Ha pasado una semana desde mi ruptura con Rui, una semana que se siente como si los años hubiesen pasado por mi.
Ahora establecida en la casa de mi futuro esposo, miro por la ventana el cielo gris, al parecer, una fuerte tormenta no tarda en caer y me aferro a la tasa de café, logro beber un poco, la habitación se siente fría y necesito a Rui entre mis brazos.
—Andreia, ¿Estás lista?
—¿Eh? —Es lo único que sale de mi boca al ver a Cristiano mientras termina de acomodar sus cosas de entrenamiento en una pequeña bolsa.
—Confirmar lo nuestro de una vez por todas.
—¿Cuántas veces te debo repetir que no estoy lista? Necesito tiempo.
—Tu tiempo se acaba antes del mundial.
Sale de la habitación, mi mano izquierda se dirige a mi ojo para controlar un pequeño tic nervioso. La semana que viene, iremos con el juez para saber qué es lo que pasará con la empresa y las demandas. Algunos clientes, ya han recibido su dinero y siento que esa deuda incrementa cada vez más.
—¿Andreia? —Una pequeña voz me interrumpe, el hijo de Cristiano aparece por mi puerta y se acerca con algo de timidez.
—¿Pasa algo?
—Necesito ayuda con mi tarea, ¿Puedes ayudarme?
Asiento observando al niño de 8 años que viene con un par de libros y libretas, le hago algo de espacio en aquella gigantesca cama y me enfoco en ayudar, ahora, en mis tiempos libres, —la mayor parte del tiempo— ayudaba a Cristiano a realizar su tarea, se siente tan raro tener mucha responsabilidad y más cuando me preguntaban sobre qué hacer con sus hermanos pequeños.
Estaba segura que tanto estrés, iba a terminar de una mal forma.
—Andreia, ¿tu quieres a mi papá? ¿por qué estás aquí si siempre se pelean?
Luego de aquellas preguntas, no podía contestar simplemente con la verdad a un niño de 8 años que no ha tenido una figura materna estable.
—La vida de los adultos es muy complicada, no siempre estás de acuerdo con otra persona cuando piensas diferente.
—¿Cómo?
—Es como si yo te dijera que Messi es mucho mejor que tu papá. Es claro que tú vas a preferir a tu padre y no te puedo hacer cambiar de opinión
—¿Entonces si quieres a mi papá y te vas a casar con él?
—Haces muchas preguntas para solo tener 8 años, debemos terminar tu tarea.
Resoplo revisando por última vez la tarea del niño. Todo parece estar correcto y terminando, lo mando a su habitación junto a su nana. La noche comienza a caer y doy una pequeña vuelta por esa gran casa, muchas habitaciones, mucho lujo, muchas cosas a las que me debo acostumbrar.
Reviso la habitación de los hijos más pequeños de Cristiano, sonrío un poco al verlos tomando de su biberón y me acerco con cuidado atraída por la curiosidad. Su nana, está concentrada en alimentar a Mateo, mientras la niña los observa esperando por su turno.
—Puede ayudarme si lo desea, señora.
—Andreia. —Corrijo a la mujer de escasos 50 años.— Sinceramente, no tengo experiencia con bebés, no quisiera hacer algo mal.
—Descuide, yo le enseño, tome con cuidado a la niña, coloque su cabeza entre su ante brazo y sostenga su cuerpo con cuidado mientras le da su biberón.
Trato de hacer las cosas como ella me lo indica, la tomo con cuidado de su cuna y la niña de inmediato toma un mechón de mi cabello. Con temor de hacer algo mal, mis manos comienzan a sudar y trato de relajarme mientras me mira con curiosidad, tomo de su alimento y comienzo a dárselo. Me sorprende hacerlo bien, la niña no se queja en absoluto y se enfoca en terminar el contenido de aquél recipiente de plástico.
—Cuando termine, la debe colocar entre su hombro y darle pequeñas palmaditas para que saque el aire acumulado.
Asiento, observando como va a la mitad de su bebida. Supongo que tendría que comenzar a acostumbrarme a hacer este tipo de cosas.
—Te ves adorable de esa manera, Andreia.
Salto cuando escucho su voz y aferro a la niña más a mi pecho. Él toma al niño entre sus brazos, continuando alimentándolo. Su nana, —que por cierto, desconozco su nombre— sale de la habitación dejándonos solos.
—Espero no te sea molesto ayudar a hacer esto.
Niego suavemente, tal como me había dicho aquella mujer, Cristiano hace lo mismo con el niño. Terminando, lo coloca en su cuna y procedo a hacer lo mismo con su hermana.
—Supongo que debo acostumbrarme
—¿Te imaginas cuando tengas uno?
Desvío un poco la mirada, Rui y yo pensamos mucho en esas cosas cuando estábamos juntos. Ahora la idea no me era del todo agradable, tener un hijo con una persona que no amas, realmente no me convencía.
—Siempre tuve presente que si iba a tener hijos, sería con la persona que ame.
—Y yo haré lo posible para que me quieras.
Se acerca a mi, dejando un pequeño beso en mis labios, sale de la habitación dejándome con sus hijos y lo único que quiero es estar en casa con Rui y que esto sólo sea una pesadilla que tarde o temprano tiene que acabar.
Quiero mi vida de vuelta.