—Es eso, ¿No?
—¿El qué?
—Yo soy tu segunda opción.
—No, no lo eres.
—Entonces, ¿Por qué has venido a verme justo después de que ella te botó?
—No eres mi segunda opción, no eres una opción para mí, ni la primera, ni la segunda, ni la décima, no vendría a ti ni como ultimo recurso, me he tropezado contigo por un error una estúpida casualidad, te lo he dicho, pero siempre te has empeñado en pensar que me intereso por ti siquiera un poco.