Todo había sido absolutamente normal ese día.
Despertar, asearse, comer, ir a la preparatoria y regresar a casa.
Hasta ahí todo iba como siempre, pero las cosas cambiaron muy rápido.
Lapis Lazuli estaba distraída con su teléfono, lo suficiente como para no prestarle atención a sus estresados padres, gracias a eso se ganó un gran regaño y por ser impulsiva al contestar obtuvo un teléfono estrellado en el piso.
No había más que hacer por el aparato.
Se quedó un buen rato mirando hacia el suelo mientras sus padres la regañaban por cosas de siempre, acusándola de distraída, irresponsable y muchas cosas más, tantas que ya ni podría nombrarlas.
Y no podía decir nada, no podía, la habían bloqueado.
—¡Dime algo! —gritó su padre.
Seguía mirando al mismo lugar, su respiración era rápida y temblaba.
No podía, no podía, no podía.
—Lapis —su madre la tomó del brazo y por fin pudo ver a otra parte que no fuera el suelo.
—¡Déjame! —con brusquedad retiró su mano y dejó de recargarse en aquel sillón.
—¿Adónde vas? No vas a irte como si nada después de esto.
—¿Y qué hago ahora? —la miró desesperada—. ¡Mira lo que le hicieron a mi teléfono!
—Te lo merecías —comentó su padre.
—Están locos, ¡¿qué les pasa?! —expresó con voz temblorosa.
Pero gracias a eso se ganó una bofetada por parte de su madre, para después escuchar un "vete a tu cuarto que nadie te quiere ver aquí".
Con su propia mano en su mejilla logró ver a su hermana asustada a lo lejos, ahora moría de vergüenza. Las lágrimas salían de sus ojos y su corazón latía más rápido que antes, el enojo en ella aumentaba con velocidad.
Sus padres ya se habían alejado, tal vez a la cocina.
«Pues si no me quieren ver»
Volteó una vez más a la cocina, allá estaban ellos; y ella estaba justo a lado de la puerta. Se secó las lágrimas y con suficiente rapidez tomó la perilla y abrió la puerta para salir, hasta había alcanzado a empujarla para que se cerrara.
Y sin ver atrás ni una sola vez corrió, corrió bajo la molesta y fuerte lluvia que se presentaba en aquel lugar.
Pero qué bendita coincidencia.
Y como casi nunca lo hacía, le agradeció a la vida. Le agradeció por haberle dado piernas resistentes y una buena habilidad para correr.
El agua salpicaba y salpicaba, ella seguía corriendo como si fuera lo último que haría en su vida, su destino aún estaba a unas cuadras. Probablemente seguía llorando pero sería casi imposible saberlo con las gotas de la lluvia cayendo en su rostro.
Y ni siquiera supo cómo había logrado llegar a aquella casa sin haberse caído una sola vez, pero ahí estaba por fin, frente al hogar de Peridot.
Tocó el timbre y esperó, volteó a ver hacia atrás, la noche y la lluvia cubrían el paisaje, todas las casa estaban iluminadas.
Según recordaba apenas pasaban de las ocho, pero la luz solar ya se había ido completamente.
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Temores | Lapidot
FanfictionPara Lapis Lazuli las cosas no están bien, nada en su vida parece estarlo. Una noche al escapar de casa en un intento de distraerse y tal vez acabar con todo se encuentra con una persona que jamás pensaría, cambiaría muchas cosas.
