XXVII

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Su vida se había acabado.

Ordeno lo más rápido que pudo, cómo si el no hizo nada.

Y también a la velocidad de la luz se sentó en los acomodados sillones del living. Para no verse tan sospechoso.

Se abrió la puerta.

El corazón de Tom estaba a punto de salirse de su pecho.

—Llegué.- Dijo el de cuernos, cerrando la puerta.—¿Qué haces?.-

—Estaba... meditando.- ¿En serio se le ocurrió decir eso? Vaya tonto.

Tord se rió y se sentó al lado del menor. Esté se sentía horriblemente nervioso y tenso.

—No demoraste mucho.- Dijo Tom, sentía sus manos sudar levemente.

—No era tan importante.- Respondio sin interes.

Por alguna razón recordó que alguien hace tiempo atrás había mandado un link y en ese habían datos de personas desaparecidas.

Era casi el mismo papel que tenía Tord.

Pero con la única diferencia que su nombre esta ahí.

Esto está mal, debía salir de aquí.

—Tord, debo irme.- Dijo nerviosamente.— Ya haz echo mucho por mi.- Se levantó de donde estaba.

—Quédate un rato más.- Sonó más bien como una obligación.

Miedo era lo que sentía el británico. Terror, panico y angustia.

—N-no puedo, ¿qué es lo que quieres?.- Ya lo estaba sacando de sus casillas.

—A ti.- Respondio.

Tord rápidamente se abalanzó hacia el menor, lo besó con fuerza.

Tom intento zafarse de su líder pero fue inútil.

Tenía miedo de Tord, él era capaz de todo.

No quería que sus manos tocaran su cuerpo.

No quería estar un segundo más con él.

No quería que él lo agrediera ya que el no quería hacer esas cosas.

No quería que él lo abusara.

No quería que su boca salieran ruidos obscenos.

No quería que fuera un juguete que se puede desechar.

No quería un futuro así.

Pero sus actos egoistas del pasado decidieron su futuro.

Y un momento pensó en enamorarse de él, una persona sádico y de gran poder.

Una persona que no conoce.

No quería morir a manos de Tord.

Era su perdición, el rojo nunca se enamoró de él, si no lo hubiera obligado a hacer esas cosas. Era un estúpido al pensar eso.

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Ya era de día, su cuerpo dolía, se escapó de las garras de Tord cuando ya todo había pasado.

Pero aun así todavía su vida tenía sentido.

Iba a renunciar seguir trabajando con Tord, aunque este dio dos días de descanso a todos los trabajadores.

No le importaba pasar hambre en esta crisis.

Se levantó de su cama, se dio una ducha, se avergonzaba de las heridas que tenía.

Se vistió, tomó su celular, billetera, las llaves y salio de casa, no desayunó, no tenía hambre.

Necesitaba a ver a Edd y hablarle, Tom estaba seguro que él lo podía escuchar.

Fue a la clínica, subió el ascensor y se dirigió a su habitación.

Pero en la habitación no encontró a nadie ahí.

Talvez lo cambiaron de habitación, eso era lo más probable.

Vio a una enfermera pasar y le preguntó:

—Hola, ¿sabe donde se encuentra el paciente que estaba en esta habitación?.- Preguntó el británico.

Ella asintió y busco en su tablet.

—El paciente Edd Gould falleció el día de ayer a causa de una muerte cerebral.- Dijo la enfermera.

Y su mundo se derrumbó por completo.

Él estaba completamente solo.

Su único sentido de vivir era ver a Edd despierto.




Esté capítulo se lo dedico a mi preciosa Lau:(💕.

F u t u r e . [Tordtom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora