19.PASADO.

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-¿Sabes a lo que estas condenada, niña?- musito el anciano con una larga túnica morada además de que en su cabeza adornaba una gran corona, dando a entender que estaba frente al rey.

-Supongo que usted no tiene buenos soldados para protegerlo- dije mientras dos guardias a mis costados apretaban aún más las cadenas de mis muñecas.

-Al parecer es verdad, te escabulliste en el castillo haciendo incluso tonto a mi caballero sagrado supremo-contesto colocando una de sus manos en su vieja barbilla cubierta por barba blanca.

Mis rodillas dolían pues estas eran las que soportaban mi peso, ni hablas de las muñecas prisioneras en mi espada, tenía bastantes ramillones por el cuerpo pues había escalado, saltado y escapado, todo en unas horas. Mientras me lamentaba interiormente por mis heridas pude observar a un hombre de cabellos albinos largos acercarse al rey, susurrándole. El anciano no dijo nada pero este levanto su mano para que así los guardias salieran del lugar y así procedió a hablar el hombre a su lado

-Te interesaría un trato- me pregunto, pues este parecía dudoso ante aquella pregunta pero aun así lo hizo.

-¿Necesito más detalles?- lo mire directamente a aquellos ojos azules con aires desconfiados.

-Hay un proyecto que se efectúa en nombre del rey a las afueras de Liones, si aceptas unirte serás perdonada de lo contrario estarás prisionera en una celda-concluyo, mientras yo solo me limitaba a observar al anciano este mostrando su cara compasiva, como si de un padre se tratara.

-No confió en ustedes- los mire con ceño fruncido.

-Nosotros tampoco en ti, pero te estamos dando una oportunidad de empezar de nuevo además de que es mejor tenerte como un aleado- El hombre albino se acercó a mí para así quitarme las cadenas de mis manos, mientras esperaban mi respuesta.

El rey reclutarme y tener como aleado a una huérfana que casi le roba o peor aún intenta matarlo solo por unas joyas ¿Qué clase de ser loco era este hombre?. Unirme a ellos jamás lo había pensado, estaba sola no tenía a nadie que podía perder además de mi cabeza si no me unía.

-Bien me seré su nueva recluta- decidi, sintiendo que era el comienzo de una historia trágica.

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Podía observar la nieve que cubría el bosque, el frio que se pegaba a mi cuerpo, sentía mi aliento convertido en vapor a causa de la ventisca, el sonar de las pisadas de los animales que nos arrastraban a un viejo pero gran castillo olvidado en los años. Al llegar a este fui recibida por un hombre alto que no me dijo su nombre pues este era ocultado a través de un número, nada más que un vacío número. "–Está prohibido decir tu nombre en este lugar-"fueron sus palabras secas antes de depositarme en una vieja habitación, con mirar a un frondoso y cubierto bosque blanco.

¿En qué me estoy involucrando? Me pregunte sin hallar una respuesta clara.

-Atención malditos futuros perros del rey- llamo la atención de todos en la sala principal del castillos, pues absolutamente las 24 personas en este lugar, estábamos depositados en sillas junto a su mesa correspondiente. –Todos aquí tienen un gran crimen por el cual están presentes justo en este momento, preguntándose el porqué de una decisión sin sentido común, la gran BRETAÑA ya no es como antes, Liones en particular está perdiendo gente con sentido. Aquí el débil no nos sirve, si queremos reconstruir lo que fuimos. Están aquí porque serán las armas en una lucha por el control en este lugar los entrenaremos en manipulación psicológica, aprendiendo a determinar la debilidad de algún objetivo, además del manejo de armas contra el que lo necesite, al final del curso se les entregara el poder absoluto, esto solo si pasan el curso- concluyo el hombre rubio con una mirada escalofriante, mientras el chico heterocromático junto a mí, el cual era adornado por vendas en todo su cuerpo le daba la misma mirada.

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Una noche fría en el bosque me había hecho levantarme repetidamente a los baños, los cuales estaban afuera del castillo, mis pasos eran rápidos, me deslizaba ágilmente entre las sombras de los árboles, llevaba casi un mes en este lugar, no tenía amigos como el resto de los reclutas, seguía estando sola. Cuando estaba a unos pasos de mi destino, pude distinguir cuatro figuras, al aproximarme por más visibilidad eh escuchar mejor su conversación pude distinguir a dos personas amarradas al gran roble, una chica y un chico ambos desnudos y mojados a causa de los baldes de agua que le tiraban los hombres uniformados del rey.

-En este lugar viene a aprender no a enamorarse- dijo un hombre pálido tirándole otra cubeta de agua a la chica está moviéndose a causa del contacto frio con su piel. Mientras su acompañante desesperadamente intentaba desamarrase y ayudarla.

-Crees que nos servirá si ella queda embarazada por tu culpa- le pregunto un hombre bajo con casco cubriendo su rostro, mientras desempacaba de su bolsillo un cuchillo con dientes que arrancaban la carne con él.

-Están enfermos, todos y el idiota de su rey por convertir a la gente en seres sin sentimientos, todo por el control de esta tonta sociedad- gruño enojado el chico castaño al cual le decíamos "10" pues los 24 de este lugar éramos llamados con números el mío era el 7.

Ambos guardias guardaron silencio y sin más cortaron la garganta de la muchacha desnuda a su lado, Iba a gritar juro que iba a gritar pero una mano vendada me tapo completamente mi boca haciendo que no hiciera ningún ruido, mientras el chico heterocromático me sacaba del lugar a la arrastras a causa del shock.

-Quieres morir acaso- dijo cerrando la puerta de su habitación, estábamos seguros en esta posición después de todo ningún miembro del alto mando podía entrar a la habitación de un recluta.

-El la asesino y no hice nada – susurre, mirando la pequeña vela apagada junto a su cama.

-Lo sé, lo vi, pero es mejor que no hubieras hecho nada oh estarás igual que ellos- se depositó en su cama. El hombre era realmente alto, su ojo izquierdo era de un café oscuro mientras que el derecho era dorado, todo su cuerpo eran vendas aun no sabía él porque, su cabello oscuro desordenado cayendo por su frente. Él era realmente ágil lo había visto destrozar con una guadaña a muñecos de entrenamiento. Todo a él lo llamaban "9", era solitario al igual que yo.

-Esta es la primera vez que hablo y ayudo a una persona- corto el silencio, mirando al techo de su habitación.

-Esta es la primera vez que me paralizo y gracias por ayudar- musite observando su reflejo con la luna.

-Mi nombre es Zack Foster, se supone que no tendría que decirte pero ahora somos cómplices- se rasco la nuca para luego mirar en mi dirección.

-Mi nombre es ______Schröder -Le dije. Mientras ambos tomábamos confianza el uno con el otro.

Mis días eran entrenamiento cuerpo a cuerpo, armas, aprender mapas, pasadizos, acertijos y charlar con Zack todas las noches en su habitación además de seguir entrenando sin que nadie se diera cuenta de mi pequeña amistad con el hombre vendado. Era rápida entrenando eh disimulando, la plegaria del primer día y el suceso que presencie había hecho corto circuito en mi cerebro haciéndome sentir tan vacía y fría con los que golpeaba en los entrenamientos, mientras yo solo me justificaba con sobrevivir en este lugar.


El pecado de la venganza (Meliodas & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora