Ñiquiñaque

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– Te mueves o te muevo, es muy simple. – La tensión era notable, pero nadie iba a decir nada.

– Ti mivis o ti mivi... Ay ya cállate Lightwood, ni que fueras la gran cosa.

– No me interesa ser la gran cosa, quiero hacer mi trabajo y que tú estés aquí me lo impide.

– Es muy simple Alexander, solo ignórame.

– Ajá, como si pudiera. – Rodó los ojos y comenzó a caminar pasando por un lado del brujo.

– Tienes que admitir que no te puedes resistir a mis encantos.

– Ya quisieras.

Caminaron a la par bajo las miradas de los demás cazadores, algunos aguantándose la risa al ver la situación tan común que se generaba cuando el Gran Brujo iba al Instituto.

– Uy que amargado vienes hoy.

– Yo estaba bien, pero con solo verte me puse así.

– ¿Así cómo? ¿De excitado? ¿Caliente? ¿Con ganas de cog-... – Las preguntas un tanto indecentes fueron detenidas al ser cubierta su boca con la mano del cazador.

– Terminas esa pregunta incorrectamente y juro que aprenderé a hacer portales con tal de sacarte de aquí. – Sentenció seriamente pero con las mejillas levemente rojas.

La mano fue removida y el brujo lo pensó por un momento, porque obvio el chico nunca podría hacer un portal, pero vaya que lo había intimidado... Solo un poco.

– No sé en qué andas pensando Lightwood, pero apoyo la moción en lo que sea que pensaste. – Dijo inocentemente.

– Ja, ahora resulta que eres un santo. – Comenzó a caminar de nuevo hacía su oficina esperando a que el brujo le dejara de seguir.

– Por ti sería lo que fuera... Tengo disfraces para cualquier tipo de situación que se presente.

– Estás loco Magnus.

– Solo por ti cariño. – Tal vez su tono seguía en modo de juego, pero en sí todo era verdad.

Más lo último que aclaró.

– Esas palabras ya no me afectan en nada, debes dejar de intentarlo. – Auch.

– El que no arriesga no gana. – Comentó con una sonrisa medio de lado mientras se sentaba en uno de los sillones de la amplia oficina.

– Vienes arriesgando lo poco que queda de mi paciencia desde hace un tiempo y no ganarás nada.

– Conozco el límite de tu paciencia, por ahora sé que no lo he cruzado.

– Ya no me conoces Bane, tienes que superarme... He cambiado. – En cierto modo era verdad, pero había cosas que nunca podrían ser cambiadas.

– La gente cambia sí, pero sé con seguridad que tú no has cambiado en nada, ni con toda la magia del mundo tus sentimientos hacia mí se borraran.

– Creo que eso ya está comprobado. – Suspiró suavemente y dejó de fruncir el ceño por un momento. – Ya no te recuerdo Magnus, por más que lo intentes, no funcionará, lo que hubo entre nosotros ya no volverá.

El brujo podía sentir sus ojos lagrimear ligeramente, pero se había prometido no llorar hasta que la última gota de esperanza desapareciera, por lo que no, su sonrisa seguiría ahí al igual que su necedad.

– Tengo suficiente positivismo para ambos, no te preocupes. – Se levantó para irse por un rato por ahí.

– Por favor Magnus, solo tú estás saliendo herido, te conozco por ser éste nuevo yo pero no más que eso, solo desperdicias tu tiempo.

ABC (Amor Brilloso Con MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora