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Con lagrimas cayendo por mi rostro, veo como el destino se escapaba de mis manos, como se esfuma en un abrir y cerrar de ojos. No había escapatoria, estaba atada a pretender ser la esposa feliz, la esposa mansa y obediente. ¿Sería que algún día pueda recuperar al amor de mi vida?

Doy media vuelta observándome en el espejo, un vestido hermoso, color blanco, está en mi cuerpo, se supone que este es el día más feliz en la vida de toda mujer, pero yo era lo contrario. Muchas mujeres están vueltas locas dentro de esa habitación, unas acomodando el vestido, otras, jalando mi cabello para peinarlo y las demás, controlando mis lagrimas y rehaciendo el maquillaje que se desvanece.

— Niña, por Dios, es tú boda, ¿Quieres cambiar esa cara ahora mismo?

Mamá, con un fuerte carácter, trata de ser lo más amable que puede frente a esas mujeres, un suspiro sale de mis labios. En unos cuantos minutos estaría casada, pero no permitiría que mi destino se esfumara.

Yo no quería se vendida.

Me miro por última vez al espejo antes de salir a encontrarme con mi destino. Hay un grupo de niñas que va sosteniendo mi vestido y papá se acerca a mi lado para llevarme ante el juez. 

 —Te ves hermosa, Andreia. Me haces el padre más afortunado del mundo por tener a una hija tan maravillosa. Te amo y tendría que tener mil vidas para pagar lo que hiciste por la familia, te aseguro que serás feliz. 

Las palabras de papá me hacen querer llorar, besa mi frente y antes de que pueda decir algo, estamos caminando donde toda la gente me estaba esperando. Mi cuerpo tiembla, mis pasos se hacen lentos y no quiero llegar al final, sin embargo, estoy frente a él, me mira de una forma diferente que las anteriores y recuerdo que Rui me miraba de esa manera, pero yo no podía corresponder a esa mirada de amor. 

—Cuídala por favor. 

Es lo último que dice mi padre antes de que entregara mi brazo al de él, miro a toda la gente detrás mío mostrando su felicidad a excepción de tres personas, las hermanas de Cristiano y yo. 

El juez comienza a hablar de cosas que no puse atención, mi mente estaba imaginando ese momento pero con Rui, desvio un poco la mirada, Cristiano estaba lleno de felicidad y acariciaba constantemente mi mano, mi cara creo que luce con cierto temor, era el final. 

—Andreia. 

—¿Perdón? 

Todos ríen y no sé por qué, siento el pánico en mi rostro porque al parecer, todos se dan cuenta que no he puesto ni la mínima atención. 

—¿Aceptas por esposo a Cristiano? 

— No

Todos se asombran ante esa respuesta, él me mira con temor y preocupación, mis padres igual y quiero huir en ese momento, cosa que hago, doy media vuelta y la gente me mira asombrada.

—No quiero ser vendida.

Es lo que grito antes de encontrar a Rui al final del pasillo, mi corazón late con fuerza, él está aquí conmigo y por fin podremos ser felices. Lo abrazo con todas las ganas que tengo, su olor, su piel, cierro los ojos disfrutando del momento, pero cuando los abro, descubro que todo ha sido una farsa.

—No escuché bien, lo siento. 

— Es normal que tengas nervios, es un día muy especial. 

Suelto una pequeña risa nerviosa. 

—Entonces, ¿Aceptas?

—Si. 

Todo se vuelve risas y aplausos, mientras yo quiero morir, Cristiano toma mis manos y besa suavemente mis labios. 

Me abraza y escondiendo su rostro en mi cuello, susurra: 

—Te prometo que a mi lado serás la mujer más feliz del mundo, prometo que será cuando eramos unos niños y nadie nos separaba y sobre todo, prometo que te olvidarás de él y me vas a querer incluso más.

Quiero llorar, nunca imaginé que mi vida fuera a terminar de ese modo. La noche pasó entre música y gente felicitandonos, fotos, abrazos y buenos deseos. Sabía que esa noche él iba a estar conmigo y no había nadie que lo impediera. 

Luego de quitar ese pesado vestido. Uno más sencillo dio paso, trato de divertirme pero simplemente no puedo y lo hago por educación. Cristiano me toma entre sus brazos y llevandome al centro, comienza a bailar suavemente, ahora, no hay nada que pueda hacer, soy su esposa. 

La fiesta termina a altas horas de la noche, la suite del Pestana nos espera y solo quería que pasara todo esto de forma rápida.

Cristiano me toma entre sus brazos para entrar a la suite, con delicadeza, me deja sobre la cama y besa mis labios mientras comienza a quitar su corbata.

—No haremos nada que tú no quieras, te daré el tiempo necesario para que estés lista.

—Cristiano, quiero estar contigo.

Se sorprende por mis palabras y yo también, no sé de dónde he tenido el valor para hacerlo, pero no me retracto.

Se acerca a mi con cierta timidez, provocando no hacer nada torpe, simplemente me dejo llevar, sus labios recorren mi cuello y un escalofrío se hace presente, cuando menos lo espero, la ropa no existe entre nosotros, siento pena por estar de esa forma delante de él, pero quita mis manos y me hace mirarlo a los ojos.

—Eres hermosa, te juro que serás la única mujer en mi vida.

Suspiro dejándome hacer por él, mi cuerpo se queda quieto debajo de él, mi vista está perdida en un punto de la habitación y siento tomo me toma una y otra vez. Otro hombre estaba en mí y ni siquiera lo hacía por amor.

Las escenas de hacen presentes en mi cabeza y no se compara en nada, simplemente estaba ayudando a que saciar su deseo.

—Andreia... No fui el primero, ¿Verdad?

Me doy media vuelta sobre la cama, evitando contestar lo obvio, cierro los ojos por unos segundos y un pequeño sollozo se hace presente en la habitación.
Decido callar y fingir dormir, aunque dudaba que eso fuese posible.

—Siempre soñé en casarme con la mujer que me hiciera feliz, pero al parecer no me amas, no quiero dejarte y el saber que no fui el primero me llena de impotencia, Andreia, eres lo más real que he tenido en mi vida, pero te juro que si Rui se interpone entre nosotros, no seré consciente de mis actos.

Deja un beso sobre mi mejilla y yo solo temo por su vida.

Vendida || Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora