Capítulo 5: Como una hoja en blanco; dolor y necesidad.

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    La rubia estaba recogiendo los platos y vasos de la mesa, los llevó hasta el fregadero y tomó uno de los trapos.

    —¿Estás segura de no querer ayuda? —Ruby la miró desde el sofá.

    —Podemos ayudarte con los trastes.

    —No, tranquila, Sapphire —sonrió desde donde estaba—. Ustedes compraron la mayoría de los ingredientes de la cena y aparte me hicieron compañía, es más que suficiente.

    —No fue nada —la joven de ojos celestes sonrió y abrazó a la morena.

    —Oigan —movió el trapo por la mesa—. ¿Conocen a la gente que vive por aquí?

    —Mmm sí, yo diría que sí —respondió Ruby.

    —Pues a algunas personas.

    —Oh...

    —¿Por qué preguntas? —dijeron ambas, quienes rieron por eso.

    —Es que conocí a alguien, una chica —dejó el trapo junto a los trastes y se lavó las manos, las chicas se burlaron un poco de ella—. Eh, no, no... nada fuera de lo normal, creo.

    —¿Cómo es? Cuéntanos sobre ella —pidió Sapphy.

    —No se emocionen —rió la rubia y fue a sentarse frente a ellas—. Bueno, su cabello es muy oscuro, es más alta que yo, ojos azules, delgada... vive a unas cuadras de aquí, se llama Lapis, ¿la conocen?

    —Lapis... —pensó la de cabellos celestes—. Oye, ¿no es la chica con la que hablamos el otro día?

    Peridot recordó los sucesos de aquel día, asintiendo segundos después.

    —¡Oh! Yo la conozco, sí, creo que estuvo a lado de mi salón el semestre pasado —asintió—. Pero siempre que la veía estaba muy seria, y cuando la veo en la calle parece que sólo va a mandados. Es muy solitaria.

    Peridot se quedó pensativa.

    —¿Más seria que ella? —bromeó Peridot, mirando a la ojiazul.

    —Ey, Sapphy solo es recatada —comentó su novia.

    La joven de ojos verdes rió y se recargó, dio un largo suspiro.

    —¿Pasa algo?

    —Es que... —las miró—. Saben que no me gusta ver a las personas tristes o mal... y creo que a ella le pasa algo. Quiero conocerla y saberlo, pero además es una chica agradable y me gustaría tener más amigos.

    —Ah, entiendo.

    —¿Quieres que te ayudemos con eso? —habló la ojiazul.

    —Oh, no, yo sólo quería saber si ustedes sabían algo de ella, pero quiero comenzar una amistad por mi propia cuenta.

    Las dos sonrieron.

    La rubia asintió contenta.




🔸🔸🔸




    Los días seguían pasando, hasta convertirse en semanas.

    Todo iba como siempre, la escuela, el trabajo, trabajos, tareas, pequeños descansos.

    En todo ese tiempo la rubia había comenzado a establecer una mejor amistad con Lapis, la veía algunas veces en la preparatoria, los fines de semana en el trabajo, y una que otra vez la invitaba a pasear; aunque algunas Lazuli no aceptaba por permisos o porque no tenía muchas ganas de salir. Pero podría decir que iba muy bien, no se había equivocado en haber elegido conocerla más.

Temores | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora