Amanecer

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Había algo que Magnus Bane amaba más que nada en el mundo... Aparte del brillo y la atención, claro estaba... Era el hecho de despertar al lado del amor de su vida.

Era lo más hermoso, cálido y reconfortante para un brujo, a pesar de que había vivido tantos años.

Imaginar que su novio podía morir mientras peleaba con demonios o simplemente que lo hirieran en un entrenamiento, lo ponía con los pelos de punta.

Por lo tanto, sí, en cada día nuevo se aseguraba de que su Alexander amaneciera a su lado, asegurándose de que el día anterior había regresado a casa sano y salvo.

Ya se había hecho una costumbre.

Sin embargo, había días en que el cazador, se iba a antes de que el otro despertara, y por más brujo que fuera y sintiera aunque sea una cosa moverse en su casa, su novio era altamente silencioso con las mentadas runas.

– Maldita sea Lightwood, lo hiciste de nuevo. – Y asegurarse de su bienestar con un mensaje de fuego o de texto, no era lo mismo.

Se paró un tanto molesto de la cama, odiaba los días en los que no podía ver esos ojos entre cafés y verdes, en cuanto abriera sus ojos.

Le dio de comer a Presidente y se metió a bañar para relajarse y prepararse a su día ajetreado con sus clientes.

A: ¿Ya despertaste? Le di de comer a Presidente.

Magnus leyó el mensaje de texto mientras se secaba el cabello y volteó a ver a Presidente, que se encontraba en sobre su cama, con los ojos achicados.

– Gato glotón, comiste doble y me engañaste. – Lo acusó, recibiendo un maullido en respuesta.

M: Hubiera sido genial que me despertaras y me lo dijeras.

Tal vez seguía algo molesto.

A: Lo siento Magnus pero estabas muy cansado ayer como para despertarte tan temprano.

Podía simplemente emocionarse por las palabras y preocupación de su novio junto con sus pequeños detalles, o seguir algo molesto con él.

M: Bien, estaré ocupado todo el día, si surge algo mándame mensaje de fuego.

Escogió lo segundo, pero aun así, la preocupación por su cuidado era permanente.

Alec ya no le contestó, sabiendo que su brujo estaba algo enojado, pero lo que le había dicho era cierto. Magnus siempre lo esperaba hasta altas horas de la noche con tal de verlo llegar sin ninguna herida, por lo tanto, a veces era su turno de cuidarlo.

– Alec, vamos a cazar en cinco minutos, te toca con Clary. – Este puso los ojos en blanco con lo último que dijo su hermana.

Pero trabajo era trabajo.

– ¿Mañana pesada? – Preguntó la pelirroja mientras caminaban entre las calles de Nueva York.

– No exactamente. – Ya no le caía tan mal la chica; sin embargo, no sabía cómo explicar lo que sentía.

– Sí es por Magnus, no te preocupes, todo se arregla entre las parejas. – El pelinegro se quedó pensando mientras seguían caminando.

– ¿Jace se molesta si no lo despiertas? – Preguntó repentinamente, sin saber muy bien el por qué lo hizo.

– Mm... No precisamente, se preocupa cuando no llegamos a salir a cazar juntos. – Contestó divertida.

– ¿No crees que eso es algo controlador? – No lo preguntaba por ellos, sino por él mismo que llegaba a preocuparse por todo lo que hiciera su brujo no estando a su lado.

ABC (Amor Brilloso Con MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora