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Los días pasaron de forma rápida, no fui capaz de decirle algo a Rui por respeto a su trabajo, pues Cristiano era el capitan de Portugal y era mejor dejar los líos de falda para otra ocasión. Mis padres no dejaban de insistir para regresar a casa, cosa que no pasó y no volvería y pasar.

Aunque no quisiera estar en la cena en casa de los Aveiro, no pude negarme cuando Dolores y el hijo de Cristiano llegaron al hotel donde me encontraba pidiendo que asistiera a la cena del día de mañana, al principio su visita me tomo por sorpresa, pero vamos, aquí todo el mundo tiene contactos. 

Sinceramente, no tenía idea de qué hacer con mi vida, cómo manejarla, el no encontrar trabajo me ponía de malas, mis padres insistiendo y ahora un nuevo problema: Cristiano Ronaldo. 

—¿Puedes salir hoy? O podemos dejarlo para después, no tengo problema.

— Amor, tengo un compromiso, tal vez podamos dejarlo para mañana, no sé a qué hora vaya a terminar lo de hoy, lo siento bastante. 

— Descuida, espero te vaya de maravilla en ese evento, no olvides que te amo.

— Te amo mucho más. 

No tenía el valor para decirle que iría a casa de la familia de Cristiano, de pensarlo, un dolor presionaba mi pecho, tal vez por los nervios y no necesitaba arruinar nuestra relación. Paso mis manos por mi cabello, despeinandolo un poco sin saber qué hacer. Siento que los minutos se hacen eternos, debía estar lista para llegar temprano, pero sinceramente,eso es lo que menos me importa. 

Hago mi rutina de siempre, bañarme y arreglar mi maquillaje junto a mi cabello. mis manos sudan, el cuerpo me tiembla y me remuevo incomoda frente al tocador de aquella habitación de hotel. Algo me dice que lo malo está por llegar, por más que quiero deshacer esos pensamientos, más fuertes se hacen. 

Termino por levantarme y colocarme un vestido corto, demasiado elegante para ser verdad. El encaje que lo adorna me hace sentir especial, el color negro es lo más adecuado que puedo usar en estos momentos. Los tacones de aguja me hacen crecer más, lucían realmente altos, pero eran mis favoritos, el maquillaje era igual, algo oscuro, realmente no sé que pasaba por mi mente. Un toque o dos de perfume para lograr que el ambiente se sintiera algo más dulce. 

Un abrigo cubre mis hombros, me sentía como si fuera a ir a un funeral y un vago recuerdo vino a mi, una mujer viuda, caminando entre toda la gente que odia, mostrando que es una reina. Niego entre una sonrisa, quitando esos pensamientos de mi cabeza. Soy inconsciente de mi llegada a la casa anfitriona, cuando un sujeto toca la ventana de mi auto, me hace volver a la realidad, salgo del auto, no sin antes tomar mi bolsa y terminar por acomodar mi abrigo. 

¿Realmente estoy aquí? La respuesta es si. 

Bastante lujo a mi parecer, sólo se trataba de una simple reunión, pero veo que aquí no importa eso. Una mujer en la entrada recoge mi abrigo, acomodo las mangas de mi vestido y guiada por ella, llego al salón principal. Mis tacones hacen ruido con cada paso que doy y es inevitable que todos presten su atención a mi. 

Mamá y papá lucían orgullosos al verme ahí parada, Dolores me miraba como si yo fuera su salvación, las hermanas de Cristiano me veían como si la peste hubiese llegado al lugar y por último, dos pares de ojos se posaron sobre mi, los primeros, con asombro, los segundos con molestia. 

— ¡Andreia! 

Su voz hizo que todos lo miraran, estaba realmente incómoda de estar en ese lugar. Cuando menos lo esperé, sus brazos estaba rodeando mi cuerpo, sin saber qué hacer, me quedé quieta hasta que logró separarse de mi. 

— Realmente te ves preciosa, bueno, tú siempre lo has estado.   

—Gracias. 

Es lo único que sale de mi boca, camino para llegar a lado de papá, al menos me sentía un poco segura a su lado, sin sentirme atacada por todos en ese lugar. 

— ¡Como en los viejos tiempos! Aveiro y Silva. 

La madre de Cristiano era la más feliz de todos en la sala, claro, Cristiano también lo estaba y mis padres. La que supongo que es su novia, estaba pensando en mil formas de matarme por como me veía, ni qué decir de sus hermanas, las nauseas eran reales. Todos pasamos a la gran mesa para tomar la cena. El apetito era nulo, pero no podía ser grosera y muy a mi pesar, tuve que tomar algunos bocados. 

— ¿Cómo te ha ido en el trabajo Andreia? Pensé que aceptarías trabajar en mi campaña. 

Su novia hizo un ruido con sus cubiertos, sabíamos que estaba enojada, más que enojada. Me sentía cohibida. 

— Yo bueno, el trabajo. Me di un descanso, por el momento no estoy trabajando con mis padres.

— Espero que regreses pronto, no hay nadie mejor que tú para que te encargues de eso. 

Asiento volviendo a seguir con mi cena, rogaba a Dios para que no tirara algo o mi cara se llenara de comida. 

Todos terminamos de cenar, me levanté de mi lugar de inmediato caminando al balcón y tomar una gran bocanada de aire, miro la hora en mi celular, ya era demasiado tarde y supongo que me iba a ir en algunos segundos. 

— ¿Todo bien? 

Salto debido al susto que me provocan sus palabras. Cristiano me mira recargando su cuerpo sobre el balcón de piedra, desvió un poco la mirada al lado contrario. 

— No me puedo quejar. 

— ¿Mujer de pocas palabras? 

— No me siento muy cómoda aquí. 

— Lamento que mis hermanas y Georgina te trataran de esa manera. 

— Al fin y al cabo, yo solo vengo a invadir su espacio. 

— Eres amiga de la familia, ellas deben entender, además Hugo y yo estamos felices de volver a verte. 

— Gracias. Eso me hace sentir un poco mejor. 

— Sigues igual de hermosa que siempre, espero podamos salir pronto. 

— Yo, no lo creo. 

— No te preocupes por ella, es sólo un contrato. 

Mis nervios iban en aumento. Su cercanía era más y más conforme los segundos comenzaban a transcurrir, su aliento chocaba contra mi rostro y sin saber que hacer, me termina acorralando y besando mis labios en un corto y rápido beso. 

Escucho un grito y un sin fin de insultos, alguien jala mi cabello con tanta fuerza que siento que duele, como si me lo estuvieran quitando. Logran separarme de él y mi mejilla duele, arde y las lagrimas pican, amenazando con salir. Sus  gritos resuenan por toda la casa, él maldiciendo todo lo que puede y ella me mira con satisfacción, vuelvo a entrar por el salón principal, todos me miran confundidos y paso de largo sin decir alguna otra palabra, tomo mi abrigo y de inmediato mi auto está a la espera de mi. 

Salgo manejando a lo que la velocidad establecida me permite, trato de evitar que las lágrimas inunden mis ojos para evitar algún accidente, realmente es tarde como para hablar con Rui así que deshago la idea. 

Al llegar al hotel, dejo que todo el sentimiento me consuma. 

Vendida || Cristiano RonaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora