XXV

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—Él no es indicado para ti.- Resonó en la mente del británico.


—Gracias Eduardo, recuerda que me la debías.- El líder hablaba con calma, pero algo en él demostraba felicidad.

—No es nada hombre, pero debes tener cuidado lo que sucedió.- Eduardo era alguien sumamente molesto, pero era raro que se preocupara por algo.

—No te preocupes, ya paso hace varios meses, adiós.- El líder rojo cortó la llamada.

Los dos sabían de lo que hablaban, confidencial.

Armada roja, Armada verde del país vecino, policía, militares y algunos civiles. Estaba listo.

Tendría que agendar un día.

Y por fin tendría todo lo que el quería, todo lo que deseaba.

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Tom caminaba por las calles en la ciudad, seguían siendo descoloradas, no cambiaban.

Caminó por un callejón y entró a un bar. Era uno normal como cualquier otro.

Se sentó y pidió una Smirnoff, regresaba a los tiempos de antes.

Le preocupaba mucho de si Edd viviría o no, también que el líder lo iba a volver loco.

Le preocupaba por que ahora recordaba su pasado, aunque solo eran frases de Edd.

¿O Acaso ya se terminó enfermando mentalmente?

En verdad era de esperarse y no era sorprendente.

Un pequeño robot le entregó una Smirnoff y la colocó en la mesa.

Está noche sería larga, como siempre.

Compró unas botellas más de amado smirnoff.

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Tom ya borracho, aún se encontraba bebiendo. Se podía ahogar en su vodka preferido si el lo quería.

Una silueta negra se acercaba a el y lo más amablemente lo sacó de ese bar. Ya creía que el demonio lo había sacado.

Su condición no lo dejo estar contra de él, pero el suponía quien era.

Suspiró.

—No sabes en que peligro me expongo para sacarte de aquí.- Soltó sin más, era obvio quien era, el talvez próximo líder del país, vestido con ropa de color negro desde su sombrero a zapatos.

—N-nadie te obligo... a venir.- Respondio el menor tambaleándose.

—Ajá, pero me preocupo por ti.- Dijo mientras ayudaba a Tom a caminar.— Aunque no lo creas.- Prosiguió.

Tord ayudó de nuevo al menor para subirlo a su auto. Luego de eso él subió.

—Sabes, el departamento que-queda a unas calles.- Dijo el de lentes, lo que hacía Tord no tiene mucho sentido.

—Te voy a llevar en auto, por qué no quiero que me vean con un borracho.- Dijo ya algo molesto.—Ah, vamos a mi departamento.-

El menor no respondió, no servía hablar con él.

Lo único que quería, era parar el tiempo.

Aunque es posible, pero luego sería un caos.

Llegaron al departamento de Tord. Y este lo cargó hasta su habitación. Tom estaba muy cómodo en el pecho del noruego.

Y luego lo tiro en su cama.

—Buenas noches, borrachin.- Rió.

Lo unico que pudo hacer Tom fue colocarse el pijama y luego el alcohol más el sueño hicieron de las suyas en el.

Tord se sacó su vestimenta de color negro y se colocó su pijama y se acostó con el menor y este lo abrazó.














Golpe, tras golpe, desataba su ira incontrolable, nadie le arruinaría su vida.

F u t u r e . [Tordtom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora