23

3.1K 161 11
                                    

Me muevo inquieta por la cama, me es imposible dormir, miro al lado contrario y todo está vacío, tan vacío como las últimas semanas en las que he estado en esta habitación. 

El reloj marca las dos de la mañana, la noche aún era larga y tomando una bocanada de aire, salgo de aquella habitación. 

Camino por el pasillo que se me hace eterno y cuando estoy delante de su puerta, tomo la manija y entro con cuidado, duerme tan tranquilo, sin ninguna preocupación. 

Dejo de pensar tanto las cosas y me meto a la cama, al sentirme, comienza a despertar, cosa que no quiero que suceda. 

—Descansa, sigue durmiendo. 

Y acomodando mi cuerpo entre el suyo y debajo de las sábanas, dejo un beso en sus labios  para continuar durmiendo. 

—¿Estás segura de esto Andreia? —Cristiano me mira sin saber que hacer al respecto. 

—Vamos, por mi, solíamos hacerlo, anda. —Como lo hacía cuando era una niña, colocaba esos pucheros que a Cristiano le encantaban y de los cuales no se negaba nadie. 

—Nos verá todo el mundo... 

—¿Tienes miedo de que el playboy sea captado de esta forma? —Lo miro retándolo.— Bueno, no todo el tiempo serás el hombre con el que toda mujer fantasea para que la haga suya. 

Suelto una risa inocente, volver a estar a su lado, me hizo sacar muchas facetas de las cuales en mi vida imaginaba. 

—Yo soy la afortunada de tenerte desde hace muuuchos años. 

—¿Qué pretendes Andreia?  —Me mira elevando una ceja, sinceramente, comenzaba a amar a su forma de reaccionar ante mis provocaciones, sería tonto negar que eso hacía que mi corazón latiera como loco y que deseara estar bajo las sábanas con él. 

—Solo quiero divertirme, ¿Es mucho pedir? 

—¿No quieres seguir durmiendo? —Me aferra a su cuerpo, suelto una risa y golpeo suavemente su pecho. 

—No quiero, anda, no seas aburrido, si lo haces, prometo que en la noche lo pasaremos genial. 

Y así es como lo convencí de venir al parque. El parque que nos vio crecer y donde estaban los mejores recuerdos de mi infancia. 

Sonrío al ver lo hermoso que seguía, tomo la mano de Cristiano y lo llevo al gran árbol donde soliamos refrescarnos luego de haber jugado durante toda la tarde. 

—Me encanta que seas tan sencilla, que no te importe estar aquí. 

—Yo no necesito lujos, no necesito cosas de marca o tener la mejor ropa, me siento feliz siendo la misma Andreia de hace 10 años, la que jugaba con medio parque, que no le importaba si ensuciaba el vestido o se despeinaba un poco. Me gusta sentarme, en el pasto y disfrutar de lo que vivo. 

Termina por sentarse a mi lado y mirando el paisaje, vuelvo a sentirme una niña pequeña. 

Salir por la calle tomados de la mano, reír, jugar, hizo por mi todo lo que siempre soñé y no podía estar más agradecida. 

La noche cae los niños duermen y tengo que cumplir lo que he dicho en la mañana. No siento presión ni algo que me diga que lo tengo que hacer por obligación, me siento libre de expresar mi sexualidad a su lado, sus toques, sus movimientos, los besos, me hace sentir tan delicada y amada que no quiero que termine. 

Las sensaciones nuevas recorren mi cuerpo, dándome confianza y sobretodo, llenandome de amor y seguridad. 

Dejó de ser sexo para convertise en amor. 

La familia está contenta de como avanzan las cosas entre los dos, aún queda mucho por hacer por la empresa de mis padres, pero afortunadamente, los problemas continuan disminuyendo, Mamá y Dolores son las más felices al ver que todo el rencor había quedado en el pasado y que ahora seríamos tan felices a como lo fuimos de pequeños. 

Ni hablar de los niños, en especial Junior, ese pequeño moreno que hacía preguntas de las cuales yo no tenía las respuestas. 

Lo que llegué a considerar monotonía, dejó de serlo cuando me involucré a su vida y ellos, siendo aún pequeños, lograron quererme tanto o más de lo que yo lo hago cada día que pasa. 

No era la vida que soñé, pero era mejor de lo que pude imaginar. 

Vendida || Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora