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Despierto en medio de una gran cama, hace varias semanas que estaba durmiendo sola y eso me hacía sentir extraña. 

Cristiano supo entender que necesitaba espacio  y eso en parte lo agradecí, sin embargo, a partir del partido de Portugal y el recordar cosas de nuestra infancia, me hicieron sentir algo rara. 

Los recuerdos llegaban cada vez más y mi cabeza era un lío. 

—Lo siento Andreia, no quise hacerte sentir mal. —Cristiano se disculpa luego de hacerme sentir mal cuando lo veo. 

Tenía demasiado tiempo que no lo veía y el que estuviera en Portugal me hace sentir emocionada. Sin embargo, su reacción fue la misma que hace dos años, está enojado porque actue de forma tonta como suele decir. 

—¿Ya no me quieres Cris? —Le pregunto con cierto temor en los ojos, piensa algunos segundos su respuesta y solo niega. 

—Eres la mujer más especial de mi vida. —Me dedica una linda sonrisa como suele hacerlo cada que llega de visita. — Nunca podría dejar de quererte. 

Su cercanía me hace sentir protegida y a la vez nerviosa, su respiración choca con mis labios y deja un pequeño beso en éstos. 

Mi primer beso. 

—Te quiero Andreia, recuerdalo siempre. 

Y es el último te quiero sincero. 

Dejé de verlo durante años, las llamadas de horas, pasaban a ser llamadas de minutos y después llamadas no contestadas. 

Dejó de visitar a mi familia y su familia a nosotros, las revistas mostraban a mujeres diferentes cada semana y entendí que ese te quiero era una mentira. 

Un hijo, una relación de cinco años y una carrera prometedora aparecieron y con eso, Andreia Silva quedó enterrada para él. 

Entendí la necesidad que tuve de buscar a alguien más, y como si el destino estuviera de acuerdo, puso a Rui en mi camino, las revistas, las fotos seguian poniéndome mal. Llegué a tener esperanza de verlo de nuevo cuando su relación terminó y no fue así, él no hizo nada y yo tampoco iba a hacerlo, siguió con su vida y yo estaba haciendo lo mismo. 

Más novias, hijos y otra relación llegaron a ocupar todos estos años. 

Yo pude ser feliz y supongo que él también. 

Si fuera lo contrario, me hubiera buscado desde hace muchos años atrás. 

Miro la puerta color caoba, ahora, después de casi 10 años, estaba aquí, con él y casados. 

Nunca pude tener esa experiencia de salir con él, de tomarnos las manos y tontear como los adolescentes que éramos, darnos pequeños besos y correr de cámaras y flashes, todo lo que un día soñé no estaba. 

Estaba segura que necesitaba tener esa experiencia, pero no sabía si él estaba dispuesto. 

Los pensamientos son interrumpidos cuando se abre la puerta y se asoma lentamente. 

Mi mano va directo a mi pecho sintiendome sorprendida. 

—¿Se puede? —Pregunta observandome desde la misma posición. 

Asiento suavemente y en menos de lo que pienso, está sentado a mi lado. 

—¿En qué piensas? —Me pregunta con cierto toque de curiosidad. 

Niego soltando un suspiro y me coloco cerca de él, recargando mi cabeza en su pecho, se sorprende, pero termina envolviéndome con sus brazos. 

Me siento protegida, como hace mucho tiempo no me sentía, recordar tantas cosas me pone más sencible de lo que parece y sin querer, mis ojos se nublan por lágrimas que amenazan con salir. 

—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —Cristiano se nota preocupado, su rostro luce tan tierno que lo miro por algunos segundos que tal vez parecen una eterniadad, mis dedos toman el control y acarician sus mejllas. 

Era mi mejor amigo, la persona con la que crecí, con la que jugaba, la persona con la que dí mi primer beso, lo quería y mucho. 

Dejo suaves besos en sus labios, cosa que hace que vuelva a sentirse sorprendido, pero como si él también lo necesitara, corresponde sin más y sin complicar tanto las cosas, nos abrazamos tan fuerte, como si la vida dependiera de eso. 

—Eras mi mejor amigo Cristiano y me dolió cuando te fuiste, me dolió cuando me alejaste, cuando te olvidaste de mi, cuando estuviste con más mujeres, pero me dolió que esas promesas desaparecieran sin importar nada. 

—Andreia... —Susurra cerca de mi cuello, me hace sentir una energía por todo mi cuerpo, sin embargo, quiero que siempre esté así. — Me arrepiento cada día que pasa, no hay día en que no lo haga y estoy pagando las consecuencias de este modo y me lo merezco, se que pidiendo perdón no voy a conseguir nada, pero quiero que mis acciones te demuestren lo contrario, minha pequena princesa.

Sonrío recordando ese apodo y aunque no lo aceptaba, realmente lo extrañaba. 

Vendida || Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora