Juramento

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El cielo estaba de testigo, las nubes estaban tan blancas que se podían iluminar con los rayos del sol, mientras que este último, alumbraba con todo su esplendor a aquellos seres creados con fortaleza y sabiduría.

Aquellos que poseían unas grandes alas color hueso en su espalda eran quienes se diferenciaban de los que tenían unas pequeñas blancas. Los que no poseían esas eran los que tenían que hacer un juramento el cual tenían que cumplir, así les costara la vida, si es que querían trascender.

Si el gran ser no quería hacer lo que le correspondía, era llevado a otro lugar, uno más oscuro y sin vida, uno donde no había retorno alguno, afrontando las consecuencias de su desobediencia.

– Te toca a ti hijo mío. – La fuerte pero tranquila voz del líder y cuidador, se escuchó por todos los cielos.

– Estoy, dispuesto, dígame lo que debo hacer. – Habló el, que a ojos de mundanos, parecía un simple hombre.

Las tareas que les proporcionaban eran para el bienestar de la humanidad, nunca harían algo que les perjudicara, de cierta manera debían demostrar que el amor y la felicidad siempre estaba ahí.

– Deberás ayudar a un pequeño ser que nacerá, te encargaras de que vaya por el camino correcto.

– Puedo hacerlo. – Dijo seguro, sabiendo que era un momento muy importante.

– No será tan simple como se escucha, estarás años abajo, pero te estaremos observando; sin embargo, no te podremos ayudar.

– Cumpliré con mi palabra.

El gran hombre con alas pasó la punta de una daga en la palma de su mano, esperando que su pálida piel cambiara a un tono más humano, dejando ver después como un hilo de sangre se formaba, y mientras caía sobre el piso, la herida se cerró.

– Cumple con tu juramento hijo mío, te estaremos esperando.

Sin dar respuesta, el ahora semi-mundano, fue empujado por el pecho, dejándolo caer hacia un vacío que al principio era brillante, pero que después se fue haciendo oscuro, hasta el punto de no ver ni escuchar nada.

***

Un pequeño bebé lloraba a todo pulmón, estaba nervioso, no sabía que pasaba pero podía muy bien presentir lo que acontecía a su alrededor. Había peligro y la ira andando por el lugar. No se sabía si los gritos alteraban más al bebé, o si su frenético llanto provocaba más a la supuesta pareja.

– ¡Calla a ese maldito bebé! ¡No te lo vuelvo a repetir o yo mismo lo tiraré a un bote! – El hombre salió del lugar donde se encontraban.

La mujer tomó a su hijo para lograr que cesara el fuerte llanto que en sí fue provocado por el hambre y los nervios.

– Maldita sea, venga, guarda silencio. – Meció al bebe de un lado a otro con algo de fuerza.

Si lo sacudía con más ímpetu, definitivamente no sobreviviría y él lo sabía, por lo que tuvo que interferir.

Unos toques a la puerta se escucharon, la mujer dejó a su supuesto hijo encima de una silla para luego abrir y encontrarse con un hombre alto, atractivo y que sin explicárselo, brillaba ante sus ojos.

– ¿Q-quién es usted? ¿Qué quiere? – Preguntó con nerviosismo, desconfiando de la vestimenta oscura.

Varias veces los mundanos le habían dicho que tenía cara de policía o de guardia de bar, no lo entendía pero le daba igual.

– Señorita, buenas tardes, disculpe las molestias pero hay un hombre esperándola abajo. – Dijo con cortesía mientras volteaba a ver al bebé que se encontraba aun llorando.

ABC (Amor Brilloso Con MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora