— Entonces, ¿Piensas que soy el amor de tu vida?
Rui preguntó con una amplia sonrisa, me miraba como si fuera lo más valioso del mundo y me hacía sentir amada.
— Pienso eso y mucho más, pero vamos, todavía no quiero sacar mi lado cursi, además tú tienes que ir a trabajar ya.
— Vamos Andreia, ¿Cuántos años tienes? ¿50?
— Tengo 25, pero si no vas ahora, no serás titular, además, hay un partido importante, ¿No sueñas con ganar la Champions?
— Sueño con que estés a mi lado, mientras ganamos la Champions, claro está.
— En ese caso, anda, tienes que irte y yo tengo que seguir trabajando. Prometo hablarte por la noche, ¿Si? — Pregunté viendo a mi novio, antes de besar sus labios.— Te amo.
— Tienes ese poder de convencerme, cariño. Esperaré tu llamada más tarde.
Ambos tomamos caminos contrarios, aquella sonrisa no se podía borrar de mi cabeza, Rui era todo lo que siempre soñé y no me imaginaba con alguien más que no fuera él.
— Andreia, ¿Se puede saber dónde diablos estabas metida? Tenemos que hacer una campaña de maquillaje y tú desperdiciando el tiempo.
— Estaba con Rui, mamá. No será el fin del mundo por tomarme una hora libre.
— No entiendo cómo es que gastas tu tiempo en ese hombre, habiendo mejores jugadores, te vas a fijar en ese.
— Mamá, ya hemos hablado de eso, él me quiere y yo a él, eso no va a cambiar nada, si me permites, voy a trabajar en tu campaña.
Corté por completo esa conversación, no entendía cómo era que mis padres no aceptaran a Rui, era algo estúpido, tenía una buena profesión, un buen salario, me quería y sobre todo, ellos me obligaron a trabajar en ese proyecto con el Sporting.
Cansada por tanto estrés y mamá recordando cada segundo que Rui, no era bueno para mi, llevé mis manos a la cara, estaba cansada mentalmente como para seguir haciendo algo más. Avancé lo más que pude y me estaba gustando el resultado.
— Hola querida.
Papá llegó a mi oficina, saludándome muy afectuoso, algo muy raro en él, alcé la vista de la pantalla del ordenador y lo miré sentarse frente a mi.
— Hola, papá.
— ¿Qué es lo que te tiene tan preocupada, cariño?
Resople por segunda vez en el día, restándole un poco de importancia al asunto.
— Mamá y su insistente tema de: Rui no es para ti, él no te conviene, bla, bla, bla.
— Nena, hay mejores chicos para ti, queremos lo mejor.
— Oh vamos, ¿Tú también? Si quisieran lo mejor para mi, apoyarían mi relación, no se la pasarían criticando cada que puedan.
— No vengo a pelear contigo, vengo a proponerte algo. ¿Qué te parece realizar una campaña para Cristiano?
— Uhm, no.
— Es el mejor del mundo, cariño. Cualquiera en esta empresa mataría por hacer esta campaña.
— No es algo que me agrade, digo, siento que tú serías el indicado, después de todo, eres el jefe, además, esta semana no pienso salir de Portugal, Rui tiene un partido importante y prometí ir, no le quiero fallar.
— Cariño, ¿Eres consiente de que esa relación puede acabar? Perderás la oportunidad de hacer muchas cosas por estar a su lado.
— Papá, mi decisión es firme y no pienso cambiar de idea.
Salió de aquel recinto, tomando sus papeles de vuelta y algo molesto. Pequeñas lágrimas resbalaron por mis mejillas. Y la molestia cada vez se hacía presente. Tomé mis cosas y salí de ese gran edificio, no quería hacer mas que llegar y dormir.
Era algo tarde y las calles de Lisboa estaban casi vacías, coloqué el manos libres y llamé a Rui, necesitaba escucharlo y tratar de calmar mis nervios.
— Hola bonito.
Hablé luego de que el pitido se emitiera por tres veces. Mi sonrisa ya estaba dibujada en mis labios.
— Hola hermosa. ¿Cómo fue el trabajo?
— Uhm, ¿A ti cómo te fue?
— ¿Mal día? Estuvo muy bien, el trabajo se ha intensificado, pero es normal, si queremos ganar, debemos dar lo mejor.
— Me alegra escuchar eso, estoy emocionada por ir al estadio para apoyarte, acabo de comprar tu playera y me dará mucho orgullo llevarla ese día.
— Y yo trataré de dar lo mejor para ti, cariño, será una gran noche. Terminando podemos venir a mi apartamento a celebrar. ¿Te parece?
— Eso suena más que bien, no puedo esperar a que llegue el día. Se me acaba de ocurrir algo.
— ¿Se puede saber qué?
— Es una sorpresa, así que no puedo adelantar nada, pero te aseguro que será una noche para recordar.
Terminamos la llamada, pues acababa de llegar a casa y ambos debíamos descansar, esta semana traía muchas emociones y estaba emocionada por lo que estaba por venir.