Koala

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Ser un cazador era algo de nacimiento, no había elecciones ni discusiones, simplemente era un trabajo el cual se debía tener y hacer hasta que llegara la muerte a ellos.

Era su deber.

Siendo de la misma responsabilidad al ser un brujo, aunque con diferentes deberes; se podría tener más libertades; sin embargo, era algo de por vida. Todo tenía que hacerse con un propósito, esa había sido su elección al querer ayudar a los demás.

Era su estilo de vida.

Tal vez como todos en la vida, cualquier persona, sea mundano, mitad ángel o subterráneo, llegaba a un límite después de hacer tanto por todos sin tener un tiempo para sí mismo.

Alexander Lightwood había llegado a ese límite, después de haber estado dos semanas entre viajes a Alacante, el Instituto y cazar demonios. No era monótono, claro que no, cada día era diferente; sin embargo, estar tan ocupado y cansado al mismo tiempo, ya lo había fastidiado.

Magnus Bane había conseguido tener más de cincuenta clientes en un mes, lo cual había batido un record; su magia se había agotado incontables veces, por lo que en ocasiones había recurrido a sus amigos cercanos, pero aun así, no era lo mismo. Por algo era el Gran Brujo de Brooklyn.

– Mamá se encargará del Instituto desde mañana y hasta la siguiente semana Alec.

Izzy sabía que su hermano mayor podía ser tan comprometido como para descuidar su persona y no decir nada, y de alguna forma, quería aliviarlo.

– Lo sé, pero aun así se ha puesto muy pesado todo, simplemente yo... No sé Izzy.

– Si sé, quieres más momentos solo para ti y lo entiendo, de hecho deberías darte un tiempo.

– ¿Un tiempo? No puedo hacer eso, nosotros no tenemos vacaciones.

– Por un día que te tomes a la semana, dudo que todo el Instituto caiga o que los demonios nos dominen.

Tenía un punto.

– No sé Izzy, con un par de horas donde mamá no me vea, estará preguntando por mí. – Sabía que crear excusas con su hermana no era lo sano.

– Ay por favor Alec, yo me puedo encargar de eso, es cosa de ponernos de acuerdo y simplemente serás libre por un día.

El joven Lighwtood lo pensó y evaluó la idea en su mente, no era como que quería salir de fiesta o irse a un lugar extravagante algunos días, pero vaya que tenía ganas de ver un día como si no fuera de trabajo y simplemente apreciar lo que tanto protegía.

– De acuerdo. – Asintió con una media sonrisa sabiendo que por esta vez, debía pensar en él.

***

Una lámpara se estrelló contra la pared, la mesa de centro fue volteada con un chasquido de dedos y varios libros volaron por la sala mientras que las ventanas cimbraron. La magia se podía sentir en todo el loft, y el enojo combinado con el cansancio casi se podía palpar con solo extender la mano.

– Venga Magnus, ese libro era bueno como para ser destruido.

– Cállate Raphael, no ahora, no hoy. – Bajó sus manos que seguían sacando chispas azules y las empuñó.

– Ni hoy, ni mañana, ni en toda la semana... Necesitas calmarte. – El vampiro y uno de los viejos amigos del brujo, estaba ahí para preguntar algo, pero algo había salido mal.

– No sabes que decir eso no calma más a la persona que esta alterada sino todo lo contrario ¿cierto?

– Ajá, lo he visto, pero no te desquites con las cosas. – Era su forma de calmarlo y sabía en el fondo, que estaba funcionando.

ABC (Amor Brilloso Con MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora