—No te vayas Cris. —Un puchero se forma en mi cara, me aferro al delgado cuerpo de mi amigo y espero que eso lo haga cambiar de opinión.
—No puedo Andreia, lo hago por el bien de todos.
—Pero me vas a dejar sola.
—Te prometo que eso no será así, cuando seamos grandes, seremos muy felices.
p r o m e s a s n o c u m p l i d a s
Recordaba con exactitud esas palabras, palabras que no sirvieron de nada porque no hizo nada para salvar nuestra amistad o lo que sea que tuvimos. Las mujeres aparecieron en su vida y yo quedé en el olvido, pero ese olvido me trajo a alguien que ya no está en mi vida.
Todo el cariño que le tenía se fue cuando el se marchó.
—¡Cris! ¡Volviste!
Me sentía como una niña pequeña cuando lo vi a los 15 años,saltaba como loca mientras lo veía entrar por la puerta del hotel, él ahora vivía en Inglaterra y pensaba que volvía por mi.
Lo abracé con todas mis fuerzas, pero su reacción fue diferente a lo que yo pensé .
—Fijate en lo que haces Andreía. —Me separa a empujones, termina por acomodar su pullover y me mira con una cara de pocos amigos.
—Lo siento, no quise molestar.
—Deja de actuar de esa manera infantil, sé como las demás chicas de tu edad.
El enojo combinado con la tristeza me hicieron retroceder y alejarme de la persona que alguna vez me hizo una promesa.
—Madura Andreia, te quiero, pero deja de ser tan tonta. Si algún día nos casamos, quiero que seas como las demás chicas, que seas seria y dejes de actuar así.
Deja un beso en mi mejilla, me siento desprotegida y nadie hace nada.
La adolescencia es esa etapa en donde no nos importa herir a nadie y en donde nos tomamos todo a pecho, donde crecemos con rencores y nos hace forjar un caracter.
—¿En qué piensas? —Cristiano me asusta, entra del lado contrario al mío y pone en marcha la camioneta.
—Tonterías. —Respondo sin ganas.
—¿Es por que viste a Rui?
—Cristiano, no quiero hablar de eso.
—Él ya tiene una vida Andreia.
—No es necesario que me lo recuerdes, ahora estoy contigo, ¿No?
—No me digas que el amor se fue de un día a otro.
—De verdad no tengo ganas de pelear. Nuestra relación terminó hace un año, vivamos y dejemos vivir.
—Lo siento.
—No importa.
Miro por la ventana, era cierto que había historia con Cristiano de hace muchos años, pero ya no es lo mismo que ahora.
¿Debía darle otra oportunidad?
—Andreia, no quise...
—Basta Cristiano, no quiero pelear por tonterías.
—De verdad quiero que me des la oportunidad, si quieres que sea paciente, lo haré. Hemos estado llevándonos bien, ¿Te acuerdas que hace años te dije que seríamos felices? —Asiento recordando esos momentos de nueva cuenta. —Nunca me imaginé que estuvieramos viviendo esto. Recuerdo que cuando eras pequeña siempre me hacías esos pucheros para que no me fuera a entrenar.
Sonrío de lado, mis hoyuelos se marcar haciendo que suelte una pequeña risa.
—Pensaba que te irías y que nunca ibas a regresar. Cuando volvías reías porque mis hoyuelos se marcaban demasiado.
—Y no pude cumplir mi promesa.
Asiento suavemente, la sonrisa de borra poco a poco mientras miro mis manos.
—No sabes todo lo que me he arrepentido. Me fui para ayudar a todos, para que tuvieramos una mejor vida, pero a ti no pude hacerte feliz y aún no puedo. Esta vez si lo haré Andreia, nuestros hijos y tú son lo más importante y haré todo lo posible para que sean felices.
Tomo su mano suavemente, acaricio su piel con mi pulgar, me siento a gusto y cierro por algunos segundos mis ojos, los recuerdos de pequeños pasan por mi mente y me imagino una vida diferente si esa promesa siguiera en pie.
Al llegar a casa, baja con cuidado mientras yo sigo dentro de la camioneta, mi mirada se queda fija pensando en todo y en nada. Cristiano toca la ventana y abre la puerta para ayudarme a bajar.
—Esta vez si seremos felices, lo prometo.
Y sin más, beso sus labios como si mi vida dependiera de ello.