Destinos Cruzados Nanatsu no taizai (zeldris x ti)

Capitulo 19

Día de hermanos.

A la mañana siguiente te despertaste sintiendo un peso en tu cintura, aunque ya no era de extrañar quien era, volteaste a verlo y para tu sorpresa su rostro estaba demasiado cerca al tuyo y su brazo en tu cintura evitaba que te alejaras de él.

Tenia un semblante tranquilo y relajado, su respiración era también tranquila, no podías negar que el verdugo era atractivo, tenia su encanto el que fuera cerio, pero al mismo tiempo extrovertido.

"Intenta darle una oportunidad "

Las palabras de Meliodas se escucharon en tu mente como un rayo, ¿le darías la oportunidad? Tal vez si no hubieras conocido a Nathan, si le darías esa oportunidad, o si realmente estuviera muerto, cuando se te pasara el luto, le darías la oportunidad.

Suspiraste y se te ocurrió una forma de despertarlo, comenzaste a darle toques tanto en su nariz como en su mejilla.
Al principio él solo fruncio el ceño, pero al escuchar que reiste por lo bajo, empezó a sonreír y te acerco más a él por medio de su brazo en tu cintura, hasta que sus rostros solo estaban a centímetros y sus cuerpos demasiado juntos.

— Ze-Zeldris — tartamudeaste por la cercanía.
—¿desde cuando tartamudeas por tenerme tan cerca?— pregunto burlón y en voz baja.
— no fue por eso, intento despertarte — dijiste sonrojada y evitando sonar nerviosa.

Él se río un poco, no te había creído, se estiro un poco y después empezó a levantarse.

—¿sabes? Me gustaría mucho quedarme acostado a tu lado y encontrar la forma de hacerte decir la verdad — dijo divertido y amenazante, tragaste pesado por lo que dijo — pero quede con mi hermano a pasar el día con él, ¿que harás tu?
— le haré a Elizabeth un pequeño chequeo médico y si me es posible evitarte todo el día para evitar hablar — respondiste con un poco de burla al final.

El sonrió por tu comentario, entro al baño para cambiarse de ropa y después salio del cuarto, camino por los pasillos y encontró a su hermano con su esposa en la puerta principal.

—¿Estarán fuera todo el día?— pregunto alegre y curiosa.
— Es posible, Zeldris quiere hablar conmigo de algo serio por lo que parece, solo espero que no sea nada grave — respondió el rubio pensativo — tal vez podamos cazar algo para comer y regresariamos por la noche.
— Bien, tengan cuidado y no lo presiones con algunas cosas, si sabes a que me refiero.

Como respuesta solo recibió una risa sospechosa del rubio, suspiro resignada, ya sabía cuales eran las intenciones de su marido, lo beso en los labios para despedirse de él, y camino hacia Zeldris, quien se empezó a acercar a ellos al ver que terminaban de hablar.

— tengan cuidado, ¿si?— el menor asintió y después la diosa se acerco al oído del menor — si te da consejos de amor, consultame antes de hacer alguna tontería.
— descuida, deje de hacerle caso a sus consejos desde pequeño — respondió burlón.

Elizabeth solo se río un poco y se despidió de los dos demonios, quienes al salir de los muros del castillo emprendieron vuelo hacia algún bosque.

                          *****
—¿estas pruebas son necesarias?— pregunto una diosa confundida y nerviosa.
— mira, no quiero asustarte, pero seré honesta contigo — dijiste llamando la atención de la diosa, la gigante y la hada — las maldiciones que te pusieron a ti y a Meliodas son muy peligrosas, porque la persona que la porta corre el peligro de que su existencia desaparezca — las tres chicas te miraban incrédulas y sorprendidas.
—¿que quieres decir?— pregunto Diane.
— el alma de una persona es lo que le da la existencia, lo que hace que la persona sea recordada, lo que hace que reencarne, entre otras cosas, pero la más importante es que hace que una persona exista.

Las tres chicas te escuchaban atentamente, parte de esas cosas Elizabeth ya lo sabia, fue de las primeras cosas que había escuchado sobre la función de un alma.

— la maldición que te pusieron corrompía entre la liena de vida y muerte, cuando una persona muere, se toma un tiempo para reencarnar — comenzaste a explicar y en tu mano apareció una llama blanca simulando ser un alma — cuando una persona reencarna una parte de su alma es usada para dicho proceso — mientras hablabas separaste una pequeña parte de la representación, haciendo que esta se hiciera más pequeña — y cuando la persona muere, se toma algo de tiempo antes de reencarnar para poder recuperar la energía usada anteriormente y el proceso se repite — volviste a unir ambas partes de la representación haciendo que retomara su tamaño inicial — pero con Elizabeth y Meliodas no fue así, como Elizabeth reencarnaba sin recuperar la energía usada, cada vez su alma perdía una cantidad mágica vida con vida — empesazte a usar la representación como si fuera el alma de la diosa y mientras hablabas la hacías cada vez más y más pequeña al quitarle pedazos — mientras que la de Meliodas al no morir ni reencarnar se le empezó a acumular la magia de existencia en su alma — creaste otra llama blanca simulando ser el alma de Meliodas y le agregaste los fragmentos de la otra, haciendo que esta incrementara su tamaño.

Las tres chicas escuchaban atentas tu explicación, sorprendiéndose por lo que decías.

— si sus almas estaban tan mal, ¿porque seguían con vida? — pregunto Elein preocupada.
— la magia de la maldición era lo único que los mantenía con vida, suena contradictorio, lo se, pero esa es la verdad tendré que ver como fue que paso, porque con la magia extra que Meliodas absorbió de los decretos su alma debió de haber explotado y al quitarle la maldición a Elizabeth su alma debió de haberse extinguido — respondiste, haciendo que ambas representaciones cumplieran lo que dijiste, las tres chicas te miraron nerviosas y algo asustadas por lo que dijiste.
—¿entonces... Debieron de haber muerto al anular su maldición?— pregunto Diane asustada.
— me temo que sí — respondiste — pero algo evito que así pasara, no digo que este mal, al contrario, tuvieron mucha suerte, voy a dejar las cosas como están, investigare que fue lo que pasó, como prevención en caso de que sea algo peligroso y si no es así, lo dejare estar — las chicas asintieron — Elizabeth, lo mejor sera que le digas a Meliodas para que este al tanto de todo. Sin más, podemos tomarnos un pequeño descanso.

                        *****
Los hermanos demonio volaron por algunas horas, hasta que llegaron a un bosque bastante grande y se veía que había muchos animales para cazar, para ellos seria como un día de entrenamiento.

Bajaron a tierra y apenas desaparecieron sus alas, empezaron a correr, brincaban de un árbol a otro y corrían a gran velocidad, normalmente cuando salían juntos, hacían un poco de ejercicio para desahogar su estrés y tensión, llegaron a un pequeño claro del bosque, donde había un pequeño lago y decidieron descansar ahí, para poder hablar.

—¿como van las cosas con Anny?— pregunto el rubio, haciendo que el menor lo viera con una ceja alzada —¿que?
— ya no eres un niño como para llamarla así — replicó y el rubio solo se encogió de hombros.
— es una costumbre, pero no creo que le moleste, o... ¿Te dan celos?— pregunto burlón y con una sonría amplia en su rostro.
—¡N-No es eso! — negó, pero su sonrojo y su nerviosismo lo contradijeron y Meliodas sonrió aun más.

"Mierda" pensó el menor al ver como su hermano se acercaba a él de forma peligrosa, mientras hacia garras con las manos en señal de lo que haría, Zeldris intento huir, pero fue en vano, después de una tortuosa cesión de cosquillas para hacerle aceptar sus celos, lo desvistió y literalmente lo aventó al lago, para después entrar él.

—¡ya no soy un niño como para que me trates así!— reprochó.
— No, pero es divertido — respondió divertido —¿de que querías hablar?— preguntó con el agua hasta el cuello, el lago no era profundo, pero a Meliodas le gustaba tener el agua hasta ese punto, decía que era relajante.

Zeldris suspiro pesado, ¿por donde debería de empezar a hablar?

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Hola.
Espero les guste el capitulo, voten y comenten que les pareció eso me motiva a seguir escribiendo.

Estuve una semana ausente, pero ya estoy lista y fresca para continuar.

Las otras historias, al menos dos de ellas ya serán publicadas en unos minutos.

A través del espejo: de este no diré nada, quiero mantener el suspenso.

La otra historia sera publicada mañana en la mañana.