Capítulo 9 - Presa del miedo

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◆SHAY◆

19 DE FEBRERO DEL 2011

Anoche fue una mala noche. Cuando el partido terminó me tocó ir con Will porque él no tenía idea de dónde era la fiesta y, como yo lo invité, no tuve más remedio que montarme en su auto y acompañarlo.

Tuve que controlarme para no resultar una pesada y odiosa cuando él se detuvo en el diner de Tony y Tina argumentando que moría de hambre y que no demoraríamos demasiado en ponernos en marcha. Bah, si no fue eso lo que nos demoró a decir verdad, lo que pasó es que él tomó una desviación equivocada y luego su flamante auto sufrió la crisis de la llanta pinchada.

Para cuando pudimos llegar a la casa de los Goodrich ya era muy tarde. Una furiosa Reese me recibió lanzando maldiciones para luego dejarme caer la bomba de que Axl se había ido con Cindy de la fiesta.

Grandioso.

Mandé todo a la mierda y volví a casa por mi cuenta luego de hablar con ella. La noche era mala, es cierto, pero mi encuentro con una cosita peluda en la entrada del edificio me hizo sonreír al menos. Un abandonado gatito naranja de ojos verdes subió conmigo, le serví leche en un bol y me acompañó durante el tiempo que mi celular demoró en encender cuando lo conecté a la corriente eléctrica. Y maulló a mi alrededor, consolándome, cuando Axl atendió una de mis llamadas solo para dejarme oír lo mucho que estaba divirtiéndose con Cindy.

Los colores verde y azul en sus ojos de venado se concentran en mí un segundo y luego bajan de nuevo hasta el gatito que está en mis piernas. Repite la acción dos o tres veces antes de suspirar. Cuando llegó, lo evadí por completo. Tampoco es que me haya buscado mucho, en realidad lo oí ducharse y luego encerrarse en su habitación hasta este momento.

La cara me arde, no me importa que se dé cuenta porque de todas formas no puedo evitarlo. Mis dos opciones son el llanto o el enojo, y honestamente detesto la primera opción.

—¿Por qué...? —Se calla y, humedeciéndose los labios, parece reformularse la pregunta—. Solo tengo esta duda, Shay, ¿por qué esa cosa está aquí?

Bufo, sabiendo que se refiere al gatito al que he llamado Ollie. Axl tuvo un episodio no muy agradable con el gato de nuestra vecina cuando teníamos diez años, cosa que lo dejó algo traumado, desde entonces tiene cierta aversión hacia los felinos.

—No es una cosa —me limito a responder, tratando de mantenerme indiferente. No está de más decir que no estoy teniendo mucho éxito.

—La bestia naranja que está sobre tus piernas...

—Lo encontré abandonado, así que lo he adoptado.

—Shay...

Pongo los ojos en blanco ante su intento de réplica.

—Axl, si no te has dado cuenta estoy intentando ver la televisión. Quítate del medio.

Ni siquiera entiendo qué es lo que lo tiene tan molesto en este momento, la que está cabreada soy yo. Vale, es que soy una idiota. El hecho de que nos hayamos besado de nuevo, ignorando que le prometí a su madre no hacerlo nunca más, no significa ni una mierda para él. Estaba actuando todo insistente, como si le importara realmente lo que había entre nosotros, cuando la verdad es que no lo hace.

Su frente permanece arrugada mientras me mira de una forma que me deja claro su descontento, pero también algo más. Su cabeza está trabajando a toda prisa, dándole vueltas a algo que no demorará en decir. Aprieto los labios, formando una dura línea, y bajo a Ollie al suelo. Cruzo los brazos sobre mi pecho, esperando que termine su berrinche o lo que sea.

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