la academia privada del rey.

¿Qué había echo mal con mis decisiones?, tantos errores cometidos y ninguno que pueda borrar. Pelea y más peleas habían en la competencia ninguna era de mi agrado hasta que el anciano borracho se enfrentaría contra nuestro rubio.

-¡¡¿Por qué destruiste el reino?!! -  gritaba sonrojado el ansiano, atacando al rubio directamente con fuego descontrolado- ¿Por qué destruiste a tu gente? - cuestionó nuevamente pero con leve desprecio.

-Él se está dejando golpear - musito Ban, observando lo que ocurría en la batalla.

-Él siente culpa- dije a al inmortal y la gigante consternados aun por Meliodas el cual no movía ningún musculo. Yo sabía perfectamente lo que ocurría, el anciano sabía sobre la chica peli- rosa y este solo preguntaba como toda persona sin información. Inesperadamente el hombre y el chico esmeralda se dieron un abrazo pues la conmoción no me dejo escuchar bien lo que hablaron.

Algo sentía a lo lejos, era un poder extraño oh más bien familiar, poderoso y lleno de rencor, sin más tiempo que perder me subí a la superficie de tierra posicionándome frente a Meliodas.

-______, ¿Qué ocurre? - me pregunto el rubio intrigado pues este estaba desecho literalmente, su ropaje parecía estropajo además de que en su cuerpo tenia miles de golpes, agravando más su situación.

-Algo se acerca y es peligroso- mire el cielo, rogando de que por favor mis sentidos estuvieran equivocados. 

El pecado de la venganza (Meliodas & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora