De errores por subestimar

6 1 0
                                    

Había empezado esa relación por amor, o eso creía, se había mudado con ella por mantenerla contenta, y según él eso era amor. Ahora miraba hacia aquellos tiempos lejanos añorando la libertad de la que se había privado por amor, por lo que ella llamaba amor.

—¡Amor! —le gritó Nina desde la habitación.

 Recorrió el sombrío departamento a paso lento no quería ir, pero no quería enojarla.

—¿Qué sucede, Nina? —le preguntó asomándose a la puerta levemente.

—¿Por qué has tardado tanto —cuestionó molesta, Kenneth casi iba a responderle, pero ella no había terminado —Necesitaba que me alcanzaras algo, pero has tardado tanto que he tenido que levantarme e ir por ello yo misma, como si viviera sola, como si no tuviera quién me amara.

—Perdón, cariño —contestó Kenneth con voz dulce tratando de apaciguar la ira que había en su novia, ira que él mismo había cuestionado —Estaba ocupado y no he podido venir rápido.

—¡Excusas! —gritó ella enojada, al parecer los esfuerzo de Kenneth por calmarla resultaron con efecto contrario, él ya debía saberlo —Siempre poner pretextos con tal de no estar conmigo, ¿Es que ya no me amas? ¿O por qué no acudes a mí cuando lo necesito?

—¡Claro que te amo! —respondió frustrado, tomó una respiración profunda para calmarse, sabía que gritarle solo empeoraría las cosas, pensó un momento y decidió seguir la estrategia que siempre funcionaba con ella, aunque no le gustará era la forma de vivir en paz —Te amo demasiado, y no sé qué más hacer por ti, hago todo lo que puedo pero no es suficiente, yo no soy suficiente, no entiendo por qué me amas, pero espero que no dejes de hacerlo solo porque no puedo darte todo lo que te mereces.

Su patético discurso surtió el efecto que él había esperado, Nina se levantó de la cama donde había estado acostada toda la mañana sin un propósito y se acercó a él lentamente, casi dulce, apoyo una mano en su mejilla y le miro a los ojos.

—Realmente tienes mucha suerte —estuvo de acuerdo y eso le hirió el ego, pero estaba terriblemente acostumbrado a sus malos tratos —Pero puedo conformarme con el esfuerzo que haces porque te amo a pesar de todo lo malo que seas.

Su relación funcionaba así, siempre, Kenneth vivía tratando de complacerla sin lograrlo en lo absoluto, pero Nina fingía que estaba complacida un rato y él suponía que el hecho de que ella fingiera por él significaba que de alguna forma le amaba, para Kenneth esa duda era suficiente.

Más tarde ese día Kenneth consiguió salir de su prisión un rato, Nina había salido de compras, a gastar todo el dinero que él conseguía trabajando todos los días de sol a sol, cuando Nina salía de compras era tiempo fuera para Kenneth, ella se tardaba horas consumiendo hasta el último centavo y volvía a casa feliz, o en un estado de ánimo que permitía a Kenneth respirar y recordar los momento de relación que le hicieron terminar encerrado, cuando recordaba eso parecía no estaba todo tan mal.

—Te quejas demasiado —le dijo Ian, Kenneth le había llamado para que se reunieran en un bar cerca de su casa, casi como en los viejos tiempos, solo que en lugar de hablar de sus alegres y jóvenes vidas solo hablaban sobre la triste vida en pareja de Kenneth —No creo que sea tan malo, Nina es hermosa y cualquier hombre estaría feliz de estar en tu lugar, estaría feliz de ser su esclavo si me concediera probarla aunque sea una vez.

—No es tan bueno como lo pintas —le respondió Kenneth con una cara larga —preferiría no haberme metido jamás en este lío, ni siquiera el sexo lo vale.

Siguieron hablando de otras cosas mientras las botellas se iban vaciando, Kenneth sabía que era mala idea el solo tomar, a Nina no le gustaba, pero se sentía tan devastado que el alcohol le prometía un poco de alivio, o de olvido, se sentía un poco menos pesado, un poco más ligero.

FragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora