—Peridot, ¿puedes pasarme esa franela?
—Oh, claro —lallevó hasta ella.
Lapis estaba limpiando uno de los muebles, ella regresó a acomodar un par de libros en un mueble de la sala. No llevaban mucho tiempo ahí, tal vez un poco más de dos horas.
Afortunadamente sólo tendrían que limpiar muebles y poner unas cuantas cosas en ellos, no era la gran cosa.
—Oigan chicas —el hombre apareció bajo el marco de una puerta—. Iré a comprar algo para que podamos cenar, ¿quieren algo en específico?
—Yo comeré lo que sea —respondió Lapis.
—Lo que traiga está bien, señor —sonrió la rubia.
—De acuerdo, más tarde vuelvo.
—Conduzca con cuidado, abuelito —sonrió la pelinegra.
—No te preocupes por eso, pequeña —se retiró.
Lapis Lazuli lo vio hasta que desapareció y luego se fijó en una de las ventanas, viéndolo subir a su vieja camioneta. Cuando su abuelo se fue ella se acercó a Peridot y la tomó de la mano para subir las escaleras sonriendo y arrastrándola.
—¿Por qué me llevas así? —rió.
—Encontré algo arriba, en una de las habitaciones.
—¿Sí?
—Sí.
Avanzaron por el corredor y la ojiazul abrió una de las puertas, Peridot la siguió, cerrándola después de entrar.
—Deben llevar mucho aquí —se arrodilló frente a unas cajas, abriéndolas—. Ven.
La rubia caminó hasta ella y se sentó junto a las cajas, observando a Lapis con curiosidad.
Le encantaba la genuina manera en la que sonreía.
—Son cosas de mi abuela, sus accesorios más que nada —le entregó un collar—. Y fotografías... no sé, me emocioné mucho al encontrar esto.
—Qué lindo... —admiró la piedra preciosa del accesorio, devolviendo su vista a lo que Lapis sacaba de la caja.
—Mira.
La ojiverde tomó una fotografía, encontrándose con una joven mujer, esbelta y de largos cabellos oscuros.
—Oye, te pareces mucho a ella —la vio.
—Mi abuelo también dice eso —tomó de vuelta la fotografía—. Bueno, ahora sé que soy bonita.
—Siempre lo has sabido, no fingas.
Lapis sonrió apenada y desvió su vista, observando un clóset. La pelinegra se puso de pie y caminó hasta el, cuando lo vio después de llegar no lo había explorado, pero ahora sí podía hacerlo.
Lo abrió con precaución y echó un vistazo. Sus ojos brillaron al ver el clóset repleto de vestidos, algunos sencillos y otros con detalles brillantes.
—Vaya... —Peridot se quedó junto a ella.
—Están geniales...
—No te hagas, quieres probarte uno —recargó su cabeza en su hombro.
—Pues sí... pero no creo que me queden.
—¡Mídete uno! ¡anda!
—No lo sé —infló sus mejillas.
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Temores | Lapidot
FanfictionPara Lapis Lazuli las cosas no están bien, nada en su vida parece estarlo. Una noche al escapar de casa en un intento de distraerse y tal vez acabar con todo se encuentra con una persona que jamás pensaría, cambiaría muchas cosas.
