- ̗̀ 𝑆𝑒𝑥&𝐶𝑎𝑛𝑑𝑦! ;｢taegikook｣

〘✾ ;32 ✾〙

YoonGi miraba a su alrededor.

¿Dónde está?

La pregunta pasaba una y otra vez.

Estaba asustado.

Caminaba mientras sollozaba por las calles.

Yuta.

¿Dónde estaba su hermano?

Era su culpa. Él lo había descuidado pero sólo le había quitado la vista por unos segundos.

Tan sólo unos jodidos segundos.

Había llevado al zoológico a Yuta y a sus amigos. Debía haber escuchado a Jin cuando le dijo que fuera con un guardaespaldas.

—YoonGi hyung, yo...no sé dónde esta Yuta.

Taeyong lo miró con ojos tristes.

Sólo llevaba a lo Taeyong y a Markie, como Yuta siempre le decía. Sólo iba con tres.

Se sentía inútil, asustado.

Sus piernas no respondieron y cayó al piso.

Había gente buscando a su hermano por  todos lados en el zoológico.

Lloraba en el piso pues no sabía donde estaba Yuta.

Mark y Taeyong se miraron un momento.

También estaban preocupados por Yuta. Había sido un instante en el que miraban a los chimpancés cuando al voltear el niño no estaba.

Los brazos de los pequeños envolvieron al mayor. En ese momento solo debían darle su comprensión.

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Hyuna no parecía escuchar a nadie.

Ni siquiera a HyunSeung.

Cuando YoonGi la vio. Tenía la barriga ligeramente abultada por su embarazo y la mirada pérdida.

Su corazón se estrujó.

—Nonna...

Hyuna lo miró y para sorpresa de Min, lo abrazó.

Lo abrazó con todas las fuerzas que su delicado cuerpo tenía.

—No es tu culpa osito Ginnie. Tranquilo.

YoonGi se sintió aún peor.

Él la había juzgado tanto cuando ella no parecía reprocharle nada.

Ambos lloraron en el otro.

—Fue tan sólo un segundo. Perdoname nonna, perdón.

Hyuna simplemente lloraba.

Le dolía verla así y haber sido el causante de todo.

Su vida volvía a ponerse de cabeza.

Sintió un fuerte jalon separarlo de su nonna.

SeokJin.

El mayor tomó con fuerza a YoonGi y lo estampó contra la pared mientras apretaba su cuello.

Min perdía la respiración y apretaba las fuertes manos de su hermano mayor.

—¡¿Cómo es posible YoonGi?! — YoonGi sentía que se lo merecía, sin embargo las lágrimas de ambos chicos corrieron por sus ojos— ¡¿Es acaso tu maldita venganza?! ¡Yuta no tenía la culpa de nada!