La rubia estaba terminando de preparar la cena. Había decidido hacer espagueti y cocinar pollo; no era por presumir, pero era buena cocinera.
Todo gracias a la práctica, dado a lo de su madre y a que su papá era realmente malo cocinando ella había tenido que aprender desde que era una niña, pero no le molestaba en lo absoluto.
Cuando terminó sonrió satisfecha y empezó a servir uno de los dos platos, ya casi eran las diez, a veces cenaba tarde por esperar a que su padre llegara del trabajo. Cuando casi terminaba de servir escuchó el claxon del auto y se emocionó, fue a lavarse las manos y fue a recibirlo a la sala.
El hombre de estatura promedio, cabellos alborotados y rubios entró y sin esperar mucho le dio un gran abrazo a su hija, su única hija.
—¿Cómo te fue? —preguntó Peridot aún abrazándolo.
—Bien, bien —suspiró—. Sólo espero que los horarios de la constructora se ajusten pronto —se separó de ella y le sonrió—. ¿Y tú? ¿cómo te fue hoy?
—Oh, bien —asintió—. Ven, vamos a cenar.
En medio de la cena Peridot recordó aquella noche en la que había hablado con Lapis, después de tomar el té siguieron con la conversación. Realmente estaba preocupada por eso, por ella.
Eso había sido apenas la semana pasada, en ese tiempo había estado muy atenta con la joven, y no por lástima ni nada de eso, estaba descubriendo que fuera de sus penas y dolor Lapis era una chica muy linda.
—Tienes algo, ¿qué es?
La joven levantó la vista y se encontró con los ojos marrones de su padre, infló sus mejillas y se dispuso a hablar.
—No me pasa algo a mí, pero sí a una amiga —comentó no tan segura—. Y de verdad me gustaría ayudarla.
—¿Qué le pasa a tu amiga?
—Pues... —tenía que pensar bien cómo explicarlo, no darle tantas vueltas al asunto—. Resumiéndolo y no queriendo, no tanto, porque...
—Al grano —dijo sin sonar grosero, casi burlándose de las divagaciones de su hija.
—Tiene depresión, papá, y se está haciendo cosas muy malas —suspiró pesado—. De verdad quiero ayudarla, le he tomado mucho cariño y no me gusta verla así.
—Oh, entiendo —la miró con más seriedad—. Bueno, ¿puedes decirme algo más? ¿qué has notado en ella?
—Dice que se siente sola, que es una mala persona —y sí, le dolía decir aquello—. Siente que está atrapada.
—¿Sabes? Creo que podrías ayudarla si salen, si la ayudas a distraerse, buscar algo diferente para hacer. Cambiar la rutina, buscar algún hobbie. Claramente necesita algo nuevo.
—¿Tú crees?
Él asintió y bebió de su vaso con jugo.
—Creo que tiene que descubrir que hay razones para no estar triste —la miró con alegría—. Tarde o temprano terminamos encontrando al menos una.
Peridot decidió tomar ese consejo y poco después al seguir pensando en eso tuvo otra idea, intentaría aplicarla también.
🔸🔸🔸
Habían salido del trabajo una desde hacía menos de una hora.
Decidieron pasearse por el centro un rato, comprar algo ligero para comer y luego de eso tomaron un autobús que las llevaría al lago en donde se habían conocido.
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Temores | Lapidot
FanfictionPara Lapis Lazuli las cosas no están bien, nada en su vida parece estarlo. Una noche al escapar de casa en un intento de distraerse y tal vez acabar con todo se encuentra con una persona que jamás pensaría, cambiaría muchas cosas.