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Al llegar a Madrid, me encuentro con la noticia de que mi padre ha salido del hospital. Afortunadamente, el juicio se ha resuelto, pero para pagar tantos millones, se quedarán con las propiedades. 

Empezar desde cero. 

La habitación color negro me intimida, pero prefiero estar aquí que en la sala, donde los niños lloran. La marca de mi brazo apenas comienza a desaparecer, un color verdoso se encuentra sobre mi piel. 

Las flores comienzan a secarse, los pétalos de las rosas caen lentamente y niego por la forma tan ridícula de pedir perdón. 

Salto al escuchar la puerta abrirse y Cristiano se asoma de forma lenta para terminar entrando y acercarse hasta a mi, donde se recuesta y deja su cabeza apoyada en mis piernas.

—¿Qué puedo hacer para que me quieras un poco? —Su pregunta me altera un poco, lo miro sin decir nada y comienza a acariciar mi pierna de forma suave.— ¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? Éramos tan solo unos niños, pero desde ese momento, no dudé en qué algún día estuvieras conmigo.

Cierro los ojos tratando de hacer memoria, mis pocos recuerdos me llevan veinte años atrás, donde yo solo tenía siete años y él doce. Recuerdo que pasábamos mucho tiempo juntos, él siempre me trataba bien, pero yo nunca creí que se trataba de algo más, éramos simplemente unos niños.

— Eres muy linda Andreia. Te prometo que cuando seamos grandes, te compraré una casa enorme.

— ¿Con muchos perros?

—Si, con muchos perros y una piscina y serás mi princesa.

— ¿Seguiremos siendo amigos, Cris?

— ¿Qué te parece si tú eres la princesa y yo el príncipe?

Antes de poder responder cualquier cosa, recuerdo que su padre llegó por él, llevaba demasiadas maletas y sentí miedo de no volver a verlo, era mi único amigo y ahora estaría sola. Crecimos juntos y todo el tiempo jugabamos.

Cuando fui creciendo más, evidentemente mis intereses fueron cambiando y esa forma de verlo fue diferente, lo veía una vez al año e incluso pasó mucho tiempo para volverlo a ver.

— Éramos unos niños, Cristiano

—¿No te gustaría volver a tratarnos como en esos tiempos? Andreia, dame la oportunidad.

Veo como sus ojos miran mi cara esperando alguna respuesta. ¿Será que este es mi destino?
Los recuerdos vienen a mi mente, es cierto que hay historia, pero mi corazón le pertenece a otro hombre.
Prefiero ignorar su pregunta, desvío la mirada y me alejo un poco de su cuerpo.

— Tengo que ver a mis padres.

Tomo la pequeña bolsa de la cama, guardo un par de cosas y coloco mi abrigo, él me mira sin decir nada, pero de igual forma, se levanta y me muestra las llaves de un auto.

— Úsalo y ten cuidado, por favor.

➳➳➳➳➳

Toco la puerta de la habitación de mis padres, el departamento que les ha dado Cristiano es muy lindo y solo pienso en lo que tengo que pagar.

—¿Se puede? —pregunto y al instante mamá abre la puerta, dejando ver a mi padre acostado en la cama con una mascarilla de oxígeno. — ¿Todo está bien?
Pregunto luego de verlo así, está tan tranquilo y siento que mi corazón se presiona por verlo en ese estado.

—Su presión bajó un poco, pero ya está mejor. Que bueno que viniste, ¿Cómo va todo con Cristiano?

Me quedo de pie observando a mi padre, las preguntas que quería evitar esperaban ser contestadas.

—¿Qué te puedo decir? No lo quiero y no me siento cómoda estando en una casa que no es la mía y cuidando niños.

—Te vas a acostumbrar querida. Aprovechando que estás aquí, conseguí todas estas revistas para ti. Tienes poco tiempo para la boda y conociéndote, sé que no tienes nada preparado, esta revista es de vestidos y mira lo hermoso que es este. —Otra revista es colocada en mis piernas, el vestido señalado en verdad era hermoso, las lágrimas otra vez picaban mis ojos, siempre imaginé este momento, pero el hombre perfecto no estaba ahí. Me veía con mamá escogiendo vestidos y adornos para mí boda con Rui y eso nunca iba a pasar.

— Es hermoso.

—Lo sé, deberíamos agendar una cita para que puedas probarlo, serás la novia más hermosa de todo el mundo. Ya te imagino en todas las revistas de moda. Andreia Dos Santos.

—Es muy precipitado, ¿No crees?

—Por Dios, ¿En qué mundo vives? Estamos a dos meses de tu boda. En un mes tú te vas con Cristiano a Italia.

—¿Qué? ¿No voy a vivir en Madrid?

— Deja de estar en tu burbuja, olvida a ese tal Rui, tu futuro es Cristiano y lejos de aquí.

Me levanto de la silla sintiendo como la información cae sobre mi, mamá recoge las revistas y las coloca de nuevo en mi brazo. Estoy de nueva cuenta en el auto, mi mirada está clavada en el camino, pensando en todo lo que me han dicho.

Suspiro mientras acelero y al tener aquél árbol frente a mi, aumento un poco más la velocidad, no tengo idea de lo que pretendo hacer, pero lo hago, el golpe me impacta y el ruido del metal con el tronco resuena. Mi mirada no se despega del camino y mis nudillos aprietan cada vez más el volante.

En menos de lo que espero, la policía y la ambulancia están aquí, no puedo moverme y no tengo intención de hacerlo, escucho voces, pero mi mente sigue pensando en Rui, Cristiano, Italia, la boda y mis padres.

—¿Andreia Silva? —luego de varios segundos, me ayudan a salir del coche, mi cuello comienza a doler de una forma impresionante. El paramédico me mira expectante.

—Soy yo, creo.

Me hace demasiadas preguntas, de las cuales no sé si he respondido bien, el coche se queda ahí y yo estoy dentro de una ambulancia en camino al hospital.

Me atienden más rápido de lo que espero, estoy en una camilla con un collarín en el cuello, un labio partido y algunos rasguños más.

—Andreia, me vas a matar de un susto.

Cristiano entra a la habitación en donde estoy. Se acerca con mucho cuidado y besa mi cabeza.

—¿Estás bien? ¿Te han tratado bien? ¿Quieres irte a casa ya?

—¿Qué?

El doctor que ha entrado le pide que deje de hostigar con tantas preguntas, cosa que agradezco. Los analgésicos empiezan a hacer efecto en mi y me siento muy cansada. A petición de mi futuro esposo, el doctor me deja salir y lo que deseo es llegar a casa y poder dormir durante horas.
El camino se me pasa demasiado rápido y en parte me hace feliz el poder llegar aquí. Cristiano me ayuda a bajar con cuidado de su camioneta, al entrar a la habitación, me ayuda a acostarme y como si fuera a romperme me trata con excesiva precaución, siento como mi ropa comienza a desaparecer de mi cuerpo y eso me hace sentir nerviosa, aunque no estoy tan consciente del todo. Me arropa como si de un bebé se tratara y siento que estoy sonriendo como estúpida.

Mi vista se hace pesada, dejo de luchar por mantenerme despierta, perdiendome de la realidad, siento el aliento de una persona chocar contra mis labios. Inhalo esa colonia y se que Rui está a mi lado, sus labios chocan contra los míos y no quiero que se vaya más de mi lado.

— Te amo, Rui.

Vendida || Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora