Capitulo 10

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Pesadilla diurna y nocturna.

Comenzabas a despertarte, por alguna razón la pesadilla que habías tenido durante la noche se había desvanecido poco a poco y te quedaste con una sensación de nostalgia que no entendías bien el porque.

Abriste tus ojos de a poco y lo primero que notaste te asusto:
Esa no era tu habitación.

Te enderezaste de golpe y sentiste un peso extra en tu cintura, con una mirada tenebrosa viste a la persona propietaria de la habitación y del brazo en tu cintura y como habías sospechado.

Era Zeldris, quien empezaba a despertar y lo primero que vio fue tu rostro con una mirada tenebrosa.

—¡¡pervertido!!— gritaste a todo pulmón.

Tu grito fue tan fuerte que despertó a todos en el castillo y aun en pijama salieron corriendo en dirección hacia los gritos, que para su sorpresa venían del cuarto de Zeldris.

Meliodas intento abrir la puerta, pero la habías asegurado para evitar que alguien entrara a interrumpir tu intento de homicidio.

Dentro del cuarto se podía escuchar cosas caerse y romperse, al igual que un sin fin de groserías de tu parte. Un golpe azotado en la puerta asusto a los que estaban del otro lado de esta.

—¿alguien sabe que ocurre ahí adentro?— pregunto Meliodas.

Cusack dio un paso al frente y asintió con la cabeza.

Flash back.

Antes de irse a descansar Cusack decidió dar una vuelta por el castillo para asegurarse de que las cosas estuvieran bien.
Cuando pasaba por tu habitación escucho algo.

Con cuidado de no despertarte abrió la puerta, te vio acostada en la cama, estabas temblando y el sonido que hacías era algún que otro sollozo que se escapaba de tu boca, tus lágrimas caían de tu rostro a la almohada.
Sin saber que hacer, fue a la habitación de alado, el dueño, era Zeldris, él estaba despierto con la mirada perdida en el techo, había algo que le inquietaba y no le permitía dormir, esa inquietud no le gustaba.
Cusack asomo su cabeza para ver si su amo estaba despierto, y al ver que así era, le pidió su ayuda.

Zeldris no se negó, salio de su cuarto en dirección al tuyo.

— no te preocupes, yo me encargo de ella, ve a descansar — dijo el príncipe, después entró a tu cuarto.

Cusack solo asintió y se fue a descansar.

Presente.

— si entro a la habitación de ella, ¿porque están en la habitación de él? — pregunto Elizabeth confundida.
— yo tampoco se que paso con eso, estoy igual de confundido que ustedes — respondió Cusack.

De un momento a otro los ruidos cesaron, Ban saco una pequeña aguja y empezó a abrir la puerta.

— Ban, ¿porque no hiciste eso desde un principio? — pregunto King.
— no quería interrumpir el homicidio — respondió.

Todos tragaron saliva con su comentario.

Después de quitar el seguro de la puerta, Meliodas la abrió con cuidado y cautela, pero, mientras más abría la puerta más miedo sentía por el destino de su hermano.

Los cuadros, los jarrones y hasta la ventana estaban completamente rotos y los fragmentos estaban esparcidos por el suelo, los libros y la silla del escritorio también estaban por todo el piso, finalmente Zeldris y tu estaban acostados en la cama mirando el techo, estaban acostados al lado del otro, sus respiraciones estaban agitadas.

— ¿te golpeaste fuerte contra la puerta?— preguntaste.
— No, fue más el sonido que el golpe — respondió.

Se miraron a la cara y empezaron a reírse. Meliodas al escuchar sus risas, decidió dejar la puerta entreabierta y les hizo una señal a los demás para que no hablaran y solo empezaron a escuchar la conversación.

— tengo que admitirlo — dijo él mirándote — además de golpear fuerte, tienes buena puntería.
— y si tu eres tan bueno esquivando, no se porque no esquivaste mi golpe ese día — comentaste.

Volvieron a reírse.

—¿puedo preguntarte algo? — dijo él.
— ya lo hiciste — respondiste.
— de acuerdo, esa me lo merecía — respondió con una sonrisa — pero dime, ¿que paso entre tu y Gelda?

Te quedaste callada por un momento, después levantaste tu mano derecha y le enseñaste un anillo, era de compromiso.

— aunque no lo parezca soy mayor que cualquiera que habita en este castillo, y he vivido cosas que no debí de haber vivido a esa edad — mientras hablabas el tomo tu mano y observo detenidamente el anillo, por alguna razón se le hacia familiar — hace mas de cinco mil años solía vivir con mi pareja, mi hermano menor y mis amigos, pero una explosión los alejo de mí, a Gelda la conocí poco antes de eso y se había hecho mi amiga, la única que me quedo, la única en la que pude confiar después de todo, ella me había dicho que ellos murieron tras la explosión, pero antes de que ella viniera aquí, la escuche hablar con alguien del consejo, no todos murieron, o al menos no de la forma en la que me dijeron, solo los querían alejados de mí — poco a poco tu voz se iba apagando — ella lo sabía desde un principio, sabia lo mal que estaba por creer que los había perdido, y aun así...

Todos escuchaban con atención, y para Zeldris eso explicaba porque ya no confiabas en ella y porque estabas tan molesta, pero algo le decía que había más, que la historia no estaba completa y que no tenia ningún sentido en ciertas cosas, pero no dijo nada, te habías abriendo a él y eso era un gran pasó.

—¿y no te has enamorado desde entonces?— pregunto, por alguna razón no soltó tu mano sino todo lo contrario, entrelazó su mano con la tuya, como si la respuesta no le gustara escuchar, eso te extraño, pero no apartaste tu mano, extrañabas el contacto física.
— la verdad es que la raza a la que pertenezco solo se puede enamorar una vez, pero si su pareja muere en todos los sentidos, busca a alguien más — respondiste mirando al techo.
— ¿a que te refieres?
— mientras exista su alma, seguirá con vida, pero sin ella no existe y eso abarca a todo ser vivo, así que no, no me he enamorado de nadie más, no mientras él aun viva, aunque no lo tenga conmigo — mientras lo decías una lágrima callo de tu ojo, esas palabras te recordaron muchas cosas de tu pasado.

Por alguna razón Zeldris sintió una punzada de dolor y tristeza, pero lo que más sentía era alivio al escuchar tu respuesta, aunque desconocía el porque, pero desde que te conoció, empezó a escuchar una pequeña voz que le decía que hacer, como podía hablarte sin asustarte, como podía acercarse sin alejarte, era...
Como si te conociera.
Y fue esa misma voz la que le pedía a gritos y suplicas que te ayudara.

Zeldris suspiro pesado, su mente lo torturaba y no entendía el porque.

— me toca preguntar — dijiste —¿como demonios llegue de mi habitación a la tuya?

La pregunta de todos sería contestada.

— yo te traje — respondió — anoche empezaste a llorar, me imagino que por las pesadillas, no quería un drama por tu parte si me quedaba en tu habitación y pensé que si te traía a la mía lograría evitarlo y tu cargarías con la culpa, pero ahora veo que me fue peor — extendió sus brazos hacia arriba para señalar los destrozos de su alcoba.
— la verdad es que sí, porque si te hubieras quedado en mi habitación solo te hubiera sacado a patadas — respondiste orgullosa.

Zeldris te miro serio, llegando a la conclusión de que habías destrozado su habitación no por impulso, sino por gusto y venganza.

Se levanto de la cama y se dirigió a la puerta y los que estaban del otro lado fueron a esconderse para evitar ser vistos.

—¿a donde vas? — preguntaste curiosa.
— le toca a tu habitación ser reorganizada — respondió.

Saliste corriendo detrás de él para evitar que entrara a tu cuarto.

Mientras, los demás veían desde una esquina del pasillo como forcejeaban en un intento de entrar al cuarto.

“esos dos llegaran a tener algo más que una amistad ” pensó Cusack mientras sonreía ante tal escena.

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¡¡ Hola!!

Espero les guste el capitulo, comenten su parte favorita y den su estrella eso me motiva a seguir escribiendo.

Hasta el próximo capítulo.

Destinos Cruzados Nanatsu no taizai (zeldris x ti)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora