Eres mi hogar.

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— ¡Adiós mamá, adiós papá! —Un azotón de la puerta se escuchó por toda la mansión cuando Roland Locksley pero también Mills salía a toda prisa tratando de alcanzar el auto de su tía Zelena ya que ella había prometido llevarlos esta ocasión.

— ¡Roland tu desayuno! —Regina corrió en sus tacones de seis pulgadas por la mansión tomando la lonchera color verde con estampado de un pino en color blanco, abrió la puerta y saludó a su hermana cuando vio al pequeño regresar corriendo.

—Lo siento mamá Regina.

—Está bien, procura tener cuidado, papá irá por ti más tarde. —Con eso y un beso en su frente el castaño salió disparado subiendo al verde auto de la Mills mayor mientras Regina veía como se perdían en la calle dirigiéndose a otro día más de colegio.

Habían pasado dos meses ya, dos hermosos y largos meses desde la pelea e incluso desde que Robin le había propuesto a Regina que adoptará a Roland, no obstante en cuanto la morena acepto al siguiente día su futuro marido salió a buscar al mejor abogado de la ciudad, Regina lo conocía pero si hacía sentir bien a Robin esa acción entonces lo dejaría. No tardaron ni siquiera quince días cuando todo estaba resuelto, solo faltaban las firmas de ambos y claramente la de la alcaldesa era de un estilo en cursiva pero destacando su nombre a fin de cuentas. Un Regina Mills Estaba situado en la hoja tan solo esperando a ser firmada por el británico el cual tenía su firma un poco más elaborada y con una flecha debajo de las letras, Regina sintió una sonrisa dibujarse cuando eso estaba ocurriendo.

—Oficialmente el pequeño antes conocido como Roland Locksley ahora es ante la ciudadanía como Roland Locksley Mills. —Esas palabras fueron las que el abogado había dicho cuando la morena no pudo resistirse y abrazo a Robin besando su mejilla.

—Gracias, ladrón, gracias. —Era genuino, realmente lo era y es que Robin apretó su agarre para mantenerla cerca, ambos estaban tan felices de que esto estuviese ocurriendo.

—Gracias a ti, ahora Roland tiene tu apellido, estoy feliz por eso, mi reina. —Dijo todo esto en su oído cuando beso su mejilla por igual y tuvo que dejar de abrazarla solo unos instantes pues el abogado carraspeo y ella también regreso a su mundo donde tomo todos los papeles en una carpeta de cuero y dio las gracias.

Ese recuerdo para Regina nunca sería fácil de olvidar, especialmente cuando Roland supo la noticia, enseguida abrazó a la morena y también a su padre permitiéndole que esa noche durmiera con ellos pues estaba tan complacido, era un pequeño tan inteligente que ambos agradecían tenerlo en sus vidas.

La morena justo en este momento estaba masticando una manzana roja, había vuelto a su misma figura aunque realmente unos kilos faltaban por abandonar su cuerpo pero su nutrióloga siempre le había dicho que eso sería con el tiempo, su sostén solo bajo una talla pero sus pechos seguían un poco más grandes de lo normal aunque realmente agradeció que toda su ropa le quedará pues en este momento vestía una hermosa falda negra de lápiz junto a una blusa color piel y su maquillaje sencillo pero siempre tratando de resaltar sus labios, claramente los tacones tampoco podrían faltar.

La alcaldesa Mills estaba de vuelta junto a un toque de maternidad que todo el pueblo sin duda alguna amaba, especialmente ella y Robin.

Aún era bastante temprano para que Regina escuchara los llantos de los mellizos pero recordó como la noche anterior mágicamente habían dormido toda la noche y eso fue excusa suficiente para que se despertaran temprano, dejo su taza de té en la barra, su bebida podía esperar de todos modos, en este momento sus hijos necesitaban comer. Una sonrisa apareció en su rostro cuando subió corriendo las escaleras agradeciendo que por fin podía hacer eso, había extrañado bastante poder mover todo su cuerpo sin preocupaciones.

Locksley... El insoportable vecino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora