- Oscuridad -

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La ciudad era un asco, todo y nada se hacía cuando alguien viajaba a Nueva York; había demasiadas cosas por ver y para hacer; sin embargo, era tanto que abrumaba y endrogaba.

La gente perdía su dinero en un dos por tres, el conocimiento lo perdían después de varias horas de estar en un lugar y las personas solo existían por existir.

Así como los seres sobre naturales, los Oscuros, en término general.

No había muchas razones en sí para estar ahí, pero de cualquier forma, ahí se encontraba, en una de las ciudades más futuristas y extrañas del país.

– Lightwood. – El sistema reconoció la voz y la puerta se abrió.

El cuarto del dichoso hotel más lujoso, según, no parecía más que un motel de cuarta. La vista era la única que no podía juzgar al estar en el treceavo piso, así como tampoco de la clase de alcohol que había en el lugar.

Tendría que soportar el estar ahí durante dos largas y tediosas semanas.

Ser jefe le daba la 'libertad' para hacer lo que quisiera con su tiempo, pero el Consejo de su compañía, le había comenzado a exigir cambios contundentes para que no cayera en la monotonía.

Sinceramente Alec no entendía tantas tonterías de administración ni mercadotecnia, su negocio había nacido por una borrachera de un día cualquiera y ahora producía millones al año.

No consideraba tan sucio el trabajo que creó él mismo, al menos otorgaba más comodidad que los lugares que tendría que visitar en esa ciudad.

Había ido a aprender y observar para conseguir más ideas para su negocio. No era tan complicado eso, pero se tendría que ensuciar un poco la ropa y esperaba que no las manos.

Después de establecerse en su habitación, decidió salir a conocer un poco la zona en donde se centraría más. Era una gran ventaja estar en Brooklyn, donde había gran parte de 'Zonas de Baile'.

Fue directamente a un lugar que tenía dos filas, una de oscuros y otra de mundanos, aunque éstos últimos ignoraban la existencia de los otros.

Llegó hacía los mastodontes de guardias y antes de que éstos le obstruyeran el paso, mostró el color real de sus ojos, siendo negros en su totalidad; sin decir una palabra, los guardias se movieron de inmediato dejándolo acceder al lugar.

Hizo una mueca extraña por toda la revoltura de olores que había en el ambiente. Sudor, alcohol, drogas, venenos, sexo, sangre; más los gritos y cuerpos unidos por doquier, dieron justo en el clavo para que perdiera la poca paciencia que poseía.

No había nada que aprender ahí.

Caminó a paso relajado hacia más lugares, la noche era larga y tenía todo el tiempo del mundo; sin embargo, se fastidiaba rápidamente cuando solo entraba a un lugar y veía los mismos escenarios. Decidió ir a un último lugar de esa zona para después regresar a su hotel y descansar lo que su cuerpo le permitía.

Dos puertas rojas fueron abiertas cuando mostró sus ojos a otros guardias, que a diferencia de los otros, éstos estaban vestidos más elegantemente. Para los mundanos eso hablaría bien del lugar; ya que, significaría que es un distinguido establecimiento; sin embargo, para seres como él, eso significaba otra cosa.

Seres con mucho dinero, poder o alto rango iban a conseguir mercancías o a venderlas ahí, podía ser algo realmente repulsivo pero con discreción, y siendo sinceros, no era un buen lugar para un mundano.

Las cosas nunca terminaban de buena manera para ellos. Al menos no ahí, por lo que casi no les era permitida la entrada a esa clase de negocios.

Casi.

ABC (Amor Brilloso Con MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora