Capítulo 11 - Secretos ajenos

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◆SHAY◆

25 DE FEBRERO DEL 2011

El miércoles pasado fue un caos. Mi madre apareció en el campus diciendo una mierda acerca de que ella y Martin querían llevarnos a comer porque habían decidido contarle a Axl la verdad de una vez por todas.

No sé qué esperaba mi madre, pero yo no iba a acompañarlos a una estúpida «comida en familia» donde le dirían su sucio secreto a Axl. Como si no fuese la cosa más retorcida del mundo decirle a tu hijo que estás divorciándote de su mamá porque, de hecho, piensas casarte con otra mujer.

Y que esa otra mujer es mi madre.

Siento como si un puño se cerrara entorno a mi corazón, aplastándolo con fuerza. No sé cómo es que nunca lo sospeché, cómo nunca vi ni la más pequeña señal. ¿Hace cuánto tiempo inició toda esa basura? No tengo idea.

Mi madre era la persona de la que más orgullosa estaba, toda mi vida la vi como una luchadora, cuando mi padre murió ella me sacó adelante sola a pesar de no haber terminado sus estudios. No puedo quejarme de haber pasado carencias.

Pero esta mujer, esta que ha mantenido una relación con el esposo de alguien que la consideraba su amiga, a ella la desconozco.

Cuando Amanda nos encontró a Axl y a mí besándonos en el sofá de su casa a finales del año pasado, su reacción me pareció sospechosa. No era la primera pista de que algo andaba mal, pero ni de cerca me pasaba por la cabeza lo que ella me contaría más tarde.

Unos días después de ese incidente, Amanda apareció en mi puerta. Le sonreí apenas verla, pero la sonrisa decayó al darme cuenta de que esa no era una visita de cortesía.

Ella parpadeaba mucho, parecía ansiosa e incómoda. Me pidió que la acompañara y no dudé en decirle que sí. Me puse botas, chamarra y gorro a las prisas para salir.

—¿Y Axl? —le pregunté mientras dejábamos el edificio, encontrándonos con las calles cubiertas de nieve de la ciudad.

—Salió con su padre —fue todo lo que dijo hasta que llegamos a un café que se encontraba cerca.

Instaladas en el interior del local, cuya calefacción nos brindaba calor, esperé en silencio a que dijera algo. Nunca había visto a Amanda actuar de esa manera tan extraña. Seguía nerviosa y se le notaba en los gestos, no dejaba las manos quietas, chasqueaba los dedos cada dos por tres y el mentón le temblaba. Estaba segura de que no era por el frío que azotaba a la ciudad.

No dije nada cuando pidió dos cafés americanos al mesero, incluso cuando a mí no me gusta mucho esa bebida. Su ansiedad me estaba contagiando, me desesperaba. Cuando tuve la taza humeante frente a mí, la sostuve con ambas manos, notando el calor que manaba a través de los guantes que estaba usando. El mal presentimiento crecía en mi pecho.

—¿Hay algo que quieres decirme? —me atreví a preguntarle, sentía la confianza para hacerlo, después de todo la veía como a una segunda madre.

Se humedeció los labios y se cepilló con los dedos su cabello rubio, del mismo tono que el de su hijo. Me exasperó el tiempo que se tomó para darle un sorbo a su café antes de darme una respuesta.

—Sí —asintió lentamente, sin mirarme a los ojos por más que yo buscaba encontrar su mirada—. Créeme, Shailene, que no quisiera tener que decirte esto. Pero si tengo que elegir a uno de los dos para que sepa la verdad, entonces esa eres tú —las palabras se atropellaban una detrás de otra, apenas dándome el tiempo suficiente de entenderlas—. Axl es frágil, muy frágil. Las dos sabemos lo fácil que él se rompería si... —contuve el aliento, sus ojos azul verdosos se toparon con los míos por un segundo en el que encontré el terror y la desesperación en ellos—. Te quiero, sabes que lo hago, pero siempre querré proteger a mi hijo antes que a nadie. Él va primero, Shay.

Plan BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora