◆AXL◆
10 DE FEBRERO DEL 2011
Me detengo en el camino de hormigón con la mirada fija en la pantalla de mi celular que está sonando. La palabra «Mamá» indica de quién es la llamada, una sensación desagradable me embarga. Le digo a Matt que lo alcanzaré en un momento y, viéndolo atravesar las puertas de cristal de la cafetería, contesto por fin la llamada.
Poniendo el teléfono contra mi oído, dirijo mis pasos en busca de privacidad.
—Hola mamá.
Un sollozo y el ruido de cristales rompiéndose me hacen tensar. Frunzo el ceño, apretando el teléfono.
—¿Mamá? —Insisto, el pánico se apodera de mi voz y atenaza mi garganta—. ¿Eres tú, mamá?
—Oliver —mi segundo nombre brota en un gemido de su garganta; me lamo los labios, ordenándome mantener la calma—. Mi Oliver.
La lengua se le enreda, con disgusto me doy cuenta de que ella no está en sus cinco sentidos. Disgusto y miedo. Me escuecen los ojos, llevo mi mano libre a ellos y hundo las yemas de los dedos en mis lagrimales para contener el líquido salado que intenta escapar.
—¿Estás ebria? —Las palabras tiemblan y se siente como si estrujaran mi pecho; oigo una risita rota como respuesta—. ¿Mamá? ¿Por qué?
La línea se queda silenciosa, cada segundo que se mantiene así me atormenta. Me doy cuenta de que he llegado al estacionamiento, mi auto está a unos metros de distancia. Aunque el lugar prácticamente está desierto, no me siento cómodo hablando a la intemperie. Dando grandes zancadas llego al Challenger, desactivo los seguros y subo. Recuesto la cabeza del asiento, un pequeño sollozo se me escapa de la garganta. La respiración irregular de mi madre continúa en mi oído, pero ella no habla más que balbuceos inentendibles.
—Mamá, por favor... ¿Dónde está papá?
—Te necesito —murmura—. Necesito a mi bebé.
—Mamá, por favor —repito, la desesperación ganándome—. No hagas esto, por Dios. ¿Qué es lo que ocurre contigo? Dijiste... Prometiste que nunca lo harías de nuevo, te hace daño.
—Te amo —gimotea—. ¿Por qué no...? ¿Por qué no me quieres ni un poquito? Nadie lo hace, nadie. Ni mis bebés —la voz borbota pastosa, decadente—. ¡Te dije que te quedaras aquí, conmigo! ¡¿Por qué te fuiste con ella?!
El estrépito de cristal haciéndose añicos acompaña su grito; me estremezco. Mierda, esto está mal. Mamá está mal. Me llevo una mano al rostro, consciente de la tibia humedad que me resbala por los lados.
—Mamá, mamá, por favor —le suplico—. Yo también te amo, estoy aquí por la universidad. Voy a verte en las vacaciones, mami. Por favor no me hagas esto... No tomes más, te lo ruego. Llama a papá. ¿Dónde está él?
—¡Él! —gruñe—. ¡Él es igual que tú!
—Mamá —insisto, ella solloza.
—Marc... Marc... Mi niño Marc. Él se hubiese quedado, él no me habría dejado sola —gime—. Él me quería, me quería...
Sus palabras abren una herida en mi pecho que expande el dolor por cada rincón de mi cuerpo.
—Yo también te quiero —murmuro, y finalizo la llamada al instante siguiente.
Sorbo la nariz y, con dedos temblorosos, busco el número de mi padre para llamarle. Mi voz suena vacía cuando le informo lo que está pasando con mamá, él maldice y le oigo decirle a su asistente que cancele sus citas porque tiene una emergencia familiar. Me promete avisar cuando todo esté bajo control.

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Plan B
RomanceTras descubrir un inesperado secreto, la tranquila vida de Shailene Miller se convierte en un desastre que ella no está segura de poder -o querer- manejar. Shay no soporta el drama, y, sin embargo, ha terminado en el medio de uno. His...