Los días pasaron rápidos y así llego diciembre, el 23 de esté mi madre y yo nos dirigimos a casa de mis abuelos. Este era el plan, yo pasaría navidad y recibiría el año nievo con ellos, luego pasaría la primera semana de enero con mi padre, la bruja... perdón Denisse, y la osito Christine.
-Entonces... La persona con la que estas saliendo ¿Es?-arquee una ceja interrogativa esperando una respuesta, mi madre me miró por el retrovisor y se le escapo una carcajada-¿Desde cuándo eres tan curioso?-sonrió y volvió a poner la vista en el camino.
-No lo sé. ¿Desde hace unos meses?-dije alzando los hombros despreocupados.
-Conocerás a esa persona muy pronto-sonrío.
-Define "muy pronto"
-Cuando estés listo.
-¿Y cuándo estaré listo?
-Cuando yo vea que lo estés.
-¿Te casarás con él?-un suspiro se escapó de sus labios y sentí que cometí un error al preguntar y uno con "h"
-No estoy segura de eso-respondió finalmente después de un momento de silencio. Y como había dicho en un principio, ella es mi madre Clarisse Thompson una hermosa mujer de 32 años, tez pálida, cabello negro y rizado, y unos preciosos ojos color miel, con una hermosa figura y una sonrisa que al igual que mi padre es capaz de derretir la nieve en segundos. Ella es una de las mejores madres y supongo que pensaran que los hijos son iguales que las madres así como creen que sus hijos siempre son los mejores, pues bah, mi madre es la mejor y punto.
Tardamos alrededor de dos horas para llegar a la casa de los abuelos, lo cual me emocionaba mucho porque mi abuelo es quien me da clases de piano, y él es un gran pianista. En su juventud era conocido como el Beethoven de su época, y yo, aunque no era tan bueno como él, tenía lo mío. Para mi edad mi abuelo se sabía de memoria unas 20 piezas diferentes, y yo no me quedo atrás porque en esta navidad aprendería la número 17 en mi lista... Siendo sincero, no es tan emocionante estas navidades, es la primera que pasamos como una familia... ¿Rota?; Y no me anima mucho el hecho de que mi padre se la pase riendo con otra familia, creo que a esta sensación de enojo y nostalgia, se le llama celos. No me gusta sentirme celoso, y espero no volver a sentirme así jamás.
Como era de esperarse mis abuelos nos recibieron con fuertes abrazos, mi abuela me esperaba con uno de sus fantásticos pasteles de chocolate, y el abuelo ya tenía afinado el piano. Todo era magnifico aunque algo faltaba... Mi padre. Si yo me sentía tan mal no quisiera imaginarme como esta mamá, di un pequeño suspiro mientras dejaba mis cosas en lo que vendría siendo mi habitación, ya que siempre me quedo en ella cada vez que vengo. Me pregunto que estará haciendo Christine, la última vez que hablamos fue cuando recibí una llamada de mi padre, y se le escuchaba un entusiasmada aunque no me quiso decir el porqué.
*****
Todo fue maravilloso, a pesar de que mi padre no estuviera, 31 de diciembre, el único día en el que puedo quedarme despierto hasta la hora que quiera, son las 11 y me encuentro comiendo de otro pastel de la abuela, mi madre se encuentra ablando por el teléfono y mi abuelo inunda la sala con sus discos mientras baila con la abuela.
-¡Michael!-escuche a mi madre llamarme y rápidamente deje de mi pastel a un lado y fui donde ella.
-¿Sí?-mire como sonreía mientras terminaba de hablar con quien sea que hablara, luego me miro y me hizo una seña con la mano de que me acercara y obedecí al instante.
-Es tu padre-dijo sonriendo y mostrando una bella hilera de dientes blancos. Tome el teléfono.
-¿Aló, papá?-saludé algo dudoso.