que le atribuyen gratuitamente los necios? Eso es lo que te decía tu sabio maestro, querida muchacha. Así
pues, ¿qué son las religiones, a partir de ahí, sino el freno con que la tiranía del más fuerte quiso someter al
más débil? Imbuido de este designio, se atrevió a decir al que pretendía dominar que un Dios forjaba los
grilletes con que la crueldad lo rodeaba; y éste, embrutecido por su miseria, creyó indistintamente todo lo
que el otro quiso. ¿Pueden las religiones, nacidas de estas artimañas, merecer algún respeto? ¿Existe una
sola, Thérèse, que no lleve el emblema de la impostura y de la estupidez? ¿Qué veo en todas? Unos
misterios que hacen estremecer la razón, unos dogmas que insultan la naturaleza, y unas ceremonias
grotescas que sólo inspiran mofa y repugnancia. Pero si, entre todas ellas, hay una que merezca más
especialmente nuestro desprecio y nuestro odio, Thérèse, ¿no es esta ley bárbara del cristianismo en la que
los dos hemos nacido? ¿Existe otra más odiosa?... ¿Alguna que asquee más el corazón y el entendimiento?
»¿Cómo unos hombres razonables pueden seguir creyendo en las palabras oscuras, en los supuestos mila-
gros del vil inventor de este culto espantoso? ¿Existió alguna vez un farsante que mereciera más
indignación pública? ¡Quién es ese judío leproso que, nacido de una puta y de un soldado, en el más
miserable rincón del universo, se atreve a presentarse como la voz de aquel que, según se dice, ha creado el
mundo! Estarás de acuerdo conmigo, Thérése, en que para unas pretensiones tan elevadas hacía falta, por lo
menos, algunos títulos. ¿Cuáles son los de tu ridículo embajador? ¿Qué hará para demostrar su misión? ¿La
tierra cambiará de aspecto; las plagas que la afligen desaparecerán; el sol la iluminará noche y día? ¿Los
vicios dejarán de mancharla? ¿Veremos reinar finalmente la felicidad?... Nada de eso, el enviado de Dios se
anuncia al universo con juegos de manos, brincos y calambures;* el Ministro del cielo se presenta a
manifestar su grandeza en la respetable compañía de braceros, de artesanos y de rameras; emborrachándose
con unos y acostándose con las otras el amigo de un Dios, Dios también él, decide someter a sus leyes al
pecador empedernido; inventando para sus farsas todo lo que puede satisfacer su lujuria o su glotonería así
es como el bribón demuestra su misión. En cualquier caso, tiene suerte; se unen al farsante unos cuantos
satélites mediocres; se forma una secta; los dogmas de esta canalla consiguen seducir a unos cuantos
judíos: esclavos del poder romano, debían abrazar con júbilo una religión que, liberándolos de sus grilletes,
sólo los doblegaba al freno religioso. Adivinan sus motivos, desvelan su indocilidad; detienen a los se-
diciosos; perece su jefe, pero de una muerte excesivamente suave, sin duda, para su tipo de crimen, y por
una imperdonable falta de reflexión dejan dispersar a los discípulos de ese patán, en lugar de degollarlos
con él. El fanatismo se apodera de las mentes, las mujeres gritan, los locos se agitan, los imbéciles creen, y
ya tenemos al más despreciable de los seres, al más torpe de los bribones, al más grosero impostor que
jamás haya existido, convertido en Dios, en hijo de Dios, igual a su padre. ¡Todas sus fantasías
consagradas, todas sus palabras convertidas en dogmas, y sus simplezas en misterios! ¡El seno de su
fabuloso Padre se abre para recibirle, y el Creador, antes único, se convierte en triple para complacer a ese
hijo digno de su grandeza! ¿Pero se conformará ese santo Dios con tanto? No, nada de eso, su celeste poder
se prestará a favores mucho mayores. Por la voluntad de un sacerdote, o sea, de un truhán cubierto de
mentiras y de crímenes, ese gran Dios creador de todo lo que vemos se humillará hasta el punto de
descender diez o doce millones de veces cada mañana a un pedazo de harina amasada que, debiendo ser
engullido por los fieles, se transmutará inmediatamente en el fondo de sus entrañas en sus más viles
excrementos, y eso para la satisfacción de su tierno hijo, odioso inventor de tan monstruosa impiedad, en
una cena tabernaria. Pero como lo dijo, así tiene que cumplirse. Dijo: «Este pan que veis será mi carne y
como tal la comeréis. Ahora bien, como yo soy Dios, os comeréis a Dios, con lo cual el Creador del cielo y
de la Tierra se convertirá, porque yo lo he dicho, en la materia más vil que pueda desprenderse del cuerpo
del hombre, y el hombre se comerá a Dios, porque Dios es bueno y es omnipotente». Aunque parezca
imposible, estas estupideces se propagan; se atribuye su extensión a su verdad, a su grandeza, a su
sublimidad, al poder de quien las introduce, mientras que las causas más simples redoblan su fuerza, y el
crédito adquirido por el error sólo encontró a truhanes por una parte y a imbéciles por otra. Esta infame
religión llega finalmente al trono, y un emperador débil, cruel, ignorante y fanático revistiéndola con el
estandarte real, mancha con ella los dos extremos de la Tierra. Sin embargo, Thérèse, ¿qué peso pueden
tener estas razones para una mente analítica y filosófica? ¿Puede ver el sabio otra cosa en este revoltijo de
fábulas espantosas que el fruto de la impostura de unos cuantos hombres y la falsa credulidad de muchos
más? Si Dios hubiera querido que tuviéramos alguna religión, y fuera realmente poderoso, o, en otras
palabras, si fuera realmente un Dios, ¿nos hubiera participado sus órdenes a través de medios tan
absurdos?, ¿nos hubiera mostrado cómo había que servirle a través de la voz de un despreciable bandido?
Si es supremo, si es poderoso, si es justo, si es bueno, ¿querrá ese Dios del que me hablas enseñarme a ser-
virle y conocerle a través de enigmas y de farsas? Motor soberano de los astros y del corazón de los
hombres, ¿no puede instruirnos sirviéndose de los primeros o convencernos grabándose en el segundo? Que
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Justine o los infortunios de la virtud
Ficción históricaNovela completa de Sade. Quiénes están interesados en leerla aquí esta Justine o los infortunios de la virtud (en francés: Justine ou les Malheurs de la vertu) es una novela de Donatien Alphonse François de Sade, más conocido en la historia de la...