Nunca logre amar a alguien más de lo que ame a Christine, ni creo que se acercaría a cuanto la amo. Mi prioridad, mi tesoro, la razón de mis sonrisas, resumiéndolo a dos palabras... Mi todo.
Su sonrisa, oh su sonrisa era la de una diosa, capaz de alegrarle el día a cualquier persona, escucharla reír era la mejor melodía que jamás te imaginarías que saliera de aquellos labios, que también eran pertenecientes a un rostro con ojos tan crueles y oscuros. Una mirada que solo te hacía sentir que te odiaba, pero si conocías bien a Christine, te darías cuanta de que simplemente era una mirada de aburrimiento. ¿Qué chica, no? Nunca olvidare todos esos momentos en los que una risa escapaba de mis labios, cada vez que alguien se sentía intimidado por ella. La manera en que se interesaba por todo, su curiosidad y creatividad, me animaban cada día.
Nunca olvidare a la hermosa Christine...