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El asunto con mis padres no mejora, es como si todo fuera en cadena, algunos afectados están presentando papeles con la firma de papá en donde les ofrece diferentes propuestas para trabajar. 

No puedo creer que esa gente se haya atrevido a tanto, hacerle firmar esos papeles cuando firmó cosas que no tenían nada que ver, evidentemente, papá sigue en el hospital. Cristiano está corriendo con todos los gastos y eso hace que esta deuda nunca termine. 

Rui, mi pilar más fuerte ya no está a mi lado, no tengo noticias de él y mucho menos de su vida. La desesperación me agobia, me siento en un vaso de agua que lentamente se llena y no puedo hacer nada. 

— Andreia, tienes que comer algo. 

Cristiano me mira de forma seria, estamos sentados en la terminal del aeropuerto a punto de viajar a Rusia, tenía la esperanza de ver a Rui, pero nuestro vuelo es distinto. Miro la fruta que está frente a mi, no tengo ganas de comer sabiendo que mi padre —a pesar de todo— se debate entre la vida y la muerte y yo estoy a punto de tomar un avión rumbo a Rusia para ver unos estúpidos partidos. 

—No tengo hambre. 

Susurro alejando el plato sobre mi, no he comido bien últimamente y se que mi aspecto es malo. Tomando en cuenta que he tenido que usar capas de maquillaje para ocultar las orejas y el color pálido que invade mi cuerpo. 

Cristiano lleva sus manos a la frente, cansado de lidiar con una persona como yo, lo cual, me da igual. Sé que necesitamos su dinero, pero yo puedo conseguirlo, aunque sea lo último que haga. 

El avión o más bien, el jet, se eleva por los cielos, miro hacia abajo, soltando un suspiro, estoy cansada de todo, de vivir, de estar en un lugar en el que no me siento bien, de perder a la persona que amo y por perder mi vida, mi libertad. 

Llegando a Rusia, nos encontramos con un sin fin de personas, muchas nacionalidades, gente feliz, deseando que su país de lo máximo en la competición. Quiero sentirme feliz por mi país, pero no puedo. 

Deseo con todas mis fuerzas ver a Rui, darle un abrazo y desearle lo mejor del mundo. Lo necesito entre mis brazos y pedirle perdón por todo lo que está sucediendo, estoy completamente segura que me odia. 

El primer partido llega, Portugal se enfrenta a España y aquí estoy, entre las gradas con el jersey equivocado, aparentando que todo es miel sobre hojuelas, una estupidez. 

Veo como todos entrenan y ahí está él. Tan bello como siempre, su semblante es serio y sé que está concentrado en dar lo mejor de sí. Lo miro fijamente, trato de hacer contacto visual con él y funciona, me mira sorprendido y levanto mi mano a forma de saludo, sin embargo, mi suerte no es la mejor, pues Cristiano se interpone y mi sonrisa se borra. La gente voltea a verme y me siento cohibida, quiero huir de ahí y que me dejen de ver como si tuviera  una enfermedad rara o contagiosa.

La gente comienza a emocionarse, el partido es entretenido y siento como la gente continua mirándome y tomando fotos que no son tan discretas, trato de ocultar un poco mi cara, escondiendome entre mi propio cuerpo, —como si eso fuera posible— El partido termina tres a tres, para ser el primer partido no está tan mal. Tanto los españoles como los portugueses han disfrutado y darán lo mejor para pasar a la siguiente ronda.

Pasada la noche, me encuentro en el hotel de la selección, es demasiado tarde y no puedo dormir, Cristiano duerme y aprovecho para salir a dar una vuelta por los largos pasillos de nuestro piso. Al salir, observo las pinturas que están colgadas y con la mirada fija en el final del pasillo, lo veo.

—Rui.
Un pequeño susurro sale de mi boca, de inmediato me acerco a él, cuando lo tengo frente a mi, me cuelgo en su cuello y comienzo a besarlo, sus labios, su cuerpo, su olor, me siento feliz después de mucho tiempo. Corresponde a mi beso, cosa que me sorprende y aferrándose a mi cuerpo, me toma entre sus brazos llevándome hasta su habitación.

—Mi amor, te amo con toda mi vida.

—Andreia...

La adrenalina se siente por mis venas, la ropa pasa a segundo plano y estoy entregándome al hombre que amo, necesitaba sentirme amada, tener ese plus que tanta falta me hacía después de días de oscuridad. Nos fundimos en un solo cuerpo, amándonos sin importar las consecuencias de nuestros actos.

—No sabes cuánto te he extrañado Andreia, me haces tanta falta.

—Si supieras por todo lo que he pasado. A veces quisiera no existir.

—No digas eso, yo no puedo estar sin ti. Huyamos, terminando el mundial.

—Rui, me voy a casar con Cristiano.

La sonrisa que mantenía hace algunos segundos se borra por completo, me mira fijamente esperando que sea una broma.

— ¿Qué?

— Me vendieron.

— Tus padres y su maldita necesidad de controlar tu vida, al final obtuvieron lo que siempre quisieron.

—Las deudas parecen interminables, no tenemos nada, mi padre sigue en el hospital.

—Yo puedo ayudar a pagar todo Andreia.

—No se puede Rui, terminarás sin nada.

Se levanta enfurecido, golpea la pared y temo porque se haga daño, termino por volver a vestirme, las lágrimas se asoman por mis ojos y quiero explotar.

—Por favor, huyamos lejos terminando esto. Te juro que seremos felices y saldremos de cualquier problema, juntos.

La tentación me llama a pensar sus palabras, si me voy, empezaré de 0 sin conocer las consecuencias y de cualquier forma, afectará a mi pequeña familia, ¿Debería pensar en mi felicidad por primera vez?
Me quedo de pie, su mirada me atraviesa y tengo que saber jugar mis cartas para que todo salga bien.

—Lo siento Rui, tengo que pensarlo.

Y si más, salgo de esa habitación, lugar donde volví a ser feliz.

Vendida || Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora